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Westeros.


Matt Ironwood
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Marvel Tyrell. 

Karhold, El Norte.

 

El paisaje del Norte era diferente a cualquier otro lugar que hubiera visto en Poniente, todo parecía más antiguo, más puro, más salvaje. Su caballo avanzaba a paso lento por aquel “camino” que serpenteaba junto a un río de aguas heladas que desembocaba en el Mar Estrecho, tanto a su derecha como a su izquierda altos desfiladeros de pedernal se alzaban grises y estoicos, coronados por un millar de pinos verde oscuros que actuaban como vigilantes que protegían la entrada a Karhold. 

Marvel resopló y el vaho emergió de su boca mientras el aire frío entraba en sus pulmones, no estaba acostumbrado para nada aquel tipo de clima, en el Dominio las temperaturas eran mucho más amenas. Pero el frío no dejó de acompañarlo una vez pararon por Puerto Blanco y continuaron su ascenso de la costa oriental del inmenso Norte. 

Se rebujo un poco más bajo su espesa capa y continuó montando en silencio, en unos momentos vería el perfil del castillo de Karstark y solo esperaba que el cuervo hubiera llegado con la noticia de su arribo. 

Al llegar al pequeño puerto en la boca del helado río que ahora mismo seguía, se encontró con que la palabra “poblado” sobraba para definir al pequeño grupo de chozas que se arremolinaban junto a las aguas grises y agitadas del Mar Estrecho. Si quería continuar hacia el Muro debía de hacerlo a caballo o esperar que algún otro barco con destino al norte pasará por allí y vaya uno a saber cuándo sería eso. 

El oficial del puerto al enterarse de quién era, se apresuró a comunicarle que allí no encontraría lugar donde pasar la noche, pero que enviaría un cuervo directo a Karhold donde no habría dudas que lo recibirán y lo hospedarían como correspondía a alguien de su nombre. Ser el tercer hijo de Mace Tyrell, Guardián del Sur y Señor Supremo del Dominio, tenía claramente sus ventajas. 

El cañón que seguía tomó un giro brusco hacia su derecha y tras doblar siguiendo el camino el bastión de la familia Karstark apareció coronando dos altos barrancos de piedra enfrentados. El castillo principal ocupaba el cañón de la izquierda mientras una antigua fortaleza se alzaba en el de la derecha, la distancia era salvada por un puente colgante que se balanceaba por encima del río.

Maravillado por aquel espectáculo apenas notó que ya esperaban por él, una delegación aguardaba a unos metros por delante, varios guardias, un maestre y una joven dama montada a caballo. 
 

@ Maida Black Yaxley

 

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Alys Karstark
Cercanías de Karhold

No hacía mucho que el grueso de los hombres vasallos de su padre habían ido hacia el sur en busca de encontrarse con el campamento de Robb Stark, lo que había supuesto mayores horas de vigilancia a los pocos hombres que quedaba y algunas labores extra a las mujeres que estaban preparadas a defenderse bajo cualquier circunstancia. Alys, había sido criada exactamente como lo que era, la hija mujer y menor de Lord Rickard Karstark lo que suponía que servía únicamente como moneda de cambio para alguna alianza que conviniera a su padre o su hermano, de continuar soltera cuando este asumiera el señorío norteño. Su vida no tenía mayores sobresaltos, incluso ahora que todos sus hermanos y su padre habían salido del bastión; le había encargado el castillo y su seguridad a su tío quien la tenía incluso en menos estima que su padre. No estaba particularmente amargada por su destino, pero le parecía injusto; no podía, como si lo había hecho Jaris —su doncella—, soñar con mayores aventuras que la de esperar decisiones de su vida, tomadas por otro. Estaba resignada.

Por eso, cuando su tío le ordenó que fuera ella quien recibiera al forastero de Altojardín, no pudo sino abrir grandemente sus ojos grises y asentir sin mayor demora. Era una manera de mostrar respeto que fuera ella quien lo recibiera siendo hija de quien era, pero muchas veces, por el orden cronológico, ni siquiera esas labores le tocaban. Parecía toda una aventura para la pequeña mente de la pequeña Alys. Poco podía intuir ella, que Arnolf lo hacía por prevenir perder a alguien importante para la lucha, sin quien venía lo hacía buscando sangre. ¿Qué más daba perder a la cuarta hija mujer de Lord Karstark? Si los hijos de Rickard y él mismo morían en su reciente aventura, siempre estarían sus sobrinos listos para cumplir con los requerimientos de Karhold. El cuervo, con la noticia de la pronta llegada de Marvel Tyrell le obligaba a tomar precauciones. Después de todo, siempre era sorprendente que alguien cruzara Poniente en tiempos como los que corrían.

Alys se había preparado con entusiasmo, había escogido su mejor piel para colocarse sobre los hombros y se había esmerado en trenzar su cabello desde la coronilla, como dictaba la más estricta etiqueta norteña. Subió sobre los lomos de Iris, su yegua, y dirigió la ligera delegación que debía recibir al invitado. Todo esto por supuesto, luego de verificar que las habitaciones para el señor, estuvieran listas y la chimenea con suficiente leña para que estuviera cómodo, los sureños siempre se rendían ante el frío del norte. Pensó por un momento que se toparía con una delegación, sin embargo, el caballero viajaba bastante solo.

No era como los señores del Norte, aunque claramente venía viajando hace algún tiempo, sus mejillas lo delataban, estaban un tanto quemadas por la brisa fría del norte, contrastando con una tez ligeramente bronceada, Alys no había no conocido muchos sureños en su vida, pero los libros de genealogías de Poniente era algo que siempre tenía a mano y que había estudiado de muy pequeña., cuando le pareció prudente, descabalgó y adelantó unos pasos para darle la bienvenida correspondiente. 

Buenas tardes, milord, bienvenido sea a Bastión Kar —dijo antes de bajar el rostro y hacer una reverencia a media altura para recibirlo.

Alys Karstark, hija de Lord Rickard de Karstark —replicó por detrás de ella, uno de los maestres que la acompañaban mientras ella enderezaba la espalda, el rostro y le sonreía ligeramente. Sabiendo que detrás de ellos, se alzaba uno de los castillos más antiguos y lindos del norte, imponente por su historia y relación directa con los Stark, orgullo de su propia historia.

¿Listo? —preguntó al sureño

@ Syrius McGonagall

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