La Marca Tenebrosa ~ Mansión Riddle ~

[Aaron Black Yaxley]

 

Bien. Aunque tímido, el mago a cargo de mi bando había sellado toda entrada a la mansión para que le pusiésemos la atención que merecía; lo pude corroborar en cuanto me dispuse a empujar la puerta con mi palma para ir en búsqueda del destilado de antaño pero no, no pude entrar. Intenté el alohomora, ¡incluso un bombarda!, pero la mansión del sangre sucia de Tom Riddle tenía la particularidad de hacer caso a quién estuviese a cargo, y él lo estaba... un pelón más alto de quien ahora increpaba a los demás reunidos en el jardín con el montón de cadáveres muggles tirados por ahí.

-Está bien, está bien... tienen mi atención- comenté para mí, desenvainando la varita, en un acto desinteresado, para pasarla por el rostro. La máscara que ocultaba mi identidad se esfumó como humo, denso humo negro que respiré sin toser.

Y al mismo tiempo que me volteaba para reagruparme al piño de tenebrosos me encontré frente a frente con mi prima, quien sigilosa al cabo de la manía de andar descalza, apareció en los jardines. Picaneé con el arma mágica a la altura de su hombro para que se moviese de mi camino- ironía de aquellas-, ella ya me conocía (de niño (?)). 

-La doncella silenciosa... ¡me gusta!- exclamé en cuanto se volteó pues genuinamente querría saber quién le molestaba con la varita. Entonces la clásica y fría mirada gris que me distinguía encontraron la fría máscara; elevé su mentón sutilmente con el dorso de mi índice- ¡hey! yo que quería observar esas pecas... ¿cómo estás Perséfone?- le ofrecí el brazo e hice un gesto para que comenzar a caminar hacia el resto del bando- ven, vamos a ver como asesinan algunos muggles moribundos...

-¡Estoy de acuerdo contigo!... con usted, digo...mi lord...- sonreí con una venia de ironía; ya me conocía el protocolo- también con ellas...- observé a Hécate y Ékate- y con ella...- apunté a Juliette. A todos les apuntaba varita en mano, misma arma que llevé a mi garganta para un sonorus- ¡¿CÓMO PLANEAN TOMAR EL MINISTERIO SI LO ATACAN EN PLENO DÍA DE DUELO MÁGICO?!- mi voz volvía a la normalidad. Me encogí de hombros con una mueca de obviedad- estamos de acuerdo en que la seguridad del gobierno mágico siempre ha sido un fiasco, ¡incluso cuando estuve a cargo!- exclamé y me llevé la zurda al mentón, pensativo. Luego apunté con el índice a Manon; aunque en realidad les hablaba a todos- excepto cuando Elvis estuvo a cargo... era un buen auror ¿saben?... ¡pero qué saben ustedes de buenos aurores!- aproveché el silencio- ... en fin, no debemos discutir entre nosotros, mis distinguidos camaradas... ¿cuáles son sus puestos dentro del Ministerio Inglés?- observé a Cillian- él tiene razón ¿ya lo dije, no?. Digo, si planean ir por ahí atacando mansiones y castillos como psicópatas muggles ¿cómo conseguirán más adeptos para el legado del círculo sagrado? ... porque supongo, son puros ¿no?...

Y de pronto me vi paseando entre ellos como solía hacerlo antes. Susurrando sus mentes, cuestionando sus dichos. ¿Quién tenía la estrategia perfecta?, ¡nadie!... lo había comprobado en carne propia hace  más de una década. Creí que develarnos al mundo de los no mágicos sería el camino de conquista pero con ello los muy idi***s se habían defendido... ¡eran como una plaga en sí mismos!, que fastidio. 

-¿Podemos conversar con a lo menos una copa de agua...- mentí en agarrarme la garganta como si estuviese seco- o vino, dentro de la mansión del viejo Tom?... porque de lo contrario, de esa pira- apunté con la palma extendida- ¡LOS ATACARÁN ESQUELETOS EN LLAMAS!...

El bulto y pila de huesos que había logrado una de las brujas para quemar los cadáveres tembló y las extremidades comenzaron a juntarse unas con otras, creando un ejército de inferis que les atacarían si no hacían algo en contra. Tal vez no tenía el rango, pero sí los conocimientos sobre la nigromancia. 

Me crucé de brazos, ahí parado nuevamente al lado de mi prima, observé a Julieta y le guiñé un ojo. Mis labios se movieron como una voz en off "tú y yo, tenemos que hablar". Debía revelar la carta de Kalevi y ella me debía, redundantemente, explicaciones.  

-¿Te conté que soy padre nuevamente?- murmuré a Maida mientras mis ojos reflejaban el supuesto espectáculo. Anthony aparecía en la escena, justo cerquita de ambos; sonreí y le di un chiflido- ¡hey muchacho! ¿cómo vas?... ya despellejaron a todos- le dije mientras le hacía señas de que nos observase (estábamos algo ensangrentados por algunos locos de patio que partieron cuerpos en mitad del cielo)- a no ser que quieras batirte con uno de esos ...- le apunté un inferi que deambulaba por allí.

 

@todos  

[Anthony R. Dracony M.]

La cabeza me retumbaba como si me hubiesen golpeado con un mazo, de milagro no la tengo partida, es confuso lo que empiezo a percibir.

No había reparado lo que hay a mi alrededor, una barrida rápida y un gran número de rostros que no recuerdo veo en el sitio. Me disgusta parecer un tonto despistado, así que gruño por no poder actuar de alguna otra forma.

Solo unos instantes y escucho a uno de los magos más cercanos a mi persona hablarme (no hay que desaprovechar el posible contacto que surge de manera tan favorable) en mi mente repito lo que él ha dicho... "¡hey muchacho! ¿cómo vas?... ya despellejaron a todos".

Un gesto burlesco hago con mi boca y respondo: -- Elfos desdentados, ese estilo masacre es de lo más "chic"-- (Pienso que hubiese encajado más si me hubiese dejado encima esa sangre demoniaca que antes cubría parte de mi cuerpo... bueno, nadie hubiera podido anticipar que ahora estuviese aquí... aunque aún no tengo respuestas, pero parece interesante lo que se está desarrollando, así que observo tratando de dar significado a ello).

Cruzo los brazos y observo el mago de ojos grises, como mueve un objeto que tiene en su mano y apunta a uno de los cadáveres... no me preocupa el cadáver, sino de pronto recordar que cuando la criatura infernal me arrojo sobre el risco, tanto mis costillas como mi varita se rompieron... -- ¡Maldita peste! -- Tome una postura de ataque, por ahora solo tengo mis manos, pero no iba huir de la situación.

[Idylla Macnair T.]

Miraba la escena con total atención, cuando el líder Cillian había hablado sobre el virus y como algunos de los magos habían muerto por el, un escalofrío bajo por su espalda. Gracias a aquellos muggles, ella y su hijo se habían tenido que despedir hacia ya más de 6 años y eso jamás se los iba a perdonar.

Miro a los muggles que tenían la culpa de crear el maldito virus contra su gente, pero antes de que pudiera hacer alguna cosa sus demás compañeros comenzaron una carnicería con ellos. La verdad no tenía ánimos de descuartizar o más bien matar sin sentido aquella noche, había días en los que era divertido y hasta se sentía bien, pero algo más llenaba el ambiente aquella noche. La reunión de hoy escondía algo más de lo que decís el líder, una cosa habían sido los muggles pero poco a poco los mortifagos comenzaron a hablar de lo que les molestaba. Ahi estaba, pensó la Macnair cuando uno por uno demostraba su molestia, y así mismo alguien más hablaba de la fidelidad al bando y porque muchos había desaparecido de su responsabilidad hacia la Marca y hacia los ideales. 

Su piel se puso de gallina al escuchar las palabras de sus compañeras, si bien ella nunca había abandonado su ideales y la fidelidad al bando, también tenía que aceptar que había desaparecido por completo al caer en depresión por no estar con su hijo, mataba y cazaba sola y ni una sola vez pensó en qué el bando y la marca la necesitaban. Hasta que el ministerio había caído y la curiosidad de que la guerra estaba acabando, había hecho que saliera de su escondite.

-Semper fidelis- susurro mientras alzaba su varita, para mostrar que aún seguía ahí leal a todos sus compañeros. Después una voz conocida siguió hablando y cuando se quitó la máscara supo quién era. Aaron el antiguo líder a quien siempre seguía como una ciega en todos los planes que tenía, el siempre había sido alguien en quien todo mundo podía confiar para liderarlos, siempre llevándolos por el camino de la pureza y el bien mayor. La idea de una copa de vino, mientras seguíamos está conversación era tentadora, pero no sé atrevió a moverse, ni siquiera cuando aquel mago tenebroso hizo que la pira de cuerpos muertos se convirtiera en inferis. 

-Bueno una copa de vino no nos vendría mal a todos, ¿podemos alejarnos de la pira de muertos y hablar dentro de la mansión con más calma?- comento la bruja, intentando bajar la tensión del ambiente, ella no estaba enojada, más bien avergonzada de no haberse comportado a la altura de lo que un mago tenebroso haría -se que varios tienen ideas para el bando, muchos las han llevado a cabo a lo largo de los años y muchos están rencorosos por todas las cosas que la gente dentro de este bando a vivido, pero tenemos que aceptar que tenemos un nuevo líder, después de varios años aquí estamos- comento la chica -para bien o para mal, todos queremos el mismo objetivo. Si nos empezamos a pelear entre nosotros, despues no quedará nadie que acabe con los traidores a la sangre y con los muggles que quieren destruirnos, somos una familia y tendríamos que tratarnos como tal. Si están aquí es porque todos recordamos nuestro juramento Semper Fidelis- ella nunca hablaba tanto en aquellas juntas, era una fiel seguidora. Pero nunca había querido destacar en el bando, hacia las cosas que tenía que hacer y su vida seguía siendo tan normal como ella la quería, pero detestaba tantas peleas de personas que se supone teníamos que jalar hacia el mismo lado.

@ todos

[Mael Blackfyre]

Si de algo estaba orgulloso en aquel momento, era que al parecer había pasado desapercibido como quería. Desde el fondo de aquella habitación pude observar como se iba desarrollando todo, aunque no de una manera más directa como hubiera deseado. Las cosas fueron desenvolviéndose y pude percatar, y entender, que los que estaban aprisionados allí iban a perder la vida tarde o temprano, por los actos que habían cometido contra la comunidad mágica.

Las cosas se iban transcurriendo de una manera un poco caótica. ¿Un poco? Más prisioneros muertos, la invocación a la Marca Tenebrosa que ahora bañaba todo de una luz verdosa. ¿Eso no llamaría la atención de algunos indeseables? Ya me lo imaginaba, teniendo que interrumpir aquella absurda reunión para quitarme de encima a los ministeriales (o en el peor de los casos a los fenixianos)

Y el caos seguía. Una vez fuera de la Riddle empezó una discusión ridícula acerca de qué iba a pasar con todo aquello. Mantuve mi distancia lo más prudente posible, apoyado mi espalda contra una pared mirando a mis pies. Era una suerte para el resto del bando que estuviera mirando mis pies y no al resto, por la sarta de estupideces que estaban diciendo allí.

¿Cómo es que permitían un debate de ese estilo? ¿Aún el líder no tenía un plan? Ya estaba a un milímetro que mis labios sangraran por estar apretando mis dientes sobre ellos. De verdad me estaba conteniendo. Sin pensar y tratar de ignorar el circo que estaba montando Caelum. Estaba psiquiátrico. ¿Dónde había quedado el idealismo purista y los magos ante todo? ¿Estaban midiéndose las varitas entre sí?

Allí solo importaba una cosa. Los hechos. Las acciones. Podían cuestionar el ataque al Ministerio y el secuestro de Sophie. Pero eso solo se enfocaba la intención en demostrar que la Marca estaba presente e iría contra cada uno de los sospechosos a la Orden. Y la comunidad que sepa que nadie estaba a salvo. El miedo era el factor con el que podríamos controlar y dominar todo. Y ya había entrado a Hogwarts y eso haría, traería problemas.

[Maida Black Yaxley]

Perséfone era un nombre que resumía en sus cuatro sílabas lo que había sido Maida para la Marca Tenebrosa, alguien que se sentía cómoda en la oscuridad y aceptaba en silencio su destino lúgubre, aunque sus ojos fueran tan vivaces con ese tono tan encendido de azul. Reconocía a algunos en la reunión, pero todos desaparecieron a su interés en cuanto Aaron plantó varita sobre su hombro. Tembló como una hoja al viento pero todo cesó cuando su primo le tendió el brazo, anclándola una vez más —aunque no con tanta energía como en otro tiempos—, a suelo mortífago.

Ydilla, Mael, Juliette hablaban dando ideas, sin embargo no terminaban de convencer el endeble pensamiento de la Yaxley que caminaba del brazo de Aaron hacia el podrido espectáculo que se habían montado con los muggles, una masacre que rozaba la barbarie; una que no estaba dispuesta a firmar.

— No es varita en mano que vamos a demostrar superioridad contra los muggles —dijo entonces, casi en un susurro, pero segura que todos los presentes podían oírla—; los muggles han avanzado mucho en cuanto al conocimiento de la magia sin embargo, carecen de ella, punto. No es implantando el terror que primará la sangre mágica, siento que estamos equivocando el camino.

Se mantuvo al lado del ex líder, sin embargo, se desligó de él y tapó con una mano una parte de su rostro, terminando de ocultarlo, el olor de hierro mezclado con la sangre le estaban afectando.

— Esto no lo hacían ni los caballeros del Walpurgis más vehementes —alzó la vista hacia la Marca Tenebrosa que anunciaba el asesinato en la Riddle— y no se usaba esa señal igual que si se asesinaba un alto traidor a la sangre que a un puerco...o un muggle, como quieran verlo. Soy leal a mantener la sangre mágica tan pura como se pueda, pero no me convertiré en una carroñera cualquiera, mi varita no será usada de manera tan...simplista. 

 

@toditos (?)

[Yadiz Vashtí]

Sangre muggle asperjada en la máscara de la bruja fue la inmediata respuesta a su requisito de órdenes de parte de sus líderes. Otra mortífaga había dispuesto del rehén frente a Yadiz de forma inmediata, con un arsenal de estocadas letales. Instintivamente acercó su mano a la gota que alcanzó su mentón descubierto.

Esparció aquella gota entre sus dedos, observando ante la luna el brillo de la sangre húmeda.  Medusa, recordó la última vez que manchó sus manos con sangre de forma tan literal, al escapar su prisión hacía unos 5 años. A punto de hundirse en una de sus regresiones, fue aterrizada por la saliva de Manon, quien intentaba de forma fallida intimidar a la bruja con una cercanía innecesaria para ahogarle con su aliento.

Yadiz, la miró fijamente a los ojos, desinteresada en el fino hilo del ego que sus palabras hayan podido conmocionar en la líder. A ojos de Medusa, mientras más hablaba aquella bruja, intentado mantener un fingido control, por su inhabilidad para recibir cuestionamientos, menos méritos de liderazgo encontraba.

 – Si lo que requieren son focas aplaudiendo por comando, mejor montar el circo. Así completas de una el numerito.– le comentó calmada tras ver como Manon levantaba el cuerpo inerte que Hécate había descuartizado frente a ella. Yadiz comenzó a analizar a la mortífaga. Lo admitiera o no se hallaba interesada en la Segunda al Mando. Si bien su intento de obviar el cuestionamiento a su liderato le parecía un tanto vergonzoso, había una chispa en sus ojos que le parecía digno de respeto.

Manon continuó hacia Hecate, en otro acto resumible en un simple “cállate y escucha”. Yadiz sonrió por lo bajo de forma irónica. Aquello comenzaba a ser entretenido de una forma retorcida. Había olvidado que los mortífagos eran una panda por demás interesante; unían múltiples egos, personalidades discordantes y estilos de proceder contradictorios. Siempre hallaban la manera de tocarse las narices y aun así les unía el respeto por un mismo común: "somos magos y nos corresponde regir".

Observarse, y observar de forma tan disociada le permitió sentirse de nuevo en casa. Escuchaba en el fondo a sus compañeros cuestionando y a los altos rangos intentando mantener el control. Fue entonces que miró a sus tres líderes con algo de compasión. Era evidente que la Marca se estaba reconstruyendo desde sus raíces. Muchos aún no se conocían en sus puestos, y ciertamente a la bruja le causaba un gran tedio discutir títulos o tener que aguantar berrinches para intentar establecerlos.

De hecho, tuvo que ahogar una carcajada cuando una de las mortífagas repetía como buena mascota la postura de Manon. –He aquí las focas…– pensó buscando entre el gentío de dónde salía tal adulador, pero entonces, la reconoció de inmediato. Se trataba de la misma bruja que había luchado instintivamente junto a Yadiz durante el ataque en el Ministerio. Aquella bruja ya le había demostrado un corazón noble; con lo cual Medusa se admitió que debía doblegar su propio carácter un poco.

Yadiz decidió aproximarse al tema de forma política y sutíl. Después de todo, era uno de sus mejores talentos. Estaba claro que el conjunto no sabía manejarse con la confrontación aún; y a fin de cuentas hallaba en ello algo inusualmente reconfortante. Quedaba fuego en la sangre de los mortios, y eso era una muy buena señal. Tocando terrenos, era evidente que sus nuevos líderes estaban en el mismo barco que todos: descifrando el siguiente paso.

Medusa respiró profundo y decidió tenerles paciencia. En última instancia, aquello era la primera reunión. El tiempo demostraría si realmente eran dignos de seguirles a ciegas o no. Sorprendida de sí misma pensó en cómo, en épocas de antaño, habría arrastrado aquella disonancia hasta las últimas consecuencias. Sin embargo, la guerra le había hecho madurar.

Aún no daban una sola instrucción o información importante cuando otro mortífago develaba su identidad sin reparos, dirigiéndose a los presentes. Un puñado de inferis, convocados a modo de entretenimiento por el mago, comenzaba a caminar hacia los mortífagos.

 – Siempre hay días para seguir avanzando... Nos esperan meses interesantes compañeros. Me anoto a la copa. – comentó genuinamente sosegada.

Sin mucho más que decir, y resuelta a un nuevo método de manejarse en aquella reunión, se disponía a caminar hacia el interior de la Riddle, a por el trago sugerido. Estaba claro que aquella noche no habría más adelantos de parte del bando. Podían desestresarse e idear el próximo movimiento de la Marca en colaboración. Total, aquella velada le había dado más información de la que tenía hace unas horas sobre sus camaradas. Eso en sí mismo valía perfectamente la llamada.

 

@todos

Editado Domingo a las 08:07 por Yadiz Vashtí

[Leslie Ann Linmer PB]

 

Yume observo como mas magos llegaban a la par que ella y se iban acomodando ya sea cerca del líder y los lugartenientes como de conocidos o simplemente observaban, su corazón latía con expectativas mientras observaba cadáveres caer como hojas en pleno otoño, sus ojos azules observaban vacíos lo que ocurría a su alrededor, no conocía a nadie y tampoco deseaba socializar con nadie, las palabras de su líder sonaban en sus oídos quemando cada vena de su cuerpo ante la ira que iba a cumulando.

-Malditos- gruño la rubia con su voz distorsionada.

Al principio solo pensó que estaban ahí para una demostración de poder del líder que los dirigía, hasta habia pensando en caminar hasta los dormitorios y descansar si solo se iban a poner a matar muggles pero aquella revelación hizo que apretara sus uñas en la palma de su mano hasta que comenzaron a sangrar, ¿como se atrevían unos simples muggles a matar al antiguo líder? mordiéndose la lengua para no reclamar el hecho de que como podía haber pasado eso. Estaba enojada, no porque conociera aquella persona sino por el hecho de que se atrevieron a matar a un mago, alguien del cual en sus venas corría sangre especial y no sucia como las de los malditos sin magia.

Yume se sobresalto al ver que todos iban hacia los jardines por lo que los termino siguiendo casi al final, al llegar pudo observar que el líder comenzó a hablar y les presento a los responsables del virus, aquello emociono a Yume que sus ojos vacíos volvieron a la vida reflejando un azul muy claro en ellos, aun tenia contacto con ciertos traficantes, ella no mato al muggle que lloraba frente suyo al contrario o ignoro para ver como la calavera con la serpiente iluminaba el cielo de forma maravillosa.

-Sabes, siempre he tenido curiosidad por la medicina- sonrió bajo la mascara Yume mientras sus dedos arreglaban el cabello del varón de unos cuarenta años que tenia frente suyo -tengo entendido que se venden muy bien los órganos de personas sanas- rió por la bajo al observar el terror en los ojos de su victima a la cual la agarro de los pelos y comenzó a arrastrar por el suelo de la mansión al sótano.

Pero se detuvo ante la voz de su líder que a ella ya no le interesaba, habia conseguido su meta de ser directora del departamento de Criaturas, claro que aun habia cupos que llenar pero para eso debía hacer amigos, y vivir tantos años recluida del mundo no sabia como tratar a las personas a menos en un ámbito que no fuera el laboral.

Mientras que los susurros de sus compañeros se escuchaban mas lejos, ella y el muggle, que tenia un hechizo silenciador, se dirigían al lugar menos explorado por parte de la adolescente.

[toji]

 

 

El espectáculo daba comienzo. Los compañeros de Zenin no hacían más que sacar a relucir sus egos, las ansias de mostrar la superioridad que, bajos sus sesgados estándares, servía para medir cuán leal podía ser un mago tenebroso a la causa del bando. De donde vía el japonés no hacía falta tales exhibiciones, bastaba el respeto, que irónicamente se ganaba mediante demostraciones de poder entre los iguales. Sonrió por debajo de máscara. <No es el sitio, ni las personas... sino el objetivo, lo que de verdad importa> la vocecilla dentro de su cabeza había vuelto.  

Era el principio para disociar de aquella pantomima a la que había degenerado la vuelta, tan necesaria, de la marca tenebrosa al mundo mágico. No dudó en mantenerse al margen de los discursos que vociferaban los enmascarados reunidos, el propio líder sonaba cada vez más indeciso en sus declaraciones. ¿Estaba sesgado por lo que el Houghton le recordaba? ¿Importaba acaso? Negó con la cabeza de manera involuntaria y como consecuencia la conciencia de Toji volvió al jardín. Los cadáveres de los muggles yacían inertes en el suelo, siendo objetos de diversión de los compañeros reunidos allí, incluso de los que se jactaban de lo poco tenebroso que resulta matar por matar...  

—Sí al vino, o a lo que sea que haya dentro— contestó al comentario que le llegó desde la distancia. No tenía muy claro quién era, tampoco importaba mucho. De todo lo que se había hablado durante la noche, aquellas palabras eran las únicas que le brindaron la oportunidad de salir de aquel círculo. No esperó a tener la aprobación de nadie para empezar a caminar. Se separó del grupo e inició el ascenso hacia el interior de la mansión. Avanzó hasta el salón, en donde solían celebrarse las reuniones tanto, formales como informales, ya que contaban con una casi interminable remesa de alcohol.  

La máscara de oni perfectamente amoldada al rostro de Toji se volvió translúcida, a la altura de la boca. Acercó la copa de vino que se había servido y la llevó hasta sus labios recién descubiertos. Miró fijo la botella mientras discernía si la compartía o no.  

 

[Juliette Macnair]

Después de su breve intervención en la reunión, decidió mantenerse en silencio y escuchar con atención cada palabra que los demás iban diciendo⸺sin embargo, cuando fue el turno de @ Cillian Haughton , su enfoque cambió por completo, y su mirada esmeralda se fijó intensamente en él.

Cillian* había tomado el mando, y aunque quizás, en primera instancia no había coincidido con con su visión, él era el líder ahora, y eso la obligaba a mantenerse en silencio, a darle una pequeña oportunidad⸺el ambiente se tornó cada vez más tenso, parecía una mezcla de ansias y viejas heridas que volvían a abrirse, porque finalmente todos en ese sitio habían perdido algo. A alguien. 

Así que lentamente volvió a dar un paso atrás, apartándose ligeramente del centro de la discusión, y volviendo a su sitio en las sombras.

Las voces se alzaban, cada una más determinada que la anterior, y la bruja Rosier podía sentir cómo el resentimiento, el miedo y la desesperación se entrelazaban en la atmósfera⸺fue entonces cuando la voz de Aaron resonó en la distancia, sacándola bruscamente de sus pensamientos. 

Aaron.

Diez años habían pasado desde la última vez que lo vio merodeando en los jardínes de la Mansión Rosier, desde que huyó del desastre que alguna vez fue su vida bajo el estandarte de la Marca porque su traición le rompió en mil pedazos su pequeño y frágil corazón. Diez largos años de silencio, ocultándose en los rincones más lejanos del mundo mágico, renegando de todo lo que había sido, intentando construir una vida para ella y sus hijos lejos de la sombra de la Guerra. Y, sobre todo, lejos de él. 

Pero allí estaba, el hombre que alguna vez había sido un líder, un político, el padre de su primogénito, Kalevi⸺el hombre que… el peso de esos recuerdos la golpeó con fuerza, haciéndola sentir como si el mundo a su alrededor se volviera más pequeño, y entonces, sus dedos temblaron apenas perceptibles dentro de los pliegues de su túnica, aferrándose a la tela en un intento por contenerse mientras intentaba mantener la compostura.

El caos que se desarrollaba frente a ella parecía un eco distante ahora, un ruido de fondo que su mente apenas lograba registrar. Todo lo que podía sentir era la presencia de Aaron, su antigua vida regresando a ella con una fuerza abrumadora. Sí, sabía que cada palabra, cada acción, era crucial para el futuro de la Marca Tenebrosa, sin embargo, la bruja permanecía inmóvil, en una tensa quietud, con la mirada fija en la figura de Caelum.

Su propio cuerpo estaba paralizado entre la necesidad de dar un paso al frente y retomar su lugar entre los fieles de la Marca, y el instinto de huir una vez más. Huir, necesitaba hacerlo. Siempre lo hacía, como un m4ldito patrón que no podía evitar. Había huido, había dejado todo, y ahora la tentación de regresar a ese mundo oscuro, por muy repulsivo que le pareciera, tiraba de ella con una fuerza casi abrumadora, pero ahí estaba una vez más, caminando por la cuerda floja, deseando volar.

Mientras los otros discutían, cada uno exponiendo su postura con más o menos violencia, Juliette se limitaba a observar. Algunos, como @ Mael Blackfyre , parecían llenos de una rabia contenida que sólo ella podía divisar. Otros, como @ Maida Black Yaxley , mostraban una resistencia más sutil, aunque no menos poderosa, al descontrol que se apoderaba de la reunión. Y luego estaba @ Yadiz Vashtí , que analizaba todo con una calma inquietante, desglosando el desorden con su mirada incisiva.

Pero ella ya no podía hablar.

No es que no tuviera algo que decir. Lo tenía, y mucho. No había forma de negar la lealtad que compartía hacia la Marca. Su apellido, su sangre, y sobre todo, su pasado estaban entrelazados firmemente con ella. Pero también sabía que lo que había hecho durante esos diez años fuera no podía ser deshecho. Había renegado de su propio linaje al alejarse, y el miedo a que sus hijos fueran arrastrados a este mundo era lo único que había logrado mantenerla en pie hasta ahora.

Pero Aaron…

Sintió el peso de su mirada, aunque no lo viera directamente⸺sabía que en algún momento él tendría que acercarse, que las palabras que habían evitado durante una década no podían ser postergadas por más tiempo. ¿Qué le diría? ¿Cómo podría siquiera enfrentarlo, sabiendo que había huido no solo de la Marca, sino también de él, de todo lo que compartieron?

Con un suspiro casi imperceptible, la bruja Rosier se apartó en dirección contraria al resto, dejando que sus pasos silenciosos la guiaran hacia el rincón más oscuro y solitario de la Mansión Riddle: el cementerio. Sabía que @ Aaron Black Yaxley no dejaría pasar la oportunidad de hablar con ella, pero tampoco se lo haría sencillo. 

Un clavel por cada caído, pensó.

@mortios 🤍

[Anthony R. Dracony M.]

Aguardo un poco a que algo pasará, pero al parecer era cuestión de que él debía iniciar la pelea, pero no es un buen modo el hacerlo con sus puños, no, definitivamente no, es imperioso conseguirse una varita...

Por lo pronto bajo los puños, para estar más cómodo se cruzó de brazos y escucho lo que ahí se decía, callar porque no tiene manera de hacer algo más. Su falta de recuerdos le obliga a tratar de entender con lo que escucha y ve, sin desearlo era un inexperto. No posee un contexto que le ayude a definir su postura y tener sus propias opiniones.

Por el rabillo de sus ojos miel, observaba detenidamente a los magos y brujas, muy distintos entre sí, pero eso puede ser el punto importante, la variedad ofrece múltiples posibilidades para complementarse.

El peliverde tomo nota mental, para después ahondar en los puntos más esenciales, lo bueno es que parece que existe una jerarquía y aunque él llegue a ser el mago que se encuentre más abajo de todos, ninguno de ellos imagina lo creativo y dedicado que puede llegar a ser.