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• Mansión de la Familia Macnair •


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Isaac y Henry Howard, Macnair.

—¡Quítate, Isaac! 

Los alaridos se oían hasta la planta baja. Ambos hermanos habían aparecido por la chimenea del cuarto mad grande de toda la mansión, el de Pik Macnair. Desde su partida, las matriarcas habían decidido ocupar la habitación como forma segura de traslado. Aunque aquel hogar poseía muchos métodos de protección, esas cuatro paredes eran como una caja, dentro de una caja. 

—¡Papá!— Los pasos brutales resonaban escalera abajo —Ahg, no, para…

Un sonido hosco. Una carcajada. Y luego el eco de dos cuerpo cayendo como una maraña de brazos y patadas, hasta detenerse en el relleno de la puerta. Más carcajadas, y luego un sollozo lastimero. Pasos tranquilos y melódicos Llegaron hasta los gemelos. Aidan cargó en brazos a Henry y levantó del hombro a Isaac.

—¿Cuántas veces tengo que decírselo? Si su madre ha oído todo este alboroto, te las verás con ella, Isaac

El castaño recostó el rostro en el hueco cálido del cuello de su padre. Ellos, y Arya, eran los únicos que al tacto sentían eso del vampiro, los demás bien podrían alegar que era un témpano con patas. 

—Yo no le he hecho nada, él es un llorón— Henry se volvió y le sacó la lengua al rubio —¡Eres un bebé, Henry!— gritó. 

Los gemelos eran como el agua y el aceite. Dos personalidades totalmente diferentes, aunque físicamente fuese idénticos. Isaac, tenía las facciones redondeadas como una pequeña hada, nariz de botón, ojos azul claro y cabello rubio como el trigo, un poco rizado. Le encantaba jugar a las batallas, experimentar con cualquier tipo de poción que acabase en explosiones y la historia de la magia. Henry, por su parte, tenía el cabello de un tono rojizo oscuro, y sus ojos eran dignos de un Macnair. Su personalidad era tranquila, solía hablar solo, o pensar en voz alta, estaba obsesionado con las criaturas mágicas y la numerología, no le gustaba mucho el contacto físico y rara vez te veía a la cara cuando le hablabas.

De pronto los 3 hicieron silencio, levantaron la vista, y se dieron cuenta de que tenían espectadores. Una jovencita que para el hombre, era la viva imagen de su cuñada, pero con los ojos grises, y un muchacho que no conocía. No se alarmó por esto último, los Macnair sabían que la casa solo permitía la entrada de personas que no tuvieran intenciones de dañar a la familia, luego Sebastian se presentó, y todo quedó resuelto. 

—Buenas noches a los dos—Saludó Aidan —Esta mansión jamás ha estado tan concurrida...

Isaac se escondió detrás de su padre y Henry cerró los ojos. 

@ Baela Macnair  @ Sebastian Macnair  @ Astara Macnair

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Le quité importancia a eso de que no me hubiera prestado atención a la mención en las cartas de Ámbar. La verdad que todo el mundo había estado alborotado desde hacía unos cuantos años.

Era pequeña cuando sucedió lo de la Caída del Secreto de la Magia, fue en el 2020 y con tan sólo seis años, poco podría haberme acordado. Sí tenía la sensación del alboroto a mi alrededor, de los momentos oscuros de la guerra, de haber sentido que Ava era demasiado cuidadosa con sus palabras en sus tutorías. Recordaba las miradas asustadas de mis padres, haber dejado mi casa atrás para mudarme fuera del país. Pero todo era como una sombra en mi mente, recuerdos difusos de tensión entre momentos felices, como mis cumpleaños o los veranos viajando.

-Uhm, sí, ya comenzamos las clases- me encogí de hombros-. Baela Macnair, desde luego, la hija de Juliette- sonreí, feliz de poder cierta información sobre la familia que ella desconocía pero yo no-. Nos conocimos en Hogwarts, yo estaba en segundo cuando ella cruzó la fila larga de alumnos de primero y se sentó en el taburete. Por supuesto, su apellido no pasó desapercibido para nadie y todos se giraron a verme. Claro que yo no parezco una Macnair- de nuevo, le quité importancia con un ligero encogimiento de hombros.

Entonces, se escuchó movimiento en el piso de arriba y lo primero que se me vino a la mente, era que yo había limpiado las ratas de la casa hacía unos meses... Pero luego, Arya mencionó lo de los gemelos. ¡Si! Claro que quería conocerlos. Sólo sabía de ellos por las fotos y cartas que Castalia me había enviado.

Llegaron a la puerta de la cocina, uno en brazos de Aidan, el otro caminando y acomodándose la ropa. ¿Qué edad tenían? ¿Ocho? ¿Siete? No lo recordaba. Entonces, por detrás de Aidan, la puerta de la mansión se abrió e ingresó un visitante, preguntando si allí había alguien ( @ Sebastian Macnair ), ignorando completamente al primo @ Sean -Ojo Loco- Linmer  , que se había dado la vuelta para irse cuando nadie le había respondido a su saludo. Bueno, yo tampoco sabía que estaba en la casa, así que iba a tener que disculparme. Los cuadros me habían advertido que nunca dejara sin llave mi propio cuarto, ya que a Sean le encantaba husmear.

Entonces, como si hubiera sido invocada por algún tipo de magia de la propia casa, @ Baela Macnair  apareció por el arco debajo de las escaleras, probablemente provenía de la biblioteca, donde pasaba la mayor parte del tiempo.

-Estamos demasiado concurridos para ser un día de la semana a las once de la noche- comenté, dándole un sorbo a mi té, que había empezado a enfriarse. El vaso de leche había quedado olvidado sobre la encimera.

@ Arya Macnair  @ Juliette Macnair  @ Leopold Macnair

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Sonreí aliviada al ver por fin a mis muchachos. 

Aidan bajó a Henry que corrió hasta tomarme de la mano, era su forma de expresar cariño hacia mí. Una noche los había oído susurrándose cosas bajos las sábanas, y él le había confesado a su hermano que en ocasiones me temía. Isaac seguía detrás de las piernas de su padre, cosa que significaba que algo había hecho. Alcé una ceja y lo miré fijamente, mientras cada recién llegado se saludaba cálidamente. En efecto, la mansión jamás había estado tan concurrida como esa noche, repleta de desconocidos con quien compartía sangre, era emocionante y aterrador a la vez.

—¿Qué hicieron ustedes dos?— Pregunté, Henry soltó mi mano y miró al pequeño rubio.

—Isaac quería entrar en la chimenea antes que yo— habló bajito, casi no puedo terminar de oírlo entre tanto barullo —Pero le dije, que papá me había dejado hacerlo a mí esta vez, porque en Escocia...

—Porque en Escocia fui yo primero— lo interrumpió Isaac en tono de burla —Pero en Berlín tú fuiste primero, no te tocaba ahora, eres un bebé Henry.

Dedito acusador. Si los dejaba seguir por ese camino acabarían a las patadas. Ellos se querían mucho, pero no dejaban de ser dos niños de siete años, demasiado amados y un poco malcriados. Por lo que alcé mi propio dedo y señalé a Isaac, haciendo una floritura. 

—Ambos son mis bebés, y no he visto a mis bebés en ...— Miré a Aidan —¿Cuánto tiempo?

Él me sonrió, se acercó a dejar un beso en mi mejilla y sus facciones denotaban picardía, más no iba dirigida a mi, sino a los gemelos.

—Años diría yo, en años.

Automáticamente ambos soltaron un chillido enloquecedor y corrieron escaleras arriba. Sabían que me los comería a besos y prefirieron escapar, pero se detuvieron a la mitad, con una compradora sonrisa en sus dulces rostro, —¿Podemos ir al cuarto del abuelo?— preguntaron al unísono. Aidan iba a negarse, pero se los permití, ambos se fascinaban por las cosillas que Pik escondía allí. 

—¿Astara, crees que podamos hacer uso de algún elfo? Necesitaremos varias tazas de café— consulté con la platinada. 

De pronto, no puedo explicar lo que sentí, el alma decidió abandonar mi cuerpo. Sentí mucho frío, como cuando un Dementor merodeada cerca de ti. Me sentí triste, feliz, melancólica y angustiada a la vez. Todas las voces ajenas a la de ella sonaban lejanas, amortiguadas. Creo que de no estar siendo sostenida por mi esposo, desde la cintura, las piernas se me hubiesen vencido. Allí estaba ella, la había buscado por tantos sitios, por tanto tiempo. La visión se me nubló, un nudo se asentó en mi garganta y, Dioses, casi no podía respirar. 

Juliette... 

Me enjugué las lágrimas y enfoqué la silueta que provenía de la biblioteca, no, no era ella. Era más joven, su aura no era tan oscura ¿Serían ciertos los rumores? mi corazón se reactivó, latía desbocado, cada palpitar resonaba en mis oídos, iba a quedarme sorda. Aidan me preguntó si estaba bien, pero solo lo vi mover los labios. Me solté de su agarre, caminé dando tumbos hacia Baela, atravesé la sala empujando a todo mundo y me planté ante ella. No pude decir una sola palabra, lo intenté, pero estas se negaban a salir por mi boca, parecía un pez fuera del agua. Entonces, lo único que pude hacer, fue abrazarla, lo cual, si ella no sabía quien yo era, sería bastante incómodo. 

@ Baela Macnair  @ Astara Macnair  @ Sebastian Macnair

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Había resultado bastante raro aquel encuentro, de un momento a otro el mago solo había dicho que era verdad que no debía estar ahí, dio la media vuelta y se fue. La Macnair se encogió de hombros y regreso sobre sus pasos a la mansión, de todos modos ya había pasado mucho tiempo a esa hora de la noche como para seguir estando afuera. 

Aún era de noche por lo que la casa se sentía demasiado sola para esa hora del día, sabía que en la mañana o por la tarde la casa estaría más habitada ya que todos se despertaban e irían a la escuela. Por lo que subió a su habitación y fue a dormir ya sería hora de que viera a Sebastián en esos días y mejor era descansar para el encuentro.

 

Al día siguiente

HAbia despertado algo tarde ya, por lo que cuando salió de su habitación se escuchaban muchas voces en la planta baja, se escuchaba que eran muchas personas, lo cual era muy extraño en esa mansión; había pasado años en solitario por aquel lugar.

Bajo la escalera y la escena que vio, fue encantadora. Varias adolescentes se encontraban ahí, así como los niños de Arya, Arya la cual no había visto desde hacía mucho tiempo y su hermano Sean. Bajo más los escalones y por fin pudo ver a quien hacía tantos años anhelaba.

Sebastian!- grito y corrió a abrazarlo, no quiso ignorar a los demás, pero era imposible no ir a recibirlo como debería -cuanto tiempo sin verte hijo, mis ojos lloran de placer por ti- susurro mientras lo abrazaba aún más fuerte y se dio cuenta que estaban en presencia de más gente -hola chicas disculpen por no presentarme, soy Idylla Macnair, supongo que todos ustedes son mis sobrinos- comento la Macnair mientras no soltaba la mano de su hijo, tampoco quiso molestar a Arya en su encuentro con su hermana Juliette. Por lo que cuando tuviera tiempo la saludaría. 

@ Sebastian Macnair  @ Baela Macnair  @ Astara Macnair  @ Arya Macnair  @ Sean -Ojo Loco- Linmer  @ Juliette Macnair  

Editado por Idylla Macnair T.

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Mientras acariciaba la calva de Anoushka un hombre mayor abrió la puerta, su atlético cuerpo despedía un rico aroma humano, fresco y agradable, como la mayoría de ellos. Leopold alzo la mirada y se perdió en los matices grises de sus ojos. Pero éste tenia un único defecto, su largo cabello. 

Intento figurar una sonrisa amble en su rostro.    Hola, estoy buscando a Juliette...    respondió con total serenidad, su tono de voz grave desprendía seguridad, pero por dentro estaba nervioso, necesitaba saber si la dirección era la correcta, si aquella mujer que le dijeron era su madre, realmente quería verlo. ¿Ella sabría de su historia, luego de su nacimiento?    No quisiera incomodarlo con mi petición, pero, ¿podría pasar? algo me dice que estoy en el lugar correcto   , Anoushka parecía curiosa observando el interior de la Mansión, la cual se encontraba extrañamente viva, podía sentir la presencia de varias personas dentro, pero no sabia con certeza quienes eran, después de todo, ésta era la primera vez que Leopoldo visitaba sus raíces. 

La figura de su madre no desaparecía de su mente, sobre todo por ella, por si estaría bien, por si podía acercarse otra vez. Había buscado información sobre ella, pero sus fuentes en esas cosas, no eran demasiado buenas, y no quería involucrar a nadie, porque podía salir a relucir, al final de la historia, quien le había arrebatado su niñez. 

Efraín podía disimular muchas cosas, pero que tenia ganas de asesinar a la persona que le quito a su madre, no. La mayoría de las veces mantenía una posición neutral, era calmado y pensativo, pero algunas situaciones o personas, dejaban a relucir su instinto más primitivo. 

No espero la respuesta de aquel mago, simplemente se hizo paso adelante e ingresó. 

Quedó inmóvil al ver tantas personas dentro, no sabia quienes eran, y estaba seguro de que ellas tampoco sabrían quien era él. 

 

@ Juliette Macnair

Me perdí entre tanto rol. (?) déjenme empezar de a poco wey.

CC: todos. (!)
 

Editado por Leopold Macnair
xq no se puso la negrita o_ó
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Frente a mi había un tipo...normal acompañado de una elfina. Creo que esto último era lo que más destacaba. Intente encontrar algún otro referente para conocerlo más a detalle, pero esos ojos azules, el cabello rubio con destellos castaños y nariz aguileña no me decían nada en particular. Habría que ver su actitud. Un buen Macnair siempre se percibe por su actitud. Si era ladrón. Era el mejor ladrón…si era mortio pues de los mejores...y Ministerial....pues hasta el Wizengamot no parábamos. Por mi parte ya dejaría pasar el tiempo. Si era visita y no familiar ya lo tendría en cuenta en mi clasificación de robable o no. 

-Juliette???.....-miré con detenimiento por un momento al gran salón que era el recibidos para ver el árbol familiar y ahí...si la encontré...- Ahh si Juliette -dije disimulando mi despiste. No la conocía...creo, pero si estaba en el árbol...pues quien era yo para dudarlo. -Adelante...pase y tome asiento. Alguna bebida...un refrigerio....pida por esa boca.- yo tranquilo al final la que pagaba las cuentas era Cissy. 

Uno tan servicial como siempre…por suerte al recibidos llegaron más personajes. Quien lo pensaría que se podría animar tanto la Mansión cuando segundos antes parecía vacía. Si....sin dudas las casas mágicas tienen su truco.

-Hola @ Idylla Macnair T. - dije saludando a la que conocía, mi hermana, que bajaba por las escaleras. Supongo que tendría que aprenderme una larga lista de nombres familiares mientras estuviese por aquí. 

@ Juliette Macnair

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Observó cómo el chico desconocido — Sebastian, como había dicho — luchaba por mantener una postura confiada, aunque la nostalgia y el nerviosismo en su voz eran inconfundibles. Al escucharlo mencionar a su madre, @ Idylla Macnair T. , un nombre que resonaba en su memoria como uno más entre los múltiples vínculos familiares, Baela se relajó solo un poco, aunque no del todo. Eran demasiadas cosas por procesar.

@ Sebastian Macnair …⸺repitió el nombre con suavidad, y cuando estaba a punto de responder oyó los tropezones, empujones, gritos y se atrevería a decir, que hasta arañazos: pequeños gatitos traviesos, pensó ella divertida.⸺ Buenas noches…

Respondió al saludo del hombre, no lo conocía personalmente, pero lo reconocía de las fotografías que su prima Ámbar le había mostrado durante aquellas noches de pijamadas en Hogwarts. Sin embargo, su presencia era mucho más imponente de lo que había imaginado, así que, para disimular su nerviosismo, se colocó un mechón de cabello oscuro detrás de la oreja derecha, mientras escondía la otra mano en su espalda, jugueteando con los tirantes de su vestido negro.

Y entonces oyó la voz de @ Astara Macnair .

Un suspiro de alivio se le escapó mientras apoyaba una mano en su pecho. Nunca se había sentido cómoda siendo la anfitriona, y menos cuando debía ser el centro de atención, incluso el mero hecho de pensarlo la ponía nerviosa. Apenas lograba sobrellevar su rol como prefecta este año, y eso que solo habían pasado unos pocos días desde el inicio en Hogwarts. Se sentía completamente torpe, especialmente en comparación con su madre, quien parecía moverse con tanta gracia y confianza en cualquier lugar al que fuera.

⸺ ¿Qué te parece si los guías a sus habitaciones? Creo que dejé un par de pergaminos sin acab… ⸺entonces enmudeció por completo al ver la figura pelirroja de aquella mujer que siempre vio en fotografías, pestañeó varias veces, incapaz de reaccionar como una persona normal ante la belleza majestuosa y casi irreal de la bruja Macnair.⸺ ¿Arya?

Murmuró para sí misma. @ Arya Macnair , la mujer de las historias que sólo Dróvik reveló para ella en momentos de angustia. La hermana de Juliette, su madre. Una conexión como ninguna otra, totalmente fuera de este mundo. Eran la mitad de la otra, o al menos así se contaban las viejas canciones. Pero… ¿por qué la miraba así?

⸺ ¿Tía Arya? ⸺dijo con suavidad mientras sentía el cálido abrazo de la bruja, un toque reconfortante y lleno de amor, algo que pocas veces experimentó en su vida pues su madre parecía estar siempre envuelta en sombras, fantasmas y oscuridad.

Sintió un pequeño nudo en la garganta, pero se contuvo. No estaba sola para dejar que las emociones afloraran, y además debía ser fuerte, no mostrar debilidad. Aún así, se permitió como pocas veces, corresponder a tal gesto cerrando los ojos mientras aspiraba el dulce perfume de las hebras rojizas de su cabello.

Y entonces…

…estoy buscando a Juliette…

Con delicadeza, la joven Macnair se apartó de los brazos de su tía y se asomó tímidamente por encima de su hombro, estirando tanto el cuello que tuvo que ponerse de puntillas para alcanzar a ver la extraña figura que entraba en la Mansión con la ayuda de @ Sean -Ojo Loco- Linmer . Frunció el ceño, desconcertada. De repente, su corazón comenzó a latir con fuerza, una mezcla de nervios y escalofríos la recorrió. Era una sensación extraña, una mezcla de familiaridad y miedo al mismo tiempo, o quizás era simplemente el estar rodeada de tantas personas lo que la hacía sentir sofocada.

⸺ ¿Mi madre está aquí? ⸺murmuró para sí misma, y es que, aunque sabía que la visita de ella era inminente, aún la imaginaba trabajando para el MACUSA en Estados Unidos. Pero claro, Juliette era Juliette, y con ella nunca se podía estar seguro de nada.⸺ ¿Y tú quién eres? ¿Cómo es que conoces a mi madre?

Se atrevió a preguntarle cuando se plantó frente a @ Leopold Macnair .

Pd. hice mi mejor esfuerzo por incluirlos a todos lalala.

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౨ৎ

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Con las vueltas que da la vida, ¿Cómo no temer? Dudar, intuir, sopesar y sospechar... O querer y necesitar saber qué depara el futuro. Leopoldo había sabido qué sucedería una vez que se reencontrase con Juliette: se arrepentiría por el resto de su vida de la forma en que se había visto traicionado, pero jamás la lloraría, jamás volvería a pensar en ella. El paso del tiempo había demostrado que se equivocaba y que, cuanto más viejo se hacía, menos podía dejar de recordarla.

La noche anterior, Efraín despertó de una de las tantas pesadillas que tanto le atemorizaban. Había visto a un hombre maquillado de negro, sonriéndole, haciéndole una promesa de futuro que Macnair seguiría con toda su alma. Un sueño — o una pesadilla — tan precisa como esa fue la gota que colmó el vaso. Por ello, decidió solicitar los servicios de alguien más capaz en la materia del futuro para decirle qué sucedía.

Una vez que ingreso se detuvo frente a las presentes y tosió ligeramente en un burdo intento por acomodarse el pelo desaliñado que indicaba la falta de sueño y de tiempo, así como las ojeras que tenía o los débiles movimientos que esbozaba. Pese a todo, iba vestido en traje cual galán encorbatado.

- ¿Interrumpo algo?  - Preguntó después de ver la familiaridad con la que se trataban, y encontrarse con la mujer que resolvería alguna de sus dudas... O que incrementaría el numero de incógnitas que no le permitían dormir. No habia esperado para nada semejante carga de maquillaje o aspecto físico. Lejos de resultarle desagradable, la bruja de ojos verdosos, disfrutaba de un porte del que pocas mujeres podían presumir. De hecho, se mostraba incluso... intimidante. 

Pandora -quien lo había acogido- era como ella, una buena persona, noble, humilde y entregada. Aquellas fueron las primeras impresiones que Leopold tuvo acerca de la mujer con piel porcelana. Eso, o bien simplemente se limitaba a ser agradablemente familiar. Sea como fuere, Leopold se sintió primeramente a gusto en aquel lugar y quizá eso le levantó un poco le ánimo.

- No sé por qué, pero siento que nos conocemos desde hace mucho tiempo. - Expresó a la mujer que tenia enfrente, y lo observaba con el ceño fruncido. 

Su mente, cuerpo y ojos, estaban en ella, en su familiaridad. Algo de ella lo hacia sentir seguro.

@ Baela Macnair - @ Juliette Macnair

Editado por Leopold Macnair
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Había demasiada gente en la casa, incluso por lo atontado que estaba en la entrada no se dio cuenta del chico que también estaba junto con el en la puerta, solo había visto a la bruja que lo acompaño adentro de la casa y pronto más gente salió de entre los rincones de la mansión. 

Una chica un poco más grande qué el, un hombre que se parecía mucho a su madre y otras dos brujas con niños más pequeños correteando por sus pies. ¿Sería acaso que toda la gente de ahí era su familia? ¿Podría ser qué después de tantos años sus anhelos y deseos se habían hecho realidad? ¿Que no estaba en ese mundo solo con su madre y aparte había más gente qué compartia los mismos genes que el? Sentia qué todas esas preguntas iban a tener respuesta en tan solo unos cuantos minutos.

-Hola, soy sebastian Macnair. Hijo de Idylla Macnair - comento, y se oyó como alguien gritaba fuertemente su nombre justo cuando unos brazos se cerraron alrededor de sus hombros y se sintieron tan cálidos que un suspiro salió de sus labios. Se había dado cuenta que los brazos que tenía encima de el, eran los de su madre, su cabello azul estaba suelto y su cuerpo apresionado en ese abrazo se sentía tan familiar. Unas cuantas lágrimas comenzaron a salir de sus ojos y se sentían calientes e hinchados, mientras su mamá saludaba a los demás presentes el se volteo un poco limpiándose las lágrimas de los ojos. Estaba muy feliz de que después de tantos años se hubiera reencontrado con ella.

-Mama no sabía que estabas aquí, hubiera ido a buscarte a tu habitación si hubiera sabido- sentía como si algo se le hubiera atorado en la garganta, por lo que no dijo nada más y solo agarro fuertemente la mano de su madre.

@ Baela Macnair

@ Astara Macnair

@ Arya Macnair

@ Leopold Macnair

@ Sean -Ojo Loco- Linmer  

Off: creo qué ya son todos hehe, espero haberlos agregado bien 

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Habilidad Metamorfomagia
Alumna: Alyssa B. Triviani
Mentora: @ Astara Macnair - PJ secundario: Ava Onyx

 

Mientras aguardaba el regreso del elfo no pudo evitar dejar que su mirada volara por la habitación, observando todo pero prestando atención a nada. No tuvo que esperar mucho cuando una mujer se acercó a ella introduciéndose como Ava, quien coincidentemente era instructora de Metamorfomagia y hasta había enseñado a uno de los miembros de la familia Macnair. Justo la persona a quien estaba buscando, al final parecía ser que la información que le había traído hasta esta mansión sabia ser correcta.

- Oh… eso seria estupendo de hecho, gracias – replico la Triviani ante la oferta de aquella extraña – Mi nombre es Alyssa, Alyssa Black Triviani, es un gusto conocerla – agregó ofreciendo su mano a la mujer – Al menos no tendrá que enseñarme de cero, he tomado clases antes y estuve cerca de finalizar mi prueba pero lamentablemente tuve que abandonarlo debido a una emergencia personal. Necesito de alguien que pueda ayudarme a perfeccionar esta habilidad para poder dominarla de una vez por todas, si usted esta disponible y no le molestaría ayudarme… seria perfecto.  

Concentrándose como le había enseñado su antigua maestra, pero sin romper el contacto visual con Ava, su larga cabellera borgoña comenzó de pronto a retractarse hasta quedar apenas a la altura de sus hombros y el color mutar a un negro profundo. Sin poder evitarlo una sonrisa se formó en sus labios, claramente satisfecha con su cometido, y al hacerlo mostro unos dientes puntiagudos y afilados que no eran para nada como los suyos. 

 

#2

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