Castillo Evans McGonagall

[Leslie Ann Linmer PB]

Yume observo los destrozos de sus compañeros y suyo, el fuego ardía cada vez mas alto y se extendía cada vez mas por el jardín destruyendo todo al rededor del castillo, con una sonrisa en sus labios se acerco a Manon, desde que habia llegado, sus instintos habían reaccionado a su amada prometida, con solo decir o pensar en aquella palabra sus mejillas se sonrojaban.

-Te espero en la mansión Delacour- susurro a su amada.

Dándole la espalda al fuego que se extendía detrás suyo, dejo que sus compañeros se encargaran de seguir con la diversión pero no sin antes invocar una botella de un buen vino tinto de alta calidad lo arrojo a los brazos de Medusa y Hécate.

-Diviértanse- les grito invocando un Haz de Noche y traspasarlo para marcharse a resolver un problema en el departamento.

 

 

 

 

 

[Alyssa Black Triviani]

Con todos reunidos en los jardines del castillo Evans McGonagall, cada quien ocupándose de sus defensas y/o ataques, Alyssa sentía la adrenalina corriendo por sus venas como le sucedía cada vez que se encontraba inmersa en una de estas visitas. Considerando que ya era hora de que avanzaran más allá de la barbacana, la Black hizo que el fuego negro que flotaba sobre su cabeza se estrellara contra la puerta de aquella muralla volándola en pedazos. 

Una vez dentro ya tenían acceso al castillo, el cual se erguía orgulloso ante ellos pero también desolado. Invocando unas Flechas de Fuego de su varita salieron unos filamentos de fuego que se dirigieron a cada superficie del castillo al que pudieran prenderse, una de ellas siendo las hermosas puertas de roble que velaban la entrada. La Triviani amaba causar incendios, con suerte el fuego encontraría su forma de propagarse hasta el bosque que rodeaba la residencia. 

- Fuego Negro – masculló creando otra de aquellas bolas de fuego negro que se elevó a varios metros por encima de su cabeza, aguardando las ordenes de su invocadora. 

[Yadiz Vashtí]

Los mortífagos no se hacían esperar. Sin mediar mucho tiempo habían resuelto una complicada lista de defensas y ataques que se preparaban para alzar en contra de sus enemigos. Esperaban a plena luz del sol, encapuchados y todos con sus máscaras mortífagas.

Sus pensamientos vagaban sobre la naturaleza de esa compañía. Sabía que no eran amigos en el sentido más puro de la palabra. No había apego entre ellos, solo una alianza construida sobre la conveniencia. Al final, lo que los unía era la promesa de algo más grande, de un destino compartido en el que el mundo mágico sería el vencedor. En ellos, veía fragmentos de sí misma: seres quebrados, retorcidos por el sufrimiento y la ambición.

Yadiz observó como estallaban la entrada a la pared que protegía todo el castillo. Sin mediar mas tiempo entraron a saquear todo el castillo. El vitae de la bruja no se hizo esperar y comenzó a lanzarse fuertemente contra los cristales del Castillo. Uno por uno, fue destrozando todos y cada un de los cristales

-Incendio– exclamó Medusa. De su varita nació una flagrante llama que atravesando uno de los huecos de las ventanas incendiaba todo el interior del Castillo.

-Confrigo– dijo apuntando desde afuera todos los muebles que alcanzaba a ver por el alfeizar de las ventanas. Medusa siguió dando vueltas por todo el Castillo lanzando hechizos.

[Eliah Selwyn R.]

Observó como sus compañeros causaban caos así que ella también quería participar un poco al menos con los hechizos que había utilizado así que cuando su madre atacó  la puerta que había en un especie de muralla dando acceso al resto de mortifagos para que pudiera empezar con los destrozos. Igual que habían hecho con su mansión, así que cuando tuvieron acceso ordenó a su lobo que entrara destruyendo todo lo que había detrás de aquel acceso destruido y que dejaban ahora la entrada a la marca tenebrosa.

No esperó mucho más para también mandar el avis para que siguiera destrozando la propiedad de la familia Evans Mcgonagall mientras sus compañeros hacían lo mismo. No sabían quien de esa familia sería de la orden del fénix, pero estaba segura de que aquella familia participaba y apoyaba a ese grupo que había destrozado sus propiedades.

Pero parecía que no iban a dar la cara a plena luz del día así que suspiró por un momento mientras sus ojos amarillos observaba todo lo que había a su alrededor.—Incendio—pronunció con su voz distorsionada  para incendiar algunos árboles del lugar donde se encontraban puesto que no parecía que había mucho más que hacer por allí. Se movió para dejar en unas paredes un regalito para la orden del fénix. Al menos sabrían que la Marca seguía allí y que seguían activos y vivos.

[toji]

Zenin leyó el lema familiar que rezaba  algo sobre honor, familia y sangre... ¿Enserio? Fushiguro hizo una mueca de asco que se manifestó, esta vez sí, a través de la máscara de oni que le acompañaba. —Ahora cualquier puede decir que tiene honor...— escupió al suelo inmediatamente en señal de desagrado. No se podía imaginar que una familia con un linaje importante no apoye la causa de la marca tenebrosa.  

Toji, al cabo de unos minutos muy largos de espera, se sintió decepcionado porque no tuvo la opción de desfogarse contra alguien en duelo. Zenin había respondido al llamado de la comandante de las filas mortifagas, como cada vez, pero igual que las anteriores, no hubo resistencia por parte de la orden del fénix. —Ya era hora— miró como el fuego negro que una de las compañeras de fila lanzaba contra la puerta de la muralla. Después de eso ya no había obstáculo que les impidiese a los mortifagos entrar a al interior del castillo. Avanzó.  

— Reduccto— una vez dentro del castillo, en el salón un aparador que guardaba objetos que seguramente eran de la familia recibió el rayo que Zenin lanzó nada más entrar. Este aparador quedó hecho añicos hasta desintegrase.  

—Flechas de fuego— volvió a apuntar con la varita para invocar filamentos de fuego en dirección de la tapicería ortera que decoraba la estancia. A zenin no le quedaba mucho más que hacer... le habían privado de la diversión que le habían prometido. Decepcionado volvió a salir del castillo, pero antes se giró e hizo paarcer un cartel que enganchó mágicamente en la fachada.  

Una vez fuera, asegurándose que no haya ningún compañero del bando esté cerca, indicó a la bola de fuego negro que, aún esperaba creciendo cada vez más a las órdenes del mago. Con su mente le indicó que cayera sobre una de las torres más alejadas de la parte del castillo en donde se encontraban sus compañeros. Destruyendo así la torre y tirándola abajo.  

[Derek Lúcien]

Derek permanecía en la penumbra, observando el imponente castillo de McGonagall. Tras varios minutos de espera, se dio cuenta de que nadie había salido a defender el castillo. “Siempre cobardes”, pensó con desdén, “escondiéndose como pollitos asustados”. La sensación de morbosidad lo invadía mientras contemplaba a sus compañeros, quienes, llenos de fervor oscuro, lanzaban sus potentes hechizos contra las paredes, provocando explosiones de fuego negro que devoraban la estructura.

Mientras parte del castillo de desplomaba, Derek sintió un escalofrío de emoción. Sin embargo, sabía que su propio poder aún no era suficiente para igualar el nivel de devastación que sus compañeros estaban causando. Sin querer quedar rezagado, decidió hacer algo, aunque fuera pequeño. Con un tronar de sus dedos las aves empezaron a volar encima del castillo, manchándolo con su blanquizos desechos y cubriendo gran parte con su oloroso excremento.

Aunque en el fondo sabía que ese acto no era lo que se esperaba de un mortífago, no pudo evitar sentir una punzada de satisfacción. "Al menos puedo dar un toque de diversión a la locura”. 

Comenzo a dirigir su figura por el mismo sendero por el que habían ascendido, y marchando sobre sus pasos, llegó hasta los límites del castillo, donde originalmente había aparecido. Observó una vez más el castillo, ahora con la marca tenebrosa reluciente en el cielo, dándole un tono oscuro y destructivo a toda la zona. Giró sobre sus talones, y sin más el hombre se esfumó para regresar a sus actividades diurnas. 

 

[Eliah Selwyn R.]

 

Cuando estuvo ya todo acabado, la mortifaga empezó a caminar fuera del lugar para dirigirse fuera de los terrenos tras ver que estaba todo ya terminado. No había nada mas que hacer por allí. Así que tras estar fuera de los terrenos de la Evans Mcgonagall, cuando estuvo ya fuera se cubrió con una voluta oscura negra de humo que cubrió su cuerpo  envolviéndola y hacerla desaparecer de allí desapareciendo del lugar.

Ya estaba fuera de aquel lugar e iría con el resto de sus compañeros a ver que mas movimientos podían hacer en próximos ataques con aquellos infieles a la sangre limpia que destrozaban a aquellas familias de bien de magos y brujas. Al menos ya habían mandando el mensaje directo y habían respondido al ataque en el castillo Selwyn.

[Yadiz Vashtí]

Del castillo quedaba muy poco. Las llamas, las explosiones los múltiples ataques de las invocaciones, habían hecho arder el opulento Castillo. Afuera, ninguno de sus defensores se había hecho presente. Los mortífagos habían vengado el último ataque Odefo. Aquello comenzaba una batalla silente donde ambos bandos atacarían sin piedad.

Ya descargada, la bruja y sus secuaces se preparaban para marcharse de aquellas ruinas. Caminaron juntos por donde habían entrado. Colina abajo, comenzaron a lanzar morsmordre e invocar múltiples imágenes a modo de juego. Dejaban un pequeño recuerdo a modo de tatuaje que evidenciaba su acto.

Medusa levantó su varita para invocar una más de aquellas imágenes:

Sonriente, decidió que era momento de partir. La labor de un día cualquiera. Debían regresar a sus habituales rutinas tras llevar el mensaje necesario: “La Marca nunca olvida”. Sin mediar mucho tiempo, tenía cosas pendientes en el Ministerio. En las afueras del Castillo, desapareció de aquellos terrenos. 

[Kamra Ashryver D.]

Kamra se guardó a sí misma, observando como sus compañeros hacían destrozos mientras ella caminaba a paso decidido por el terreno...buscando. No le parecía que hubiera alguien en casa o al menos no tenían las agallas para salir. 

La peliblanca Río, una risita muy difícil de escuchar viniendo de ella, pero se contentó con el frenesí que enseñaban sus mortifagos. La orden del Fénix solo parecía atacar cuando sabían que no obtendrían respuesta, y cuando uno les caía a la casa, brillaban por su ausencia. 

- Les dejaré la diversión, pero no sin dejar un regalito antes. 

 

Lanzó una carcajada antes de darse la vuelta y desaparecer hacia su hogar luego de alejarse 10 metros del muro. 

[Alyssa Black Triviani]

Con la misión del día cumplida y ante la clara ausencia de sus rivales, ya era hora de que los mortifagos se retirasen de allí. Tras intercambiar una breve mirada con su compañera, Leah, quien era la que los lideraba en aquella ocasión, le quedó claro que no había más nada que hacer allí. 

- Nuestra labor aquí está terminada – anunció la Triviani a sus compañeros.

Emprendiendo la retirada, salieron de vuelta a los terrenos del castillo donde la Black realizó un Haz de la Noche, creando un portal que atravesó el aire frente a ella. Tomando a uno de sus compañeros por el brazo (toji), se lo llevó con ella a través del portal que los llevaría a las barracas mortífagas.