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Château Dumbledore


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Sí, era una lenta tortura, no, no podía llamársele tortura a tanto placer, porque lo llevabas al extremo, al límite, sin apuro, pero sin pausa, como quien dice. Y era ilógico pensar en refranes en este momento tan sublime, pero mi cabeza ya no obedecía a ninguna lógica y por eso dejaba que solo respondiera mi piel, mi tacto, mis manos y mis labios que no tenían acceso a tanto como los tuyos que inquietos te llevaban de aquí para allá. Los míos obtenían pequeños resquicios de tu piel, pero vamos, ya te había saboreado plenamente antes, ahora los suspiros y sonidos que escapaban de mis labios indicaban que me dedicaba a disfrutar y gozar plenamente de lo que tú me brindabas y vaya que sí me brindabas y mucho…

Ver tu mirada me derritió aún antes de que tus labios hablaran porque por un momento olvidé todo lo que me habían advertido de ti, las mentiras en las que decías eras expertos, entre otras falacias que habían llegado a mí. Sí, te había investigado antes por todo eso, pero en algún punto el quiebre se había dado y por eso estábamos allí y tras el beso vino la respuesta acompañada de una caricia. ¿Debía odiar no ser legilimante? No, no lo hacía.

Sorprendida dejo que guíes mi mano a tu pecho y lo que ya era claro en mis oídos ahora lo era bajo la palma de mi mano, los latidos de tu corazón y tus palabras que de pronto me dejaban temblando aún más que lo que ya temblaba todo mi cuerpo de placer y quizás eso aceleró mi sensación ¿existe algo más erótico que te digan que son tuyos? y aterrador... ¡Cuánta responsabilidad que pusieras en mis manos tu corazón y a ti mismo! He tenido gente a cargo, aurores, pero un amor… solo una vez y fallé... 

—Si lo que sentimos es real siempre estaremos a salvo en el corazón del otro —susurré sin saber si estaba loca, si me estaba declarando, si te estaba prometiendo cuidarte, o todo junto y más, lo siguiente ya no lo pude procesar porque te besé con pasión ahogando en tus labios una mezcla de tu nombre y la culminación más plena que había tenido en mucho tiempo, una vez más dejé marcas con mis uñas en tu espalda y susurré tu nombre temblando contra tu piel —ahh... sí…

@ Sean -Ojo Loco- Linmer

Editado por Darla Potter Black
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La situación era algo extraña, como era posible que el agente Matt Ironwood apareciera frente a mi Hogar inconsciente, las probabilidades eran unas tan descabelladas como las otras y en cuanto el no despertará las respuestas serían nulas. La palidez del hombre me preocupaban y más al saber que era perteneciente a una rama de la seguridad mágica del macusa. Cosa que me hacía pensar que podría haber sido víctima de alguna persona. Sus heridas no eran aparentes o visibles, seguramente alguna hechizo le había impactado pero no tenía signos visibles de golpes ni nada por el estilo.
Finalmente abrió los ojos y me miró con extrañeza, seguramente no me recordaba y pues con razón después de haberme visto en aquel paraíso tropical, como lo era Hawaii, venir a la fría tierra Inglesa en pleno Otoño y cerca del invierno era algo de entender.  Al parecer no era tan extraña para el y me reconoció, intente al máximo hablar con calma e indicarle que no se asustara, aunque yo estaba preocupada por su estado encontrarlo inconsciente  no era algo normal en ninguna situación. Respire con calma y le brinde una sonrisa amable para que se siento era bien.


   No se angustie Monsieur Ironwood, esta en mi Chateau en Inglaterra, le encontré justo frente de la puerta de mi casa sin sentido. Me atreví a traerlo hasta aquí, no se angustie le ayudaré en lo que necesite.


Le toque la mano para que se sintiera seguro, en esa situación cualquier muestra de cariño o de confianza era algo importante para que tuviera bien fin. 


-    Maeve por favor trae agua y algo de comer, creo que el pie de manzanas que prepare en la mañana ya debe estar frío  y hay un ternera, has que Killian traiga el menú. Alojaremos a Monsieur aquí para que pueda recuperarse. 


La elfina se retiro y quedaron a solas en la habitación. 


-    No se preocupe usted por nada, podría contarme usted que sucedió? 


Me intrigaba la forma en que había llegado al Chateau, solo esperaba que no estuviera mal herido. La elfina apareció con una jarra de agua y un vaso de cristal que dejó en la mesita a su lado y me apresure a servirle y darle el vaso para que bebiera. 

@ Syrius McGonagall

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 🌙 dulce asesina by Mael

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Matt Ironwood.

Ada se apresuró en contestar todas sus dudas en un tono suave y tranquilizador, el castaño asentía en silenció como si fuera un niño pequeño mientras la escuchaba. Así que se encontraba en el castillo de la ancestral familia Dumbledore… ¿Por qué demonios había sido transportado hasta allí?

El mago no tenía nada que ver con los Dumbledore, nunca había puesto un pie antes en sus terrenos pero allí estaba, de alguna forma que no terminaba de comprender aquel transportador lo llevó hasta aquel lugar. ¿Cuál sería el motivo?

-Gracias - se aclaró la garganta Matt mientras tomaba el vaso de agua fría que la bruja le tendía, bebió de un largo trago todo el líquido, su garganta estaba yerma como la arena del desierto y agradeció aquel gesto. 

Ya sintiéndose mucho mejor fue el turno del Ironwood en contestar preguntas - No sé que sucedió - fue sincero el ojiazul -Estaba en la playa y vi una luz brillante entre unas rocas, me acerque y era una esfera luminosa la toque y al parecer era alguna especie de traslador y me desmaye…. - miró extrañado a la castaña.

-¿Quien deja un traslador hasta este castillo al otro lado del mundo? - aquello no era normal y no parecía tener ningún sentido, no es que la magia siempre lo tuviera pero todo ese asunto carecía de lógica alguna. 

-¿No has sido tú o alguien de tu familia? - preguntó a Ada mientras se incorporaba en la cama.

 

@ Ada Camille Dumbledore

 

 

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La habitación de tercer nivel estaba a siendo iluminada por el sol de la tarde, el señor Ironwood estaba en la cama, con visible confusión por todo aquello que estaba pasando, la verdad es que no era del todo claro la razón por la que él había llevado hasta allí, pro al menos me alegraba que estuviera bien y en buena forma. Me alegro verlo que el agua había sido de sus agrado y que en medio de la situación tan confusa, parecía estar perfectamente. 
Al hablarme de cómo había sucedido todo me sorprendió un poco, era algo difícil imaginar que un objeto mágico hubiera quedado allí abandonado en aquella época y por alguna razón quedara en la isla precisamente. Suspiré analizando toda aquella información, no recordaba haber tenido a mano un objeto así al estar en Hawaii, lo único y uniera sido que alguien hubiera podido preparar ese traslador, ¿pero con que intención? 


-Monsieur Ironwood pues lo que me dice me tiene muy extrañada, ¿ tiene usted el objeto con usted? 


Sería bueno que así fuera para observar si había algún rastro de magia en él que nos indicará quien como o cuando.  Ya hacía un año que habíamos ido a Hawaii a investigar sobre el inquisidor y ahora ya habíamos tenido la certeza de quien era y que había sucedido. Me quedé pensando un poco más y vi el vaso desocupado en manos del norteamericano y me apresure a recibirlo, lo dejé sobre la mesa de noche y tomé la bandeja que la elfina había traído con la comida. Lucía deliciosa, la verdad es que una de la s exigencias de mi madre con los elfos siempre había sido la excelencia en el menú. Puse la charola frente de él y sonreí con amabilidad. 


-    Debe reponerse para sentirse mejor, por favor coma para que recupere sus fuerzas. 


Me aleje y fui a la silla al lado de la cama, procuraría hacerle compañía y cuidar de él mientras podía

@ Syrius McGonagall

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 🌙 dulce asesina by Mael

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Habían pasado ya algunos meses que la ojiverde visita el castillo de la familia Dumbledore, recordaba su última visita en la fiesta la cual marco su regreso al pueblo mágico, para Ashley la adaptación nuevamente a la magia fue fácil ademas que los amigos que logro conseguir en aquella fiesta la ayudaron muchos, una de ellas la Ministras Francesa, con la cual tenia el gusto de coincidir en varias fiestas, pero aquella ocasión su visita era por invitación de otra persona el vice-ministro James, tenia poco de conocerlo, sin embargo era una agradable persona. El clima empezaba a bajar por el pueblo mágico así que la Black Lestrange opto por llevar ropa abrigadora pero muy al estilo francés, llevaba una falda gris de cuadros con uno botones en la cintura figurando, con unas mallas negras, una blusa negra de manga larga color negra, un abrigo color negro, una boina francesa en su cabello y una zapatos a juego con su outfit.

Al llegar a la entra del castillo Ashley se quedo mirando la puerta estaba un poco nerviosa y pensativa - ¿Y si la invitación fue una broma? - se dijo para ella misma, el príncipe de Mónaco a veces era muy bromista y puedo realizar aquella invitación en forma de broma pero ella la tomaría como una invitación, encogió los hombros y toco el timbre, no paso mucho cuando un elfo asomo los ojos mirando a la Black Lestrange  - Soy Ashely Emily Black Lestrange - dijo con un tono nervioso, pudo sentir la mirada desconcertada del elfo, esta apenas daba su nombre, sin decir nada más.

- A sí... vengo a visitar al Príncipe Enca...- llevo inmediatamente sus dos manos a la boca, como podría llamar así a James Fleamont Potter con otras personas, soltó un risa para quitar la tensión que estaba pasando en la entrada del castillo. - Príncipe de Mónaco James - Dijo mientras mostraba una botella de vino y una caja de chocolates italianos que llevaba con ella para James, era una tradición siempre que visitaba a alguien llevar algún obsequio en este caso era algo de su país natal Italiana.

El elfo la miro pero después de unos segundo la dejo pasar, Ashley seguía los paso de la pequeña criatura que caminaba adelante de ella, recordaba bien aquel camino, a última vez que fue, la vista era hermosa con aquella luces que acompañaban el jardín y el hermoso paisaje, no podía negar que tenia una vista privilegiada, la familia Dumbledore sabia bien como elegir donde construir. Sin darse cuenta ya estaba a unos paso de llegar a la entrada del castillo, el elfo la paso hasta la sala, donde le mostró un sofá para que tomara asiendo. - Espere un momento, le diré al amo que esta usted aquí. - fueron las últimas palabras del elfo antes de desaparecer.

Ashley se quedo sentada en el sofá mientras observada cada centímetro de la sala y la decoración, no recordaba que en su última visitaba pasara por aquella sala, pero en definitiva todo el castillo era hermoso.

 


@ James Fleamont Potter

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Matt Ironwood.

 

Al parecer Ada sabía tan poco sobre el tema como el mismo, si el castaño albergaba esperanzas de que la bruja pudiera esclarecer el tema, estas rápidamente se desvanecieron. Negó con la cabeza derrotado mientras terminaba el vaso de agua que le trajeron y pensaba que iría hacer a continuación.

 

Como pensó antes la magia no tenía lógica en muchas ocasiones y quizás aquella fuera una de ellas, pero las cosas no suceden porque sí, había un motivo por el que fue transportado hasta la Dumbledore y tenía que averiguarlo.

 

-No, esa esfera o lo que fuera ya no está conmigo - le contestó a la francesa - Ada, puede que suene loco, lo mas probable es que siga confundido pero las cosas no se dan porque sí, la magia no siempre tiene lógica o puede que su leyes nos parezcan ilógicas a nosotros pero creo que haya sido transportado hasta aquí tiene un porque y hay que averiguarlo - decidió explicar lo que sentía el castaño esperando que la bruja no pensara que había perdido la cabeza por el golpe. 

 

El olor de la comida que trajo consigo la pequeña elfina rápidamente llenó la habitación y le hizo agua la boca a Matt, haciéndole caer recientemente en la cuenta de lo hambriento que estaba. -Eso huele delicioso - reconoció con una sonrisa el ojiazul - Me siento mejor, no voy a comer en la cama - no pensaba seguir abusando de la hospitalidad de los Dumbledore - Puedo ir hasta el comedor o las cocinas, no me gusta verme tan convaleciente y arriesgarme a ensuciar algo - 

 

Se quitó las sábanas de las piernas, apoyó los pies en el suelo de piedra cubierto por alfombras y se incorporó rápidamente - No dejemos que ese estofado de ternera se enfríe mientras pensamos en los misterios de la magia -

 

 

@Ada Camille Dumbledore

 

 

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La habitación en donde estaba ubicada en una ala del Chateau en donde la vista daba justo al jardín de Diane, era un jardín cuadrado con árboles rodeando la Fontane de Diane y estaba dispuesto para  el descanso de la familia. El señor Ironwood estaba de mejor semblante, respondió algunas de las preguntas acerca del traslador o lo que fuera que le había llevado hasta el hogar de mi familia. Creía en el destino y pensaba que seguramente ese sería una señal de que  el debía estar en Inglaterra por alguna razón. Sonreí d e pensarlo, era bueno tener a los amigos cerca y la verdad me alegraba tenerlo a él como amigo.
Se animo a la cena y me alegro saber que le gustaba el plato, el menú era bastante estricto en casa pues había sido estructurado por mi madre muy minuciosamente con platos franceses, ingleses e internacionales, teniendo en cuenta los usos de todos nosotros. Me sorprendió quisiera irse de la habitación a disfrutar de la comida en otro lugar, sonreí y lo calme un poco.


-    Si quieres podemos comer aquí en el balcón la vista es hermosa y le pondré la primavera a su disposición.


Sin esperar le quite la charola con la comida y salí al balcón a dejarla sobre el comedor que estaba allí. Le tomé del brazo y lo lleve hasta la silla y sin esperar más saque mi espada de la primavera, conjure su poder y el clima se puso más cálido y despejado, los árboles del jardín de Diane florecieron. Sonreí por haberlo hecho y volví a guardar la espada en mi bolso de cuentas con hechizo expansible, mire a Matt y me sonroje, había sido muy impulsiva.


-    Esta es su casa, así que no se preocupe, descanse aquí. Yo enviaré una misiva con un pedido de un traslador hacia Hawaii para que vuelva a casa, recuerde que tiene mi entera amistad y agradecimiento.


Me sente al comedor observando los árboles florecido del jardín. 
 

@ Syrius McGonagall

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 🌙 dulce asesina by Mael

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El sitio donde mueren los sueños y nacen las pesadillas...

Conocía todos los lugares donde se podían experimentar aventuras inolvidables. Travesías que eran dignas de ser plasmadas en un libro épico de cuentos de terror o un Best Seller que deseará retratar con lujo de detalle los confines de la tierra, azotada por ese poder que nacía de la muerte inminente de los sueños y el nacimiento de las pesadillas. Le gustaba llamarlo “Helvede”, agradeciendo haber empleado varios años estudiando varios idiomas, volviéndose una brillante poliglota. Su astucia a veces le asombraba hasta a ella misma, acostumbrada a destilar su vasto e innegable intelecto.

Abriendo el portal que le arrastraría hasta el sitio que deseaba que conociera el Frances, asegurándose de que todo estuviera dispuesto para darle una grata sorpresa. La Holandesa siempre se destacó por fraguar planes infalibles, plagados de una que otra trampa improvisada y que arrancará de los labios de su acompañante, algún grito que le dibujaba una sonrisa picara en su boca. Observando con atención su colección de escobas, decidió que la más apta era la saeta de fuego, aunque la escoba maldita que adquirió en la gala de halloween, no quedaba del todo descartada.

 Decisiones, decisionesse mofaba de la forma en que miraba ese par de objetos. Era como esperar que se levantarán y danzarán entorno a ella, buscando ser la elegida por la Nigromante— Ni aunque volarán desde el fin del mundo al infierno, podría decidirme por alguna sin poner un reto de por medio—golpeaba su barbilla con su dedo índice. Cayendo en la tentación de poner a prueba su lado competitivo, si que era de cuidado tocar esas fibras que desataban ese instinto retador, que no se saciaba hasta obtener el éxito que tanto anhelaba— Pueden ser ambas, pero existe un pequeño detalle. La que está maldita, no tardará ni un segundo en enviarme directo al suelo y hacerme enfadar—la miraba con malicia— Y mi amada Saeta de fuego, pues me llevaría sin paradas continuas a mi destino en un abrir y cerrar de ojos—entrecerrando los ojos, alargó las manos para tomarlas ambas.

El viaje era conjunto, no estaba demás llevar una escoba de emergencia. El sitio donde irán era similar a un foso despoblado que emergió de las entrañas de la tierra, arboles secos con las ramas torcidas, semejando ser garras que ansiaban pillar una presa e introducirle dentro de su tronco hueco. Las criaturas que moraban entre sombras, alzaban de cuando en cuando esos cuerpos oscuros que les servían como un improvisado camuflaje, aullidos mezclados con gritos de muggles que agonizaban, al ver que sus sueños eran tragados por un abismal pozo que expulsaba una bruma similar a la neblina que suele formarse en los caminos de la carretera. Su vestimenta era ideal para la aventura, jeans negros ajustados unas zapatillas deportivas del mismo color y una remera que dejaba a la vista su vientre plano y marcado por unos coquetos cuadritos.

— Es momento de ir por lo pactado—saltándolo la ventana de su habitación en la mansión Macnair. Antes de tocar el suelo, ya estaba montada en su saeta de fuego mientras que su escoba maldita iba dentro de un morral mágico adaptado para llevar en su interior objetos de gran tamaño sin generar demasiado peso o molestia a la hora de transportarlos. Su espada del invierno descansaba en su espalda, dentro de la funda que evitaba que el poder de está se desatará sin que la Vidente lo deseará. Desapareciendo en medio de un grupo de nubes, marcaba el rumbo hacia el Château Dumbledore , dando un par de vueltas descendió con elegancia sobre los jadines, siendo interceptada por la mirada de un elfo— El príncipe de Mónaco me espera, soy Macnair la Viceministra de Holanda— se presentaba con cortesía ante el sirviente, esperando ser anunciada a la brevedad posible. 

@ James Fleamont Potter

         Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

                 The-Gooddes-Kah     

 Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Estaba a punto de llegar una de las fechas más esperadas del año: Navidad. La idea de organizar una fiesta, de decorar el árbol, de hacer dulces y de cantar villancicos sonaba demasiado tentadora. Era todo lo que uno esperaba hacer. Abrir regalos y sentarse delante de una chimenea mientras se disfruta de un chocolate caliente parece el mejor plan del mundo un día así. Sus compromisos, sin embargo, le hacían tener que olvidar esas ideas por un periodo de tiempo y dejar los preparativos para otro momento. Ser un príncipe podía tener muchas ventajas, pero tener que hacer política no era una de esas cosas. El caballero había tenido que aprender por la fuerza a moverse en esos juegos diplomáticos. 

El cumplimiento de un  pacto le aguardaba. Los pactos estaban para romperse, pero era mejor no hacerlo y cumplir con lo que se prometía. No merecía la pena ganarse más enemistades, mucho menos hacer que las deudas creciesen hasta que llegase un momento en el que fuesen inviables de pagar. Sabiendo que contaría con la visita de una política europea, esperaba en su despacho con paciencia, preparado para todo lo que pudiese suceder a partir de ese momento. Aquello que la mujer tuviese pensado era desconocido para el mago, sin embargo estaría preparado para todo lo que se viniese. Tenía la habilidad suficiente como para afrontar los problemas sin necesidad de huir de ellos.

Hazla venir —ordenó a su elfo doméstico cuando el sirviente le informó de la llegada de la Viceministra de Holanda. Tener la amabilidad de recibirla en la residencia de la familia materna del joven era un acto de amistad que esperaba fuese valorado por la mujer. Tamborileó con sus dedos sobre la mesa mientras esperaba con paciencia. Llevaba un vestuario elegante, un traje azul oscuro y una camisa blanca. Su elegancia era una de las cosas que le caracterizaba, mas si tenía que cambiarse de ropa por algún motivo no le supondría ningún problema. A la hora de la verdad no tenía ningún inconveniente en mancharse las manos y meterse en la batalla. Los guerreros tenían una vida la mar de emocionante.

Empezaba a escuchar pasos. Se levantó de su asiento y se acercó a su cafetera. Había ordenado a uno de los sirvientes preparar café para acompañar durante el tiempo que durase la charla, aunque era consciente de que posiblemente no fuese demasiado el tiempo que dedicasen a ello. Se sirvió uno para sí mismo y esperó ahí para ofrecerle a la invitada cuando esta llegase. Tenía bebidas más fuertes, pero... ¿qué mejor que algo que le mantuviera despierto y en perfectas condiciones para poder responder y actuar ante todo? Mientras los pasos cada vez se escuchaban con más fuerza pensó qué tanto debería confiar en la holandesa. El poder podía hacer que se cometiesen actos egoístas que uno no haría en condiciones normales.

La puerta se abrió. Supuso que era ella. 

Cuénteme, ¿qué tiene pensado? —dijo, incluso antes de ver si efectivamente era ella. No estaba impaciente, simplemente quería dejar claro que al estar en su hogar se encargaría de marcar los tiempos. Quería demostrar su poder. Después, le ofrecería un café.

 

 

@ Juv Macnair

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Delante de ella estaba un Príncipe bastante apuesto a su parecer, no dudaba que una fila de jóvenes de diversas naciones estuvieran detrás de él. Presentándole sus respetos, no dudo en obsequiarle una ligera reverencia, recordando los buenos modales que adquirió desde que tuvo el placer de codearse con las personas adecuadas. Sus planes para con Mónaco, no solo estaban enfocados en obtener el apoyo político de esa nación, sino que la Holandesa iba mucho más allá cuando se proponía obtener grandes beneficios.

— Tengo en mente un mundo de ideas. Pero las mismas no caben dentro de está oficina tan elegante y ostentosa—sonrió dedicándole esas palabras. La Viceministra sabía que fibras tocar y como hacerlo de la forma correcta— Felicidades por el cargo, le va bien la corona y todo lo que la misma conlleva—afirmaba entrando al despacho— Macnair, para mi es un placer conocerle de forma oficial. Recuerdo haberle visto, pero quizás sea una confusión, no seria capaz de olvidar un rostro como el suyo—añadió desviando la vista hacia la vestimenta del caballero.

— Luce bien, pero no deseo que su ropa quede hecha girones. No me cuesta nada reponerle tan bonito traje, prefiero que se coloque prendas más cómodas y que le permitan moverse con facilidad. No crea que vamos a tener una charla amena, puede que me vea como una mujer que vino solo a firmar un acuerdo y fin del tema—saboreó el peligro que emanaba de su boca. Aquel veneno que era capaz de desatar toda una oleada de locuras y travesuras extremas— Iremos a donde mueren los sueños y nacen las pesadillas. ¿Se atreve a acompañarme o nos sentamos a tomar una humeante taza de café?—inquirió reflejándose en sus ojos azules un brillo cargado de desafió. 

El ser una mujer osada y sin limites, le permitía lanzar esa clase de retos a diestra y siniestra— Le prometo una cosa, no dejaré que esa carita tan linda que posee, sufra ninguna clase de daño o quede como un puzzle con piezas faltantes—la mordacidad en sus palabras continuaba siendo un desafío descarado. Ya le iría conociendo con el paso del tiempo, posiblemente todo aquello derivaría en algo más que una simple alianza entre Mónaco y Países Bajos. El destino solía ser demasiado caprichoso evitando a toda costa mostrar las cartas que jugaba en cada partida de manos que tenía como protagonistas al par de magos.

— Juguemos un poco, verá que le gusta el modo en que suelo negociar. Nunca recibo una negativa como respuesta, siempre salgo ganando y me llevo a casa lo que deseo obtener—aquella arrogancia que poseía, si que le hacia una rival imposible dé vencer. La mirada de la rubia estaba fija en esos ojos tan peculiares que poseía el Príncipe James, vaya que captaban la atención de sus interlocutores con facilidad. Semejándose a un mar oscuro que albergaba un mundo de secretos que eran preservados por criaturas que evitarían a toda costa que los hurtarán.

@ James Fleamont Potter

Editado por Juv Macnair

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