Castillo Evans McGonagall

[Leah Slytherin]

El aburrimiento era importante. Estaba jugando con la varita entre los dedos, paseándose por los sosos terrenos Evans McGonagall como una aparición, debido al Detritus que había lanzado con antelación. Pero no había mucho más que hacer, la verdad. No pintaba que fuesen a venir a defender nada, aparentemente les gustaba más atacar cuando no había nadie y a neutrales indefensos. ¿Quizá la Orden del Fénix se había olvidado de cuales eran sus ideales en un principio? Curioso. ¿Ahora quién parecía el malo?

Con ese pensamiento en mente, deshizo la protección del Detritus con una floritura de varita, al igual que los Fuegos Negros. El primero, ya en su nivel más alto, era ya una gran llamarada cuando la extinguió. Era una pena. Pero no perdería su tiempo haciendo que aquél lugar se viera más feo, sus compañeros ya habían hecho lo propio y era suficiente. Les dejaría el regalo de la Marca Tenebrosa en el cielo y nada más.

Suspirando, lanzó una última mirada al castillo y le dio la espalda. Sus compañeros ya habían salido y ella, era la última en irse. Como debía ser. Avanzó por los terrenos, bajó el terraplén aquél y, una vez fuera de los límites del hechizo anti-aparición, una voluta de humo la envolvió.

Minutos después, estaba andando por Nurmengard, a miles de kilómetros de ahí.

Off:

Puesto que no ha habido respuesta, evidentemente salimos todos ilesos xD ¡Saludos!

[Rory Despard]

Bel Evans Ollivander 

El grito pugnaba por salir pero se quedó en su garganta, presionando y cortándole la respiración. Los ojos en cambio, rebosaban lágrimas silenciosas que caían incontenibles y volvían borrosa la visión,  haciéndola caminar torpemente. En medio de toda esa desolación, de los muebles destrozados a dentelladas por criaturas imposibles, de la cristalería rota, de la fachada blanca impoluta mancillada hasta lo indecible, P-ko caminó y atravesó el umbral, donde las puertas destrozadas  de roble no eran más que un cúmulo de madera chamuscada, para dar la bienvenida a la que una vez había sido la prometedora heredera de Elessar.

–Mi señora...–musitó la elfina en un hilo de voz al borde con los ojos grandes y enrojecidos clavados en ella– P-ko no pudo, P-ko no pudo honrar la promesa de cuidar del Castillo. 

***

Arribar a Ottery no había sido fácil. Nunca lo era cuando ya no se tenía magia para hacer más ligero el viaje, a pesar de que el equipaje fuera considerablemente ligero esta vez, compuesto de un morral con algunas pociones, una muda de ropa pasable y dos libretas repletas de apuntes en letras inentendibles. Esta soy yo, vistiendo un traje anticuado, con parches en las rodillas, el cabello desordenado y recogido en un moño del que siguen escapándose varios mechones rebeldes. Muchas, incontables arrugas a las que nunca en realidad presto mucha atención, demasiado acostumbrada ya a ellas. 

Lo doloroso es observar a P-ko ¿Qué significa verme a través de los ojos de ella? Criatura triste y llorosa, sirviendo incluso en el más triste abandono. A lo mejor es solo mi cobardía lo que ha hecho que posponga tanto ese retorno, el miedo de afrontar lo que ha acarreado mi renuncia al legado del padre que me había esforzado tanto por encontrar en la juventud, rehuirle a la culpa de haber renunciado a mi sangre y la magia antigua de ella,  para adoptar otra clase de destino, edificada sobre la base de mis propios deseos y errores.

Mi naturaleza humana, ahora abrazada y querida, pero que durante tanto tiempo había considerado maldita.

–Vamos pequeña, ya has hecho suficiente.

Cuando reposo con el mayor cuidado mis dos manos sobre su cabeza, de inmediato antes que todas las memorias de las últimas horas, es el contacto de su cuerpo tembloroso lo que llega hasta mí, toda su algarabía entremezclada con la pena de saber que solo una razón podía tenerme de nuevo a las puertas del castillo. Luego, la legeremancia hace el resto.

Los ojos de ella se apagan y su mente vaga en memorias más felices, en tanto navego entre los recuerdos para registrar lo acontecido en el castillo: La fiesta por el cumpleaños de Ania, la llegada de tantos visitantes de tantas partes, el discurso emotivo del buen Despard y los ríos de alcohol de todos los colores y sabores; Agnes Lynn contándole a Rory sobre mansiones embrujadas a las que deberían incursionar el día de Halloween y las competencias en la piscina de los Moody, con los barcos que emplean recuerdos positivos. El gesto entusiasta de P-ko aunque se hubiera estropeado el tobogán y el césped del patio trasero, un gesto que se convirtió en espanto al escuchar la primera de las explosiones y ver la marca tenebrosa en lo alto del cielo, anunciando el retorno de una guerra sangrienta ya olvidada.

Una de la que ya no haría parte, excepto por esa última misión.

Con una palmada, saqué a mi elfina del trance y le pedí que me hiciera llegar hasta los viveros. La disposición del Castillo era un tanto diferente a como la conocía antes, pero guiada por la torre derruida de Príncipe Godric (que con una saña inexplicable, los mortífagos habían tratado de hacer todavía más ruinosa de lo que ya era), por fin llegamos hasta el lugar, aunque tomó cierto tiempo debido a mi reticencia de solo desaparecer.

Las paredes traslúcidas dejaban ver el interior. Desparramadas en distintos puntos había una serie de pipas y otros objetos y  ramitas de alihotsy machacadas. Todos los fiesteros seguían dormidos, algunos en posiciones más indecorosas que otros, pero lo importante era que estaban a salvo.

–Seguro que pensaron que el ataque no era más que una alucinación– respiré con fuerza antes de propinar un patadón al cristal del vivero– ¡hey holgazanes, una tarea de reconstrucción nos espera!

@ Ellie Moody  @ Catherine Moody  @ Matt Ironwood  @ Kutsy Stroud Lenteric  @ Agnes Lynn  @ Ania Evans Weasley  @ Jank Dayne

[Catherine Moody]

"¿Reconstrucción?"

Aylin está segura de que la bebida debía llevar algo encima no planificado, porque los inmortales no se embriagan con facilidad y, de hecho, casi siempre lo hacen solo con venenos. Podía ser por supuesto que la hidromiel criada en barrica de roble alcanza a afectar inmortales pero Aylin nunca había investigado del asunto. 

Aylin abrió un ojo y notó que la pócima empezaba a desvanecerse. El hermoso rostro de Quentin, a su lado, parecía estar retornando a su belleza original. Su cabello también volvía a crecer y caer sobre su cuerpo en su tono cenizo habitual. Aylin no había planeado que la broma llegara tan lejos. 

De hecho, había empezado como una sorpresa, que harían a Richard y Melrose. No habían planificado que ellos no estuvieran allí. Aylin era consciente que era por el desfase temporal de la vida inmortal: para ella apenas había pasado una década. Para ellos, había pasado toda una década. Desde luego, eso nunca había importado antes para Richard. Probablemente las cosas habían cambiado a un ritmo acelerado que ella no había alcanzado a vislumbrar y ya menos entender. 

No está segura de qué hacer a continuación. Huir no suena como una opción, así que se sienta y sacude el hombro de Quentin. El muchacho se encoge en posición fetal, antes de fruncir su ceño y mirarla. Sus grandes ojos castaños barren la realidad con una pizca de incredulidad. Siempre es delicioso verlo despertar.

-Ah... -masculla el muchacho girándose hasta que su rostro queda mirando directo hacia el cielo- fue divertido. 

[Ania Evans Weasley]

El tiempo había transcurrido fugazmente, casi sin percepción alguna nos habían atacado y mi mente ya bastante dañada por el alcohol terminó apagándose por la gran explosión que dio entrada a los mortífagos, dejándome completamente absorta de lo que pasó a en los siguientes minutos y horas. Hasta que finalmente una voz me devolvió la conciencia. Miré a mi alrededor esperando que todo hubiera sido un sueño. Pero en el momento en el que intenté incorporarme, un dolor agudo me devolvió al instante en el que caí al suelo, justo donde yacía, con una de mis piernas sobre la espalda de Kutsy. Llevé mi zurda a mi cien tratando de pausar un poco el dolor para ordenar mis pensamientos mientras me sentaba.

-Por favor, pueden hacer silencio...- Estaba bastante aturdida aún, así que solo recurrí a los hechizos básicos de curación no verbal y en el momento me sentí mucho mejor. 

-Kutsy...-susurré intentando despertar a mi amiga, levanté la mirada y vi a Bel -Tía, nos atacaron, no pudimos hacer nada, estábamos muy... - ¿con qué cara pretendía dar esa excusa? ¿Estábamos borrachos por mi cumpleaños? sentí el rubor en mis mejillas y me levanté de un salto - Hay que devolver el orden, no me explico cómo pudimos ser emboscados...- No había manera de terminar una sola frase sin sentir culpa, sin embargo, sabía que debía volver a entrenar para que estas cosas no vuelvan a suceder, al menos estando yo presente - Al menos estamos todos vivos, magullados, aturdidos, encopados, pero vivos- No pude evitar soltar una risita al finalizar la frase- Ay...de verdad me hace falta la tia Binny...estábamos pasando tan bien, cuando terminemos de arreglar este desmadre podremos seguir me supongo...-Mi pregunta era genuina, pero esperando una respuesta negativa, claro está, sin embargo, muy dentro de mi quería seguir en presencia de toda la familia