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♠ Casino Royale ♠ (MM)


Eobard A. Black Lestrange
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Radamantys recordaba una sensación parecida en su cuerpo pero no igual a las que había sentido en otras ocasiones ,a pesar de ser en aquellos tiempos un mago tenebroso siempre había Sido un romántico empedernido y a pasar de lo sanguinario que era en el campo de batalla sabia ser atento,amoroso y caballeroso cuando alguien cautivaba sus sentidos.

Recordo como hacía muchos años ya ,estando el del otro lado de la moneda ya que el era el Mortífago había tenido una relación llena de amor y ternura con una integrante de la Orden del Fénix y recordo como aquello no había intervenido en sus ideales de aquellos momentos y ahora parecía que se repetía la historia aunque con los papeles cambiados.

Sacudió la cabeza alejando los recuerdos de la memoria y centrando la atención de nuevo en la bruja que ahora había cautivado sus sentidos,a decir verdad aquello había sido muy rápido pero el era alguien de tomar riesgos ,todo o nada ,por qué la vida está llena de oportunidades y no sabes cuando se te vuelvan a presentar.

Y a pesar de que parecía haber una química agradable entre ellos,una atracción casi natural,Idylla parecía un poco fuera de foco ante la proposición de Rada,pero si el no tomaba la iniciativa no sabía cuando podría volver a estar cerca de ella ya que sus ideales divergian en diferentes rumbos.

Y entonces la bruja hablo,había aceptado la propuesta de Radamantys y a partir de aquel momento eran novios ,muchos rumores en el mundo mágico hablaban de la escasa fidelidad de Radamantys hacia las personas con las que se había relacionado de manera sentimental.

Pero esos rumores no hablaban también de como había cuidadado y amado a las personas de las que se había enamorado, se recordó curando las heridas de aquella bruja de la orden después de una batalla en la que ambos habían participado e incluso algunas de esas heridas se las había hecho el propio Rada.

También se recordó parado en aquel paraje solitario,con un tremendo dolor en el pecho y su corazón destrozado añorando a aquella Mortífaga que había querido tanto, entonces esos rumores no hablaban de como Radamantys también sabía amar y ser leal con quién se ganaba su amor.

¿Idylla se ganaría ese nivel de amor ? Se pregunto Radamantys,sin duda así sería Rada no se equivocaba cuando daba su amor a alguien ¿  O si lo haría?  Una vez más alejo los pensamientos de su cabeza y sonrió a la bruja ante sus palabras,pero está hablo nuevamente sin dejarlo que terminara de saborear el momento.

-Aja- exclamó súbitamente Radamantys - Así que reconoces que eres mortífaga-  le dijo y con un rápido movimiento la varita estaba en su diestra y apuntaba directo al pecho de la bruja,un suave movimiento de la varita de Radamantys y una luz plateada surgió directo al pecho de Idylla acompañado de un brillo intenso.

En el pecho en la zona donde la luz había impactado ahora se encontraba un dije de plata  con la forma de las reliquias de la muerte ,aquellas que tantos magos habían buscado , acompañada de una cadena de plata que ahora rodeaba el cuello de la bruja.

- Si alguien de tu bando te quiere torturar....- dijo haciendo una pausa,- Les dices que Radamantys les envía sus saludos - finalizo con un semblante serio y de la punta de su varita salieron unas cuantas chispas rojas,la atmósfera se torno densa y los ojos negros del mago volvieron a destellaron aquel brillo rojo,ahí estaba aquel asesino por exelencia pero la complacería en qué nadie más volvería a saber que el era de la Orden.

Guardo la varita,se sereno un poco y teniendo la mano de Idylla la jalo hasta si cuerpo haciéndola que quedará pegada a su cuerpo,la tomo con firmeza por la cintura y busco sus labios,se perdió en ellos una vez más saborandolos y recorriendolos a plenitud, mientras la besaba la atrajo más a su cuerpo haciendo que ambos cuerpos se sintieran,pudieran sentir la forma de cada uno de los miembros del otro.

Tras un breve lapso de tiempo Radamantys soltó la cintura de Idylla y tomandola de la mano  la jalo con suavidad al exterior,haciendo el camino que los había llevado hasta ahí,salieron del lugar y con un leve giro desaparecieron,rumbo a su siguiente aventura.

@ Idylla Macnair T.

Editado por Radamantys

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Al haber dicho lo que dijo, se estaba echando la soga al cuello, podría ser solo un invento de el para ganar su confianza y en e momento que le dijera que era de un bando, Zas, terminaría con su vida o la llevaría directo con sus superiores. Pero mientras lo digeria, soltó de repente con una exclamación un poco más fuerte de lo necesario que ella era mortifaga. Tomo de su bolsillo el anillo con la salvaguarda para oídos indiscretos y espero que todo estuviera en orden, nadie notaría que ahí pasaba algo diferente.

De pronto la varita del mago la estaba apuntando en el pecho, es mi fin, pensó la mortifaga con  cierto descontento de haber caído tan fácilmente en una mentira como esa. Cerro los ojos esperando el chispazo de luz verde contra su pecho, pero ese nunca llegó, en su lugar había un dije en forma de las reliquias de la muerte puesto en su cuello y a un mago con cara amable parado frente a ella. Diciéndole que si alguien la torturaba se las tendría que ver con el y que su rostro iba a estar tapado para los demás, no lo enseñaría a libre demanda como había hecho en el pasado -muchas... Gracias...- tartamudeo, no sabía que más decir sin echarse a llorar.

El gesto la conmovió enormemente y su impulso de llorar golpeaba detrás de sus ojos, como un torbellino de emociones, se apoderaban de la bruja. Nadie se había preocupado tanto por ella, ni por su bienestar, es más ni siquiera siendo del bando que fuera. Jalo el cuerpo de la bruja hasta quedar una vez más juntos y cerca el uno del otro, le dio un beso tan apasionado que la Macnair miro estrellitas dentro de su cabeza, se entregó por completo al beso y dejo de lado los malos pensamientos, para abrir paso a confiar y estar finalmente en los brazos de alguien que haría todo por verla feliz. 

Se terminó el beso y tomándola fuerte de la mano salieron del local, en cuanto estuvieron afuera, desaparecieron juntos hacia una nueva aventura.

@ Radamantys

Pff: ahora te toca empezar el nuevo rol en otro lugar... Tú decide a dónde iremos ahora ☺️ ☺️ 

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Estaba de pie en medio de aquel adoquinado sendero que, por ser las primeras horas del día, no presentaba un flujo de transeúntes tan abundante como sí sucedía por la tarde. Y no era para menos, después del altercado sufrido recientemente, era normal que los clientes se la pensaran dos veces, antes de regresar a un sitio azotado por el caos. 

Los labios forjaban una sonrisa de ironía, pero en sus ojos, para quien lo conocía bien al menos, no había lugar para otra cosa que la desolación. Era una sensación similar a ser lanzado por los aires mientras el resto del mundo se cae a pedazos, lo cual podía jactarse de haber sobrevivido. Y aún así, ahí se encontraba, con las manos en los bolsillos del blazer, como un temerario. 

Los accidentes ocurren ⎯ repetía, mientras daba dos pasos hacia el frente. Cartas y portavasos chamuscados susurraban bajo la suela de sus botas, como las hojas de otoño ⎯. Al menos tuvieron estilo, eso se los puedo conceder. 

Recapitulando, habían recibido dos visitantes nuevos, y Jack gestionó que no fueran molestados, ni en las mesas de póker ni en la habitación a la que después se marcharon. Eobard había confiado en que no pasaría a mayores, marchándose temprano esa noche, pero las estrellas dictaron otro curso de acción. Horas después, su confiable empleado lo despertaba para avisarle que el Casino Royale había quedado destruido. La fachada y el vestíbulo, al menos. Por fortuna, no hubo heridos, o al menos, aún no se reportaban como tal. El protocolo de seguridad les exigía evacuar a los jugadores, así fuera la partida del siglo, y eso habían hecho entre Vincent, Isabella y él.

Conforme se acercaba a la puerta giratoria de cristal, lo cual era un halago considerando que sólo quedaba el marco, empezó a reconocer de qué se había tratado. El fuego era capaz de adoptar muchas formas y colores, según el propósito para el que se utilizara, pero sólo uno era capaz de engullir y dejar ese tipo de marcas tras de sí. Más aún, su entendimiento de las artes oscuras le sugería que su tan preciado negocio había sido objeto de un lanzamiento de Fuego Maldito. ¿Uno de sus compañeros mortífagos, quizá? 

O quizá algo más siniestro, pensó, dando un puntapié a un galeón que había rodado hasta allí. El vidrio crujió tras su breve paso, dándole la bienvenida a lo que, en tiempos mejores, había sido el hall principal. Poco, o más bien nada, quedaba del escudo de armas con el león de la pata izquierda en alto. Por no mencionar la marcada ausencia de la mesa donde Isabella solía recibir a los clientes. 

Resopló. 

De cualquier forma, planeaba remodelar, así que, manos a la obra. 

Sostuvo la varita de nogal negro en alto, apuntando hacia el abovedado techo que le devolvía el lúgubre panorama actual de su casino. La tentación de volarlo en mil pedazos era latente; en su juventud como mortífago, siempre fue fanático de ese tipo de cosas. Aunque ahora, un adulto más contemporáneo, prefería el enfoque táctico. 

Un latigazo de su varita casi en seco, convocó varios pares de escobas y otros artículos de limpieza para comenzar la labor de reconstrucción. Primero necesitaba el campo despejado antes de considerar nuevo mobiliario. Mientras la ardua sesión de control de daño se encargaba de ordenar el caos, subió un par de peldaños de la escalera principal, repasando las posibles alternativas de encantamientos para recuperar el color en las paredes y el suelo. 

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  • 2 semanas más tarde...

A medida que iba caminando, intentaba meter el rebelde cabello dentro de la práctica liga que siempre traía consigo, para acomodarlo en una relajada coleta que le facilitara sus actividades. Cuando estudiante, la mayor parte del tiempo lo había llevado suelto, pero en la práctica profesional, y ahora que era rompemaldiciones en Gringotts, consideraba que tener la vista despejada era la diferencia entre la vida y la muerte.

Y hablando de la muerte. Era el aura que ofrecía el negocio al que visitaba aquel día. Mucho había escuchado del Casino Royale y de sus tiempos de gloria, si los hubo, pero la fachada destrozada era impactante, sobre todo considerando que era la primera vez que estaba ahí. 

Si no fuera por los claros signos de devastación, diría que se trató de una maldición reductora mal realizada. 

Conociéndolo, era capaz de haber sido él mismo quien estallara su propio local. Aunque trataba de ocultarlo, era un poco desastroso con las maldiciones, a pesar de tener un maestría con los encantamientos, entre otros dotes, que ella admiraba bastante. Quedaba averiguar si aún se encontraba allí, posiblemente reparando lo que fuera que sucediera, o Cassie ese día había llegado en vano. 

Nada más atravesar los restos de la puerta de cristal, alcanzó a ver el mango de una escoba y un par de cubetas, llenas de escombro, levitando hacia un rincón en el que parecía apilarse todo lo que no tenía remedio. Aunque claro, también cabía la posibilidad de que lo reutilizara para reforzar, nuevamente, la estructura. 

Parecían asuntos triviales, pues la joven había encontrado lo que venía a buscar. Lo encontró, escaleras arriba, enfrascado en lo que parecía ser la develación de uno de los secretos del universo.

Supuse que te encontraría aquí, Horace me dijo que vives más aquí que en la casa de tu familia ⎯ saltó los peldaños de dos en dos para poder alcanzarlo hasta el final de la escalinata. Al estar Eobard de espaldas, bastó con que le tocará el hombro dos veces, con el dedo índice, como hacía cuando pequeña ⎯. La próxima vez que quieras hacer volar tu propio negocio, por favor, avísame, pa'. 

Aquel diminutivo con el que se refería a su padre, esperaba, suavizaría el impacto del encuentro. Después de todo, habían pasado varios años comunicándose sólo a través de cartas vía lechuza, y ocasionalmente algún vociferador. La interacción cara a cara posiblemente sería un poco más seca, pues no lo veía desde la ceremonia de graduación. Parecía mentira que, un año atrás se graduara de Hogwarts; ahora, con su experiencia durante el tiempo que estuvo en la AGI, se sentía lista para afrontar su primer reto como profesional como parte de los rompemaldiciones.

Dio un par de pasos abajo, porque conocía de antemano que su papá podía tener reacciones muy abruptas cuando, de la nada, alguien aparecía hablándole o estableciendo contacto físico. Pero, ¿quién no las tendría? De hecho, ella tampoco era muy asidua a ese tipo de cosas, salvo contadas excepciones, como el hombre que tenía al frente.

Lamento no haberte avisado que vendría. Todo ha sido muy rápido, recién me avisaron que fui aceptada en Gringotts...esto, ¿sorpresa?

Con una sonrisa nerviosa, estrechó sus manos tras la espalda, sin saber qué reacción tendría el castaño con quien compartía el tono de cabello. Era ganancia que no le hubiera lanzado algún encantamiento, pero eso sugería que de cierta forma sabía que vendría, o la habría notado llegar desde antes.

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Su hija lo conocía bastante bien como para haber reaccionado a tiempo y tomar su distancia tras tocar su hombro, pues el Black Lestrange se giró sobre los talones cual torbellino, varita en mano, con los sentidos en alerta. Era una especie de reacción involuntaria, producto de la culpa del sobreviviente que experimentó tras el el Día de la Ira. En ocasiones regresaba, y aquel momento en particular había elegido hacerlo, por lo que tomó unos segundos para respirar hondo y recuperar la compostura.

Por Odín, Cassiopeia Thawne, la primera con el nombre, hija de Eleanor y Eobard ⎯ recitó, bajando el instrumento de nogal negro y descendiendo hacia el escalón en el que se encontraba ⎯ ¿En verdad, eres tú? Me gusta el nuevo estilo de cabello. Tu abuela y yo aún no perdemos la esperanza de que seas metamorfomaga y nos lo hayas estado ocultando todo este tiempo. 

Considerando que tenían cerca de un año de no verse, notaba un cambio considerable en Cass en el sentido de que la veía más segura de sí misma, y con una cierta impulsividad para hacer las cosas, que le traía algunos recuerdos de mejores épocas. El adquirir experiencia fuera del ámbito oficial seguramente había expandido sus horizontes. Escuchar sobre su ingreso a Gringotts le llenó de gran felicidad, que no pudo evitar darle un cálido abrazo, muy a pesar de que ambos eran muy poco adeptos al contacto físico.

Un grupo de escobas levitó por encima de sus cabezas, con dirección a la segunda planta, para realizar la limpieza de los pisos en ésta, aprovechando todo el bullicio de la remodelación. Aunque la sección de las habitaciones no era muy frecuentada, siempre debían mantener una pulcra imagen para quiénes decidieran pasar una noche, dos o mil en las inmediaciones del Casino.

¡Nada mal! Antes decía que siempre debe haber un Black Lestrange en Gringotts. Pero déjame reformular eso a que siempre debe haber alguien de la familia Black Lestrange o de la Thawne. Estoy muy orgulloso de ti, Cassie. Te esperan grandes retos, pero estoy seguro de que los afrontarás con gran temple y personalidad.

Sacudió la cabeza, de repente recordando que no estaban en los lluviosos jardínes de la mansión Black Lestrange, o en los silenciosos pasillos del Castillo Thawne, colocando una de sus manos sobre la nuca mientras traza esa característica sonrisa irónica que surgía en los momentos que lo devolvían a la realidad. Tenían suficientes cosas de las qué ponerse al día, pero sería una conversación inusual, dado que se encontraba a mitad de las reparaciones. 

Esta vez no fui yo ⎯ encogió los hombros, chasqueando la lengua a manera de reproche. Cassie era consciente de su pasado como mortífago,  y aunque decidía no tomar parte de ello, tampoco lo juzgaba ⎯. Fue hace poco, creo que buscaban a alguien. Jamás lo sabremos, dejé el local en manos de Jack esa noche; en la madrugada vino a mí para avisarme del incidente. Pero, ya que estamos, ¿te puedo ofrecer una humeante taza de matcha? Espero que siga siendo tu favorito. 

Señaló con los ojos hacia la planta baja, cuyo piso estaba cubierto hacia la mitad de los restos que habían quedado entre muebles, plantas y el escudo de armas chamuscado. Era como estar en una de esos viejos edificios industriales en los que una parte de la estructura estaba en perfectas condiciones, y del otro lado todo estaba hecho pedazos. En cuanto bajaron, se inclinó para recoger lo que parecía ser un trozo de madera de lo que antes fuera la mesa del lobby. 

Por cierto, me contó Nash que aprendiste algo sobre encantamientos climáticos mientras estuvieron investigando en Egipto, ¿qué tan bien te ha funcionado esa nueva varita?

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