La Marca Tenebrosa ~ Mansión Riddle ~

[Hecate Engosvezhof]

Sonreí a las brujas @ Juliette Macnair y a la que portaba la clara máscara del personaje mítico de medusa @ Yadiz Vashtí sonreí para mí y me dije "muy apropiado" al ver las serpientes de su careta.

- Tiene ustedes razón mis señoras, no estamos en tiempos para tonterías y si me disculpan - caminé un poco hasta llegar a la bruja que se hacía llamar medusa - usted me perdonará mi señora, pero éste cerdo no merece nada - saqué un cuchillo y se lo estampé con fuerza detrás de la espalda del secuestrado por supuesto, saltó sangre. Lo agarré con fuerza y a pesar del quejido de ese joven que imploraba por esa familia, no pude evitarlo... la sangre llamaba y con las dos manos y alzando el cuchillo ceremonial que había sacado del bolsillo nuevamente lo apuñalé varias veces en la espalda - hay más formas de sacar información señora @ Yadiz Vashtí Medusa, la tortura no es suficiente...

Di una última estocada, el suelo estaba empapado de sangre del cadáver y el objeto punzante aún seguía clavado en esa zona - mis disculpas, ahora paso a limpiarla - saqué la varita y con varios susurros de hechizos limpiadores borré todo rastro de sangre de sus ropajes, como así de sus zapatos, de los míos y del resto de líquido que pudiera tener en toda la cara - listo, ahora ya está - reí por lo bajo y en cuclillas intentando no salpicar más aún saqué con cuidado la hoja, a la luz de la luna brillaba como un rubí recién pulido. 

- Mi señora @ Juliette Macnair Macnair tiene toda la razón... yo propongo un plan, y ya que estamos en un lugar seguro podremos elaborarlo mucho mejor que el fiasco del Atrio, aunque he disfrutado un montón, no lo niego... es hora de actuar de otra manera. A mí me han matado mezclando ciencia muggle y magia no sé quién fue y creo que todos más o menos hemos perdido a mucha gente en ésta maldita guerra, casi ganan, lo que no entiendo es cómo por todos los infiernos, hemos conseguido salvarnos de todo eso y no desaparecer por completo. Y como dice la señora Macnair no estamos preparados para nada, no hay un plan no hay una línea a seguir ¿hacer lo mismo de antes? Está genial y es disfrutón pero ese tiempo creo que ya se ha acabado, el mensaje del ministerio fue genial, no lo niego - me aparté y me dirigí al cadáver que ya estaba completamente desangrado, parecía una cartulina que estaba doblada y desdoblada muchas veces, la piel flácida con los ojos saltones y la lengua grotescamente salida de su lugar al tirarlo al suelo se escuchó un leve chapoteo de un sonido de "chop"

- Mi idea es que recogamos a todos los informadores que tengamos y colocarlos en lugares privilegiados por todos los canales dónde pase cualquier atisbo de información. Cualquier sitio vale, yo controlo una parte de un puerto y puedo sacar algo, pero si no reunimos todos los datos es imposible, ergo, trabajo de inteligencia métodos de escucha, posicionarse para lo que pueda venir y atacar al ministerio, dejarlo tan tocado y hundido que tarde mucho tiempo en levantar cabeza para ir en contra de los fenixianos con más libertad... si a sus señorías les place esa idea - llevaba el cuchillo en la otra mano - perdón, no era una amenaza - limpié la hoja con magia y la guardé de nuevo en mi bolsillo- la magia es poder, la información es poder, somos brujos y tenemos el deber y la obligación de proteger a nuestros sucesores, a la magia pura... pero - chasqueé los dedos - no podemos tener a líderes que duden de todo o se muevan sólo por ideales de bando, debemos proteger nuestro futuro mágico y creo que con eso, todos estamos de acuerdo. Hacer inteligencia con otros países y con los hermanos que han sobrevivido pero que se esconden por temor a represalias, créanme mis señores... aunque limpiemos el mundo de ésta basura - señalé al montón de cadáveres- vendrán más y más peligrosos

Saqué mi varita de madera blanca de álamo, brillaba cuando la luz de la luna incidía en ella, apunté a los muertos y susurré con fuerza y energía - incendia máxima- una gran llamarada partió de la punta de mi arma mágica y a los minutos en el ambiente ya empezaba a notarse la carne quemada... Aproveché el momento y con otro movimiento más de 'maat' (nombre viejo de la varita de álamo) moví el cuerpo que había desangrado y lo eché a la pira de fuego que ya ardía con fiereza

- Los que sean humanos, póngase escafandras mágicas, o tendrán el pestazo en la nariz durante muchos días... Lo dicho -froté mi nariz y continué - está genial matar a los que quieren deshacernos de nosotros sólo porque somos mágicos, pero tengo la sensación de que ésto irá a peor, a peor y si no tenemos cuidado, incluso ésta Orden venerable puede desaparecer

<<Yo ya di mis opciones para actuar, yo soy sólo un soldado de menor rango y no duden de contar conmigo para lo que quieran, pero hace mucho que dejé de ser funcionaria en el Ministerio, no sería tan útil ya que estoy en Hogwarts como Bibliotecaria

- @ Cillian Haughton mi señor Haughton espero que esté a la altura de miras y liderato para llevar a la Marca a lo más alto, cuente con mi ayuda para ello pero si veo cualquier signo de debilidad, no tenga duda de que me pondré de lado de un mago o bruja que tenga capacidades para el liderato, no es una amenaza es una advertencia, no tolero a traidores, ni a líderes ineptos - separé mis brazos y agaché mi cabeza en señal de respeto, ahora tocaba a los demás, maquinar y dar opciones- y si queremos ganar, tendremos que trabajar como un sólo ente...

<<Semper Fidelis - dije en voz alta, esperando al menos, que mi perorata no dejase dormidos a los demás mortífagos

@todos los mortífagos

Editado hace 18 horas por Hecate Engosvezhof

[León Crowley]

—Ten un buen día, cariño —el susurro suave de una delicada voz femenina retumba a lo lejos y solo puede distinguir una perfecta silueta desnuda de cabello rizado rojizo que se acercaba a dejarle un beso para luego alejarse entre luces y sombras. El cuerpo de León se gira para hundir su rostro en la almohada como si estuviera buscando algo en ella.

El frío de los azulejos en la mejilla despierta al Crowley y lo trae a rastras de nuevo a la realidad. No está en una cama, no hay un beso, no hay un cabello escarlata en su almohada. Está tirado en el suelo de una plaza en algún lugar del mundo. Una bandera roja con letras amarillas y un característico nudo de lana en la mitad le da una idea de en donde está.

— ¿Otro sueño?.

— ¿Qué has hecho? —respondió León en voz alta al interlocutor que solo está en su cabeza. —¿Por qué estoy en España?

— Te juro que esta vez no fui yo. —exclamó Baphometh tratando de demostrar su inocencia.

Había tenido una serie de sueños los últimos días, todos y cada uno de ellos terminaban entre luces y sombras que no podía entender. Se llevó las manos a los ojos y luego las subió por la frente tratando de buscar un poco de claridad en sus pensamientos. No estaba sucio, no tenía la ropa harapienta ni tenía el aspecto desagradable de unos cuantos meses atrás. Baphometh había recuperado la influencia que tenía sobre su cuerpo y su apariencia volvía a ser la de una persona de 35 años.

Alejó de nuevo las manos de su rostro y pudo contemplar, un poco extrañado, como el ofidio tatuado en su brazo y pectoral izquierdo comenzaba a moverse al mismo tiempo que sentía el ardor en su piel. Era el llamado de una organización de la cual poco o nada sabía ya. Más de 8 años en los que había viajado de un lugar a otro le habían impedido mantener contacto con cualquier persona que hubiera conocido en el pasado.

Unos cuantos días atrás había respondido uno de esos llamados para darse cuenta, sin mucha sorpresa, que no conocía a ninguno de los que habían acudido al lugar. Sin embargo, en esta oportunidad el llamado parecía ser diferente, tenía un tono más urgente. La tarde estaba a llegando a su fin la concurrida plaza en la cual se encontraba no era el lugar propicio para desaparecer. Avanzó sin mucha prisa hasta detrás del imponente edificio de 180 metros que se alzaba frente a él y desapareció del lugar.

 

Riddle--

Atrás había quedado el abrazador sol de aquella ciudad y se encontraba de golpe con la fría bruma del pequeño Hagleton. Aún estaba húmeda la tierra cuando los pies desnudos del pelinegro tocaron los terrenos de la Riddle. Al tiempo que apareció en el lugar, la desapercibida vestimenta del holandés, cambió. Su rostro fue cubierto la renovada máscara de Corvax, el cual era el nombre que había adoptado como mortífago. Algo relativamente nuevo luego de muchos años de incontables metidas de patas, llamando a los compañeros por los nombres reales.

El cuerpo del hombre estaba solo cubierto por un pantalón oscuro que llegaba justo debajo de los tobillos donde sus pies desnudos caminaban por el lugar. Su torso, completamente descubierto, dejaba ver las cicatrices de las heridas había elegido conservar. En el pectoral derecho y bajando por el brazo, el ofidio tatuado refulgía vigoroso por volver al lugar en el que tantas veces fue... ¿Feliz?

No podía recordar del todo bien la última vez que había pasado por los terrenos de la Riddle y aunque estaba seguro que había sido más tiempo del que querría aceptar, veía todo exactamente igual; mismos escombros, mismas ruinas, mismas estatuas, misma pared falsa.

— ¿Mismos ideales vacíos? ¿Matar por matar? ¿Llevar la organización como un negocio? —preguntó el ente demoniaco.

—Sal de mi me mente, c4br0n. —respondió León al tiempo que cruzaba el umbral y la portezuela que conducía a la verdadera mansión, se abría.

La última vez que había estado en el lugar, pudo recordar, vio como la persona que llevaba el liderato de la organización estaba rodeada de personas que, históricamente, se habían opuesto a ella. "No puedes cambiar de corazón como de camisa, sin perder la sonrisa" recordó las palabras de cierto compositor argentino. Tan pronto como termino de bajar las escaleras y puso un pie en el lugar, un escozor que le recorrió por todo el cuerpo lo obligó a detenerse. Una sensación parecida a las de unas uñas afiladas rasgando la superficie de una pizarra lo invadió. Pronto se dio cuenta que no había sido él sino Baphometh quien había reaccionado violentamente.

— ¡ABRAHEL! —exclamó el demonio con tanta intensidad que la palabra salió de la boca de León.

— ¿Qué? —indagó el pelinegro.

— ¿Qué? —respondió Baphometh tratando de desviar la atención.

Llegó al fin al recinto donde muchos otros ojos bajo máscaras igual psicodélicas que la suya, miraban fijamente a las tres personas que al parecer servían de anfitriones. No identificaba el rostro de quien se proclamaba líder. De hecho, de ninguna de las personas que permanecían sin máscara. Si bien habían sido un poco precoces al iniciar la matanza de los muggles que habían presentado sin saber por qué lo hacían, pronto se aclararon las dudas: un virus.

Había estado tan ensimismado en su misión de encontrar a su esposa, que se había desligado por completo de lo que pasaba en la comunidad mágica internacional. Siguió al grupo hasta afuera de la mansión y prestó suma atención a los que decían respecto al tema, buscando obtener la mayor información posible, pero al parecer, era él único que no sabía lo que pasaba. Los demás solo asentían y mataban, buscando venganza por el anterior líder. Seguramente lo conocía, pero no era esa la duda que carcomía la cabeza de León en ese momento.

¿Y si Mía había fallecido por ese virus? ¿Por eso no la encontraba? Había buscado por todos los sitios posibles, incluso las morgues mágicas, sanatorios, clínicas de reposo. Hizo un pacto con Baphometh para buscarla hasta en el mismísimo averno. Pero nunca se le ocurrió pensar que podría estar en una morgue muggle. Paris, Londres, Lisboa. Había muchos lugares por donde buscar. Con un rápido latigazo de marié, su varita, cercenó el cuello de uno de los científicos de solo pensar lo que le hubieran podido causar a la Black Lestrange. Ya había girado su cuerpo en dirección a la salida dispuesto a desparecer del lugar, cuando una voz, en algún lugar del recinto, lo hizo detenerse.

— JAJAJAJA ¿Escuchaste lo mismo que yo? —se burló Baphometh—. Llevas 8 años buscándola por todo el mundo y no se te ocurrió buscarla acá.