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~ Mansión Riddle ~


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En una taberna en Rumania en épocas del Inquisidor

Salí de la taberna en dirección al bosque. Fuera del bullicio del bar, las calles del poblado se encontraban inusualmente vacías. Una gélida brisa me hizo reajustar mi capucha y tomar los bordes de mi capa para guarecerme. Al lado izquierdo de la taberna se encontraba el abeto rojo, con una cinta mágica de color verde alrededor del tronco; tal cual las instrucciones que me dejó por lechuza. Paré junto al árbol. Unos metros al frente comenzaba un estrecho camino con un hilo mágico que parpadeaba mostrando la vía a seguir, adentrándose en la oscuridad del bosque.

– … que descuidado…– murmuré por lo bajo un tanto molesta. El camino marcado era extremadamente obvio y hasta un muggle de coeficiente limitado habría podido seguirlo. Las noticias en El Profeta de los magos desaparecidos a manos de grupos de muggles nos había hecho ser más precavidos que aquel camino tan cantoso. Él lo sabía muy bien…

–Tergeo– murmuré múltiples veces, apuntando a las marcas según pasaba a su lado, erradicando toda pista que pudiera llevarnos a una situación incómoda. Acompañada solo por la tenue luz de la luna, que se escabullía entre las hojas de los árboles, llegué a un pequeño prado desértico. En el centro, la figura masculina y fornida del único mago que he conocido en todos estos años, se encontraba arrodillado con un aire agitado. Me acerqué sin miramientos.

– Una pensaría que luego de las batallas que hemos atravesado en los últimos tiempos, un mago como tú sabría perfectamente que un camino como el que dejaste nos llevaría a cambiar de ciudad una vez más. Estas perdiendo el toque Aarvak – le comenté a modo de reproche burlón.

Nunca supe su nombre real, ni él el mío. Ambos nos habíamos limitado al seudónimo en pro de salvaguardar nuestra seguridad. Éramos magos nómadas viviendo entre muggles, en momentos donde la magia era prohibida a nivel mundial. Era mejor ser anónimos.  

Cabizbajo asintió, mirando la grama sobre la que reposaba. – … Perdóname Medusa. – dijo casi en un suspiro. Me extrañé. Si bien el mago tendía a ser más amigable que yo, en todos estos meses nunca fuimos de condescendencias como aquella frase. Sentí inmediatamente que entre las sombras de los bosques se hacían presente múltiples ojos, escondidos por las tinieblas. La piel se me erizó y una inminente adrenalina presagiaba el peligro en el que ahora me encontraba.

– ¿Qué demonios hiciste? – le reproché retóricamente. Aarvak** aún arrodillado, levantó su mirada llorosa hacia mí y sin mediar palabras confirmaba lo que mi cuerpo ya había concluido. Me había tendido una trampa y vendido a los muggles. Por debajo de las copas de los árboles salían unos 35 a 40 muggles a vuelta redonda, armados y con múltiples artefactos que ahora vendían como amuletos anti-hechizos. Algunos eran verdaderamente un robo consumista, pero otros, podía reconocer que sí me darían problemas. Eran muchos y aunque muggles, venían preparados y yo era solo una. Pensé desaparecer, pero mirando a mis pies vi como Aarvak me había amarrado por medio de un encantamiento al suelo, evitando mi escape.

–Expelliarmus.– susurré mirando al traídor directo a los ojos y llena de odio. Él, sin siquiera un intento de defensa, dejó volar su varita hasta mis manos. La rompí de inmediato y le propiné un puñetazo en la cara con una gran ira, entendiendo que ni siquiera me ayudaría a salir de esta. Me volteé hacia los nuevos presentes que ya avanzaban hacia mí: lista para la batalla.

***** En una villa de huespedes en Aberdeen****

Los últimos rayos de sol anunciaban el ocaso, y con él la muerte de un día más de aquella guerra silente consigo, sus recuerdos y pesadillas. Yadiz se había quedado dormida leyendo en la biblioteca de la villa donde se hospedaba, cuando el inconfundible picor en su antebrazo la despertó anunciando que estaban siendo convocados. Sin mediar pensamientos a lo que acaba de soñar una vez más, se levantó de la silla y caminó a su habitación limpiando aquel recuerdo de su entrecejo, con las manos.

Llevaba lo usual, sus botas a los tobillos, los pantalones de cuero y el corsé de mangas largas que exponía ligeramente su escote, donde cargaba su acostumbrado collar. Por encima, se cubría bajo su capa carmesí que, desgastada por el uso, comenzaba a deshilarse en el borde donde tocaba el suelo. Una vez cerrada la puerta apareció su máscara de Medusa y con un simple movimiento se desmaterializó de la estancia.

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En la Mansión Riddle

Apareció en los terrenos de la Riddle en un instante. Guiada por los cuchicheos se acercó al salón principal. Llevaba muy poco tiempo desde que se reincorporó a la Marca. Aquella era la primera reunión que asistía luego de 15 años. Le causaba un enorme tedio en igual medida que intriga. Expectante miró a los presentes un tanto desinteresada.

En su gran mayoría, máscaras que jamás había visto le devolvían la misma des-familiaridad que la bruja proyectaba. Eran magos verdaderamente autoritarios y muy a sus antojos. Evidentemente les unía exiguamente un mismo pensar. Aquella velada recién comenzaba y ya habían tres cadaveres en el piso. Observaba sin mucho interés cómo sus secuaces comenzaban a asesinar varios muggles o a torturarlos. Se recostó al costado de la chimenea, cuando miró a un lado y reconoció una de las máscaras.

Se trataba de Zenin, un mortífago que le había salvado de la destrucción de la Riddle en una de las misiones fallidas de la Marca. Se le acercó casualmente, recordaba que en su último encuentro con el mortífago el hombre había casi perdido la consciencia a causa de dos o tres copas de más.  

–Vaya que caminas bien hoy. Me pregunté de aquella noche ¿cómo estuvo la resaca al día siguiente? – le comentó casualmente la bruja. Yadiz no era persona de hacer amigos, pero tampoco de deber favores. Le podía mas el orgullo que su desdén por relacionarse. En cuanto halló momento en la conversacion le comentó:

–No tuve momento de agradecerte la ayuda cuando atacaron esta fortaleza. Lo que necesites… he de ayudar.– le confesó un tanto molesta consigo misma – Aunque sea solo una vez. – aclaró.

Acto seguido, Yadiz se acomodó la capucha sobre su melena cobriza y con aire paciente se dedicó a esperar explicaciones parada junto a sus camaradas. Poco le importaba asesinar muggles sin razones específicas. Entendía que eran una sepa verdaderamente defectuosa de quienes juró vengarze, pero su fin era aún mayor que la muerte de un puñado de muggles desconocidos. Aún no explicaban ¿quiénes eran aquellos desgraciados? y ¿qué hacían allí? Miraba a sus líderes sin expresión alguna, esperando que el festín de torturas concluyera y la información volviera a ser el centro de atención de la banda.

 

Editado por Yadiz Vashtí
errores ortográficos xD Me dejé un párrafo completo. Me disculpo.
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Los muertos resucitan // Mi mami mía de mí me viste (?) xD // Porque hierba mala nunca muere! :perv:

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La marca en mi brazo izquierdo estaba ardiéndome desde hacía algunos cuántos minutos. Todos los necesarios para que mi respiración retomara su ritmo normal, de la misma manera que la adrenalina que recorría mi pecho. Con una mano acariciaba el dolor provocado en mi punto de la otra mano, toda ensangrentada. Miraba fijamente la pared con aquel rastro de sangre. Me había desbordado y la había golpeado. No tenía a nadie a quien golpear y me había desquitado asi. ¿Tenía algún hueso roto?

No me importó.

Habían pasado 5 años de aquel suceso que aún no superaba. A pesar de las acciones que habíamos tomado como grupo, me enfurecía saber que la ex líder de la marca tenebrosa se había fugado, la confianza se había roto. Y eso podía significar una sola cosa. Había perdido mi puesto como lugarteniente. Me habían despedido de Hogwarts (aunque ahora había vuelto) y el mundo mágico comenzaba a ser como un pasado recién ahora. ¿Pero y mi estabilidad emocional? No sabia nada de Mica. No sabía nada de Ada. No sabía nada de muchas personas y seguramente ellos tampoco.

Y ahora se atrevían a reclamar a un nuevo líder, alguien que no era ni conocido. O tal vez había hecho algunas que otras tareas para el bando pero no las quería admitir. No estaba obligado a ir más que por el bando. No responder a un llamado era traición y no iba a permitir eso, tan solo por eso desaparecía de la Gryffindor para aparecer cerca de la verja donde comenzaba los terrenos de la Riddle. Para cuando me adentré pude ver que otros se acercaban y había ruidos desde el interior.

Mi túnica negra rozaba mis talones y mis zapatos pesados resonaba sobre la gravilla que era pisoteada. Mi varita se encontraba guardada en el bolsillo y la máscara me protegía, aunque muchos de los presentes ya conocían mi identidad. Me detuve en uno de los últimos lugares que quedaban libres, contra la pared opuesta de lo que estaba ocurriendo. Miré a Cillian y fruncí mi boca sin problema, total mis facciones estaban ocultas. Miré a Galia y a Manon. ¿Era por ellas que estaba allí? Tal vez porque no había podido alejarme de la francesa y estaba seguro de lo que vendría después.

Sentí algo húmedo que se secaba entre mis nudillos. Noté la sangre aún preservada en mi mano. Le resté importancia. ¿Cuándo terminaba todo aquello?

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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El llamado de la marca que estaba grabado en su pecho habia hecho que Linmer se removiera en la cama por el ardor, aquel llamado le recordó a la ultima vez que vio a sus compañeros de ideales, ya ni siquiera la rubia recordaba lo que habia ocurrido a sus diez años antes de dejar el mundo magico, aquellos años se habían convertido en una laguna en su mente que no podía traer de vuelta con nada que intentara por esa razón decidió dejarlos ir y comenzar de nuevo.

Con un movimiento de su varita de Vid invoco un vestido negro con tacones de 12 centímetros haciendo que sus piernas luzcan largas y llamativas pero que nadie vería por la túnica negra que se coloco encima de su cabello rubio atado en una cola baja para después colocarse encima su mascara, una vez lista desapareció de su cuarto en la mansión Delacour para aparecer en los terrenos de aquellas ruinas, apesar de su poca memoria de cuando era niña mientras fue activa los terrenos y como localizar la mansión Riddle aun estaba fresca en su mente.

Mientras se cubría el cuerpo con la túnica para avanzar se pregunto del porque los llamaban a esas horas, algo urgente era de eso estaba segura, pero últimamente se encontraba muy poco entusiasmada para hacer lo que sus lideres querían,  matar muggles no le llamaba como antes, ya hasta simplemente los ignoraba a menos que fuera un squib o traidor a la sangre, pero aun así la sensación de alegría iba desapareciendo de su rostro que se encontraba serio bajo el manto dorado que protegía su identidad.  

Al ingresar a la mansión escucho muchos murmullos como reclamos por lo que se limito a caminar en silencio y observar, por el momento decidió hacer eso y averiguar del porque los habían llamado. 

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Durante mucho tiempo la Black Lestrange había desaparecido del mundo mágico, debido a que el demonio que habita en su interior decidió tomar el control, logrando llevarla hasta diversos países europeos durante al menos diez años, sin embargo, si le preguntan a la rubia cuanto tiempo pasó, diría que para ella fueron únicamente un par de meses, o a lo mucho un par de años, pero en esta ocasión no fue así, no sabía que había pasado con su cuerpo y mente. Así que era momento de recuperar fuerzas para volver a tomar el control total de su cuerpo, cuando eso ocurrió se dio cuenta que se encontraba en Francia, el lugar que la había visto pasar de una bebé a una niña, en ese sitio se sentía segura así que acudió a una de las propiedades de los Black Lestrange que allí poseían para descansar. 

Sabía que tenía que volver a Londres, pero no se sentía preparada... ¿quizás podría avisar a su esposo que fuera por ella? ¿aún tenía esposo? Esperaba que sí, porque era tan raro el usar la palabra "esposo”, porque no recordaba casi nada de esa unión a la que estaba atada, así que considerando mejor las cosas, no era prudente llamarlo, era mejor hacerlo todo por sí misma. Por lo que respirando profundamente decidió que era momento de volver a usar su magia por primera vez en una década, pero algo la detuvo, un ardor tan característico que no podía ser otro que el del tatuaje que tenía grabado en su antebrazo izquierdo, ¿la marca tenebrosa? ¿aún existía? ¿sería posible? esas preguntas, tenían que ser resueltas a la brevedad, así que el momento de dejar la comodidad de Francia y regresar a lo que era su vida en Londres.

Respirando profundamente, dio un medio giro y permitió que su cuerpo la llevara hasta los terrenos de la mansión Black Lestrange,  en donde sin perder el tiempo subió hasta su habitación y eligiendo lucir un vestido de color verde que combinaba con sus ojos, zapatillas y una túnica negra, se colocó su mascara de plata con filigranas doradas, para partir hasta la mansión Riddle, en donde esperaba encontrarse con más de uno de sus antiguos compañeros, así como con su esposo, porque si a ella la habían llamado a León también, ¿no? o eso era lo que esperaba. 

Nuevamente la sensación de sentirse viva, de sentir como la sangre corría por sus venas y el deseo de matar y torturar comenzaba a apoderarse de la mente de la rubia justo en el momento en que traspasaba los límites de la propiedad de la mansión Riddle. Una media sonrisa se formó en sus labios, la cual iluminó su rostro cubierto por la máscara, mientras su cabellera ondeaba en su espalda con cada paso que daba. Se sentía emocionada, si un poco por conocer a quien sería la persona que de momento llevaría las riendas de la organización, pero eso tendría que esperar, porque había gente a su alrededor que poco o nada conocía. 

Hasta que un rostro conocido llamó su atención, alguien que no llevaba mascara: Cillian, el esposo de su hijastra Maylis, ¿sería posible? Aún con dudas en su interior, se encaminó hasta donde se encontraba y mirándolo a los ojos, en un susurro claro soltó un — ¿para qué nos has llamado?, ¿es momento de volver? —esperando su respuesta, se alejó unos metros y observó con atención a todos los presentes. 

Sin duda, la Marca Tenebrosa había ardido en más de uno de los brazos de los magos pertenecientes a las mejores familias del mundo mágico inglés, algo que le causo gracia y diversión, porque ¿cuándos de ellos se habían escondido mientras estuvieron en declive? no tenía ni idea, pero estaba segura de que nuevamente volverían a jurar lealtad, al menos en esa noche, así que esperando la respuesta o que alguno de los presentes dijera algo más, la Black Lestrange permaneció de pie, con su varita en la túnica y actitud despreocupada, notado como también estaban algunos prisioneros a su alrededor, ¿quién hablaría primero y que harían? Eran las preguntas que rondaban por su mente.

 

Editado por Mia.
corregir grámatica (?)
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La hora había llegado, poco a poco los miembros de la Marca Tenebrosa comenzaron a darse lugar frente a la mansión, a la expectativa de que su nuevo líder cumpliera realmente con las expectativas. ¿Lo haría? Ni siquiera el mismo Cillian estaba seguro de eso.

Una vez que estuvieron todos reunidos, comenzó:


— Estoy seguro de que la mayoría de ustedes sabe por que los he llamado —no podía mostrarse nervioso ante aquella situación—. Me he mantenido al margen desde el día de su muerte, mismo en el que me he terminado convirtiendo en su líder —ni siquiera podía mencionar su nombre— pero ha llegado el momento en que debo demostrarles que tengo lo necesario para ocupar este lugar frente a ustedes. 

El anterior líder de la Marca Tenebrosa había muerto apenas un par de días atrás víctima de un extraño virus que un grupo de científicos muggles había liberado en algún momento del pasado con la intención de librarse de los magos, mismo que no logro convertirse en un problema real para el mundo mágico pero si logró infectar a un reducido grupo de ellos. 

— Ha llegado el momento de vengar su muerte... —Su voz comenzaba a sonar más fuerte a cada palabra.

Con un leve gesto de cabeza indicó a sus lugartenientes que era momento y estas se encargaron de trasladar a las víctimas fuera de la mansión, era un grupo de casi treinta muggles que se encontraban completamente maniatados y amordazados. Situaron a un hombre que parecía haber pasado ya los cincuenta años de edad justo al frente de Cillian y al resto frente a cada uno de los miembros del bando. 

— Estas personas son el grupo de científicos que creo el virus con el que lograban terminar con la vida de todos y cada uno de los magos, el hombre frente a mi es quien se mantuvo al frente de la investigación durante todo momento. Ellos querían erradicar la magia del mundo y es principalmente por razón que esta noche van a morir. 

El rubio dio un paso hacia atrás y apuntó con su varita al hombre frente a él — ¡Avada Kedavra! —murmuró y acto seguido el rayo que salió de la varita terminó con la vida de aquel había creado el virus que le quitó la vida al anterior líder de la Marca Tenebrosa. Ahora era momento de los demás miembros del grupo demostrar su lealtad y terminar con la vida de los demás muggles ahí presentes. 

— Morsmordre —por última vez durante aquella noche, Cillian utilizó su varita para invocar la Marca Tenebrosa en el cielo justo arriba de la Mansión Riddle. Sabía bien que los gobiernos mágicos estaban detrás de ellos pero eso no lo iba amedrentar en su camino hacia lograr por completo la pureza del mundo mágico. 

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Reí por lo bajo ante las palabras de Cillian. Habían llegado muchos compañeros y por lo que parecía la reunión era más importante que de las cualquiera que fueron llevadas a cabo anteriormente.

Muchos aromas se repetían una y otra vez en mis fosas nasales y se quedaban grabados en mi memoria a pesar del asco que me daba el olor a humano que impregnaba en el ambiente y no es que fuera muy agrable, orines, heces, sudor, lágrimas... Alcé la varita para que todos la vieran

- mis señores yo no voy a usarla - la guardé en mi bolsillo pero extraje del morral un cuchillo de doble hoja - pero ésto es lo más indicado para los cerdos... a los cerdos hay que tratarlos como lo que son... basura llena de inmundicia - uno de los presos lloraba como pidiendo perdón, yo callé y con mi fuerza conseguí agarrarlo del cuero cabelludo, seguramente intuía su final porque se había quedado mudo -lástima... podrías gritar, eso ayudaría a la sangre a que estuviese más viva - con otro movimiento más de mi mano saqué un caldero mediano que tenía guardado en el morral de moke, y susurrando varias letanías en voz baja elevé el cuchillo a la luna lo bajé con rapidez y de un tajo, le abrí el cuello y para que no salpicara demasiado, llevé su cuerpo hasta el centro y con un encantamiento extensor había hecho que el caldero fuera más grande de lo habitual para que no se derramara fuera del caldero, la sangre que ya iba cayendo y que se notaba ya en el ambiente.

- No me lo tiren por favor, serán las reservas de sangre más frescas que hace mucho que no tengo -reí tras ésto. Limpié mis manos con un pañuelo y con el filo de la daga, le di un lametón hasta llegar a la punta - mmm, sabroso -lo guardé de nuevo en el bolsillo, mientras una pequeña catarata se iba formando en su cuello.

 

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Unas cuantas máscaras se le hicieron conocidas a Zenin, muchos eran los que habían respondido a la llamada del nuevo líder de la marca tenebrosa, sin embargo, el japonés solo conocía a unos cuantos. La última incursión que hicieron en casa de una posible simpatizante fenixiana, le dejó un sabor agridulce. Quizás por lo rápida que acabó la noche para él, no podía recordarlo porque, según le habían comentado al día siguiente, sufría de resaca. ¿Borracho con vino barato? ¿Ese era el efecto del vino que toman los de clase baja? Nunca lo averiguaré, no tenía pensado volver a repetir la experiencia. —Sucios Granger sangre sucia...  

Una de las camaradas que le sonaban de la incursión era la mortifaga que vestía la máscara de medusa. Caminó hasta ponerse a una distancia adecuada para mantener una conversación sin levantar sospecha de que no prestaban atención a lo que sucedía con aquellos muggles. —No sé de qué me hablas, medusa— negó sin mucho esfuerzo la insinuación de la bruja. —Creo que el vino estaba envenenado, o llevaba algo— soltó seguido de una mueca que nadie vio porque llevaba la máscara que le cubría toda la cara. —Es la última vez que me verás así, tengo una reputación que mantener...  

Cruzó los brazos refunfuñando para sí mismo. Se había permitido un lujo que no le venía para nada bien, lo único que le podría traer este tipo de comportamiento no era más que debilidad. En sus escasos 30 años le había ido bien solo, confiando únicamente en una persona, la única que lo ha visto tal y como es y a quien le debe todo aquello que ha conseguido, todo aquello por lo que el Malfoy se sacrificó.  

— No lo menciones, medusa, lo hice por el bando, no podemos permitirnos bajas nada más empezar nuestro resurgimiento— La bruja de cabellos rojizo se volvió a acerca a Zenin al cabo de un rato, mientras Cillian se preparaba para dar su discurso. —Sin embargo— susurró acercándose un poco más a la mortifaga. —No olvidaré tu ofrecimiento, nunca se sabe cuándo uno pueda necesitar de un favor— finalizó volviéndose a separar de Medusa y prestando atención a las palabras del líder de los mortifagos. Zenin se quedó pensativo durante el asesinato de los muggles, las palabras de ánimo que pretendía dar el líder le sonaron vacías y superfluas... ¿Es ahí en donde debería estar? No tenía dudas de que ese era su sitio, sin embargo no dejaba de pensar en quien los estaba liderando en ese momento, y de sus aptitudes como cabeza de facción.  

—Se lo tenían más que merecido, sucios traidores— soltó el nipón cuando el último de los muggles dejó de respirar.

 

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Calles de Londres

La noche húmeda empapaba las calles londinenses y el olor del smog se mezclaba con el aroma a tierra mojada de los adoquines. Isobelle, oculta entre las sombras, observaba a su víctima desde lejos mientras ésta se detenía a encender un cigarrillo. Su presa era un hombre joven, despreocupado, que jamás sospecharía que estaba siendo observado.

<<Muggles...siempre tan confiados de su superioridad en la cadena alimenticia>>

La llama parpadeante iluminó por un instante el rostro pálido del joven. Rondaría los 30 años, desgarbado y con ropas demasiado grandes para su cuerpo. Desde la distancia, podía escuchar el corazón de aquel humano retumbar como un tambor y sus colmillos se alargaron, anticipando el dulce néctar de vida.

Dispuesta a atraer a su víctima, salió de su escondite, alertando al chico de su presencia con el suave pero intencional claqueo de sus tacones. El chico miro en su dirección y sonrió para sus adentros cuando le vio ignorar el peligro en que se encontraba. Ser mujer tenía sus ventajas, una de ellas es que, si jugaba bien sus cartas, nunca nadie sospechaba de ella. ¿Como podría una mujer como ella superar en fuerza a un hombre?

¿Tendrás un encendedor? —preguntó la Selwyn con aquella voz profunda y melodiosa como campanillas lejanas que la caracterizaba, mientras levantaba una elegante mano para mostrar el cigarrillo que llevaba consigo —Me lo he dejado en casa y me urge uno de estos.

Bastó con dedicarle una coqueta sonrisa para que el chico bajase la guardia y con una imperceptible rapidez, pronto lo tuvo entre sus manos. Al clavar sus colmillos en la yugular, Isobelle sintió un estremecimiento de placer que recorrió su cuerpo. La sangre caliente inundó su boca, un elixir que la revitalizaba.

Pero la euforia fue efímera. Un dolor punzante en la espalda la obligó a interrumpir su festín. La Marca Tenebrosa, una serpiente tatuada que se extendía desde sus omóplatos hasta la parte baja de su espalda ardía como brasas. Con un gruñido gutural, se desvaneció en la noche, dejando tras de sí un rastro de sangre y un cuerpo sin vida. La mansión Riddle la llamaba, y no podía desobedecer.

Mansión Riddle

Isobelle se materializó en el vestíbulo, una sombra elegante que contrastaba con la opulencia decadente de la mansión Riddle. Los muros, adornados con tapices oscuros y desgastados por el tiempo, susurraban historias de oscuros rituales y ambiciones desmedidas. Era su primera vez en la guarida de los mortífagos y, a pesar de su frío exterior, un escalofrío recorrió su espina dorsal.

<<Más vale que haya sangre fresca que probar>>, pensó, sus ojos violetas brillando en la penumbra.

Con un gesto grácil, hizo desaparecer su abrigo, revelando un vestido de terciopelo negro que se ceñía a su figura como una segunda piel. El escote pronunciado, adornado con un delicado encaje de araña, dejaba al descubierto una clavícula elegante y una piel pálida como la leche. Un collar de lapislázuli, frío al tacto, pendía de su cuello.

Guiada por el intenso aroma a sangre y miedo, se adentró en el salón de reuniones.

Espero que esto sea importante — murmuró, su voz cortante como un cuchillo.

El olor de la sangre inundó sus sentidos y por mero instinto, sus colmillos afloraron amenazantes contra las sobrenaturales y hermosas facciones de su rostro. El salón de reuniones era un aquelarre de criaturas oscuras, un festín para los sentidos de la Selwyn. Cuerpos mutilados yacían esparcidos por el suelo, y el hedor a sangre y muerte era casi palpable. Isobelle se apoyó en una columna, observando la escena con una mezcla de curiosidad y desdén. La atmósfera era irrespirable, cargada de una energía oscura y corrompida que la excitaba. En medio del caos, Cillian, el Líder, pronunciaba un discurso, su voz resonando como un trueno en la habitación.

Apoyando su cuerpo en contra de una pared, se dedicó a recorrer la estancia con la mirada, escuchando sin realmente hacerlo, las palabras de quién lideraba actualmente aquella organización. Algunos de sus compañeros iban enmascarados y otros, como ella, dejaban su rostro a la vista de los demas. Se dedicó a admirar bellezas y a tratar de adivinar pensamientos, hasta que la palabra "virus" captó su atención.

Su mente entera se concentró en la información divulgada, intentando calmar la rabia que amenazaba con explotar. Se había unido a los rangos de los mortifagos poco después de la muerte de su madre con el deseo intenso de vengar tan atroz suceso. Lyra había sido su motor y su fuerza y su pérdida aún pesaba en el corazón inerte de la vampiro. Entre experimentos y antidotos inútiles, aquellos seres inferiores le habían arrebatado el ser más importante en su vida y ahora ella se encargaría de encontrar a los culpables y hacerles pagar.

Mi madre me enseñó a respetar la vida, pero también me enseñó que algunos errores deben ser castigados —Su voz era suave, casi monótona, mientras examinaba a su víctima con ojos gélidos.

Con un movimiento rápido, hundió sus colmillos en el cuello de su la muggle. La sangre caliente inundó su boca, un elixir que la revitalizaba y la conectaba con la oscuridad. La sangre era su venganza, su redención. Con cada sorbo, se acercaba un poco más a la justicia que tanto anhelaba. Y aunque sabía que el camino sería largo y tortuoso, no se detendría hasta que todos los responsables pagasen por sus crímenes.

Bien, ¿quién sigue? — Exclamó con entusiasmo mientras dejaba caer el cuerpo inerte de su primera víctima. Una sola gota de rubí, nacida de la vida arrebatada, se deslizó por su barbilla, pintando un sendero de carmín sobre su piel pálida.

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Se encontraba de pie, en medio de la penumbra, con una postura que irradiaba tanto elegancia como poder⸺su silueta alta y esbelta se recortaba contra la luz tenue de las velas, y el suave ondulado de su cabello castaño caía como una cascada hasta su espalda. Observó a su alrededor, en silencio, tomando nota de los rostros que la rodeaban, algunos conocidos, otros nuevos y enmascarados, cada movimiento que hacía, por pequeño que fuera, parecía deliberado, como si el peso de su presencia dominara la sala.

El leve roce de sus dedos sobre la piel tersa de su brazo revelaba una paciencia contenida, y es que la atmósfera era demasiado pesada, incluso para su gusto, impregnada por la magia oscura que todos compartían, por el anhelo de regresar en el tiempo y revivir lo que con tanto esmero se esforzaron por edificar, pero todo era demasiado superficial, no era el momento de arrebatos impulsivos. 

Las palabras de @ Cillian Haughton  resonaron en sus oídos mientras él invocaba la Marca Tenebrosa y acababa con la vida del científico muggle. 

Un escalofrío recorrió su espalda, pero no por el acto en sí, sino por lo que este representaba: la consolidación de un nuevo liderazgo en el que aún no estaba segura de confiar. Juliette no era una seguidora ciega, ni tampoco una rebelde sin causa⸺había aprendido con los años que el poder no debía obedecerse sin cuestionamientos, pero también que oponerse sin estar completamente segura de que el momento era el adecuado era un riesgo considerable.

Así que sólo se mantuvo al margen, y cuando @ Hecate Engosvezhof  comenzó su espectáculo grotesco con el muggle, la expresión de la Rosier no cambió⸺había presenciado peores horrores en nombre de la Marca, y aunque nunca se había deleitado con la violencia gratuita, tampoco la rechazaba. Para ella, la muerte era una herramienta, un medio para un fin. Pero aquel asesinato ritualista era una distracción. 

¿Sangre fresca? No era el motivo por el que estaba allí.

Miró a Cillian detenidamente, sus ojos esmeralda se habían oscurecido y adquirido una frialdad tan implacable como el acero, mientras lo evaluaba en silencio. Los susurros entre los mortífagos sonaban como el zumbido molesto de insectos, cargados de una ominosa resonancia de poder oscuro. Todo parecía flotar en el aire, pero Juliette se mostró indiferente⸺ella buscaba respuestas claras y concretas. La ambición del nuevo líder estaba clara, pero ¿era suficiente?

Finalmente, dio un paso adelante con la varita colgando perezosamente de su mano derecha, y entonces, se atrevió a hablar con aquel melodioso tono controlado de siempre.

Muy bien. . . hemos respondido a tu llamado, Cillian*, pero una pregunta persiste en mí. ⸺dijo con la calma peligrosa de alguien acostumbrado al poder o al respaldo de una familia de renombre, que aunque no estuvieran presentes en ese momento, su influencia seguía resonando a través de sus palabras. ⸺ Sabemos que el virus fue una amenaza, y la venganza es un placer… pero ¿qué nos espera después de esto? ¿Cuál es tu plan para el futuro de la Marca Tenebrosa? Porque si todo lo que tienes para nosotros es sangre y cadáveres de muggles, temo que nos quedaremos con las manos vacías muy pronto.

La bruja inclinó ligeramente la cabeza, sin apartar la mirada de él.

Danos una razón, algo más allá del odio, para seguirte... porque lo que enfrentamos no es solo venganza, sino también el resurgir de la magia más pura… o nuestra completa extinción. ¿Estamos realmente preparados para lo que se avecina?

El salón quedó en silencio por un momento, mientras Juliette aguardaba la respuesta del nuevo líder.

@mortios 🤍

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El líder de la Marca Tenebrosa explicó finalmente lo que hacían allí, y con ello levantó un sin número de dudas en la bruja. Unos 30 muggles yacían arrodillados frente a cada mortífago. Según su líder, estos eran responsables del virus genético que aniquiló a decenas de magos en tiempos del Inquisidor. No bien los introdujo en las afueras de la Mansión Riddle, había acabado con el primero de los prisioneros. La Marca Tenebrosa flotaba ahora sobre todos ellos.

Muchos de sus compañeros se unieron a la masacre de inmediato. Era evidente que ninguno de los rehenes saldría con vida, pero…

Yadiz comprimió su quijada por instinto en una repentina colera que nacía desde la parte alta de su nuca y se extendía hasta su varita en la mano. Se hallaba contrariada hacía quien tenía más furia, si hacia los científicos en cuclillas o hacia sus secuaces que se jactaban ahora de muertos y torturados frente a ellos. Sin mucho esfuerzo, Medusa tiró del cabello oscuro del muggle frente a ella para ver su cara.

Era un joven adulto de unos 28 a 30 años. Tenía la piel pálida y desnutrida. Llevaba marcadas en sus mejillas múltiples lágrimas secas, que no pudo remover por las ataduras de sus brazos a la espalda. Miró a la bruja con los ojos cansados y una mandíbula ensangrentada desde la comisura de su labio inferior.  Miedo… cansancio… confusión… pero sobre todo odio, leía en aquellos ojos azabache bajo los que, por un segundo, miró su propio reflejo. Le removió la mordaza con brusquedad.

… tengo dos pequeños que no veo hace 2 meses. Su madre murió y me necesitan. ¡Por favor! – saltó de inmediato en un cúmulo de ruegos a la bruja.

– Te odio tanto como tú a mí. Pero si te haces de utilidad y silencio puede ser que les vuelvas a ver. – le contestó sin mucha atención. Soltó su cabello y lo empujó hacia atrás tirándolo de bruces al suelo. Medusa levantó su mirada dando varios pasos, acercándose a Cillian. Caminando escuchaba a una de sus compañeras cuestionar el liderato de Haughton.

Yadiz concordaba con las palabras de su colega sin embargo, en ese momento eran otras sus dudas. Lo que realmente le inquietaba era que estuviesen asesinando la fuente de información necesaria para cazar a futuro.

– Solo espero que sepas a que oficial superior respondía esta escuadra. Confío que la velada esté acompañada de una dirección para extinguir esa legión. – le riñó pausadamente mientras pateaba el cuerpo inerte del cadáver frente a Cillian. – ¿O realmente piensan que son éstos los únicos que se dedicaron a perfeccionar la vacuna? – se dirigió ahora a todos los presentes para continuar.

– 8 legiones… Cillian… una por cada entidad dentro del G-8. Cada legión tenía a cargo al menos a unos 13 capítulos en toda Europa. A 10 escuadras por capítulo, les dejo a ustedes las matemáticas. Fui prisionera por 6 años de uno de esos capítulos. De ahí he vengado unas 7 escuadras como ésta. – confesó la mortífago, un tanto asombrada de haber compartido aquel detalle. Indiferente observó cada mortífago ensimismado en sus motivos, descuartizando a los muggles presentes. Llevada por la colera de perder información continuó:

–Mataron a nuestro antiguo líder… que pena… - mencionó sin deferencias reales- … como han matado a cientos de miles, y como seguirán matándonos sin problema. Si perdemos el tiempo asesinando muggles uno por uno, necesitaremos vidas en préstamo camaradas. Somos mortífagos porque entendemos que la magia es un don por encima de las capacidades humanas comunes… no un mal a erradicar… y definitivamente no para vivir en igualdad con una sepa menos hábil que la nuestra. Los muggles se destruyen hasta entre ellos. El verdadero peligro no es que sean sangre sucia o no, es que encima nos subestiman y osan querer contenernos… erradicarnos. – continuó Medusa con una voz consumida por el coraje y la decepción. Tomó del brazo al joven muggle que le habían asignado para tirarlo a los pies de sus líderes.

–Ya he acabado con muchos de ellos… Así que perdona Cillian si matar al jovensucho que han traído tú, Galia y Manon me place una mi****. Mínimo espero que me digan a qué capítulo pertenecían estos, y cuando cazamos a sus oficiales. Vine a recibir un plan, información, avances sobre cómo nos haremos del Ministerio Británico y cómo erradicamos a la Orden del Fénix. Acabar con la osadía muggle y los traidores de una buena vez... pero desde sus raices. 

El muggle se levantó implorando que le permitieran vivir. Se acercaba a la bruja sollozando, invocando piedad. Ella lo miró con desdén y pateo en la cara cuando este se atrevió a recostarse de sus rodillas. Tomándolo nuevamente por el pelo le susurró:

–No te confundas conmigo. Podrás ver a tus pequeños… sí.  Pero en la muerte cuando tú y tu estirpe sean erradicados. – le escupió mientras lo amordazaba una vez más y lo ponía al servicio de quien quisiera hacerse cargo de él.

–¿Sus órdenes? – concluyó en dirección a sus líderes. Sabía que estaba siendo insubordinada y aquello no podía ser premiado en la Marca. Pero prefería pagar con su vida antes que permitir que se redujeran a un mero festín de torturas en tiempos de una guerra tan latente.

Editado por Yadiz Vashtí

Los muertos resucitan // Mi mami mía de mí me viste (?) xD // Porque hierba mala nunca muere! :perv:

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