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Castillo Evans McGonagall


Matt Ironwood
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La pelirroja frunció el ceño, frente a ella en color sangre había una frase, Shiva y Goldor. Shiva, ese nombre le sonaba. Era consciente que desde que había dejado la Marca mucho había cambiado, cada miembro se identificaba internamente de una manera distinta. Por un breve momento sopesó algo que siempre venía a su mente en esos momentos. El recuerdo de su propia máscara, la que había lucido la noche que Elvis había muerto y el nombre que ella hubiera escogido si hubiera permanecido entre sus filas.

Un sonido extraño y un aroma la distrajeron, alguien había lanzado un hechizo y podía sentir. Se envaró, Mica no estaba sola y no era solamente la compañía de los mortífagos presentes por los cuales había enviado el patronus. El patronus, no creía que se lo hubiera enviado a ella sola, de hecho si lo pensaba bien, estaba muy alejada en esos días de la Orden, hacía casi un mes que se había replegado en ella misma, solo con Luna mantenía el contacto, por razones más que obvias.

Había fuego, suspiró, clásico, más la destrucción, lanzó un par de hechizos para abrir los establos, odiaba la imagen de animales quemados. Umbra, había pensado y su sombra se fue alargando, curvándose hasta tomar forma propia a su lado, un intercambio de miradas bastó para que supiera que la enviaba a proteger a las criaturas del castillo y luego volver a ayudarla.

Su mirada tuvo un destello rojizo cuando invocó a las Criaturas de sombras y dos fieros lobos aparecieron a su lado, con colmillos y garras  tan afilados y mortales como los propios colmillos de la vampiresa. Lentamente las dos fieras criaturas caminaron a su lado, resistentes a cualquier magia que se le lanzara y por momentos ofuscándose entre las sombras para volver a reaparecer, guiados por su instinto protector.

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Como era de esperarse, una de aquellas figuras invocó en el cielo la marca tenebrosa. La Gryffindor observó la invocación apretando el puño, era como una bofetada en el medio de su rostro. Parecía que los mortífagos empezaban a sentirse completamente inmunes entre la comunidad, ya que nadie hacía nada para detener su cruento accionar. Todo se veía cada vez peor...

No logró captar lo que la mujer decía a su compañero de bando, pero agradeció no hacerlo puesto que no esperaba palabras nada agradables. El muchacho que había estado junto a ella en la puerta la había seguido, aparentemente igual de sorprendido por los sucesos. 

La voz del otro mortífago sí llegó a sus oídos. La llamaba "traidora a la sangre", cuestión que a esa altura le sonaba más como halago que como insulto, ya que así llamaban a quienes defendían por igual a toda la comunidad sin importar su origen ¿eso era traición? Pues seguiría "traicionando". No le dio importancia a las palabras, mas sí al rayo que viajó hacia Danny desde la punta de la varita de aquel en mascarado. 

Morphos —de un banco de piedra que había a un lado creó una leona que saltó para interponerse ágilmente entre el rayo y el caballero, recibiendo la sangrante herida. Fue entonces cuando notó el fuerte dolor en su muñeca,  gracias al efecto que el mismo caballero había lanzado, esta vez hacia ella. Lo miró con ira, mientras pensaba "Episkey" sanando enseguida y volviendo a sostener con naturalidad la varita. 

Si bien su mirada seguía fija en ambos agresores, notó la presencia de alguien más que se acercaba, deseando con toda su alma que fuese una respuesta a su llamada y no a la imponente marca que seguía en el cielo.

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La Potter Black abrió sus labios al descubrir que además de los mortífagos y Mica, quien la había convocado al lugar estaba allí también Danny. Ahora entendía de quién era la esencia familiar que había sentido al llegar. No podría creer que el joven mago que había sido su pareja para San Valentín estuviera allí. ¿Cómo se había involucrado y por qué estaba con la Gryffindor? No sabía definir si era una puntada de celos o de culpa por no haberse puesto en contacto con él luego del incidente con Ernest y su intento de atacarla.

Por suerte la Gryffindor había reaccionado a tiempo para impedir que el rayo lanzado por el mortífago, Goldor, suponía. Se alegró de sobremanera de que el joven estuviera a salvo aunque su preocupación aumentó en ese momento e hizo lo primero que vino a su mente.

 

—Detritus —susurró y el efecto fue inmediato, una fina capa gaseosa de un tono lilaceo la cubrió a ella y a Danny, protegiéndolos de los ataques que pudieran lanzarles, al enos de los que no fueran efectos.

 

—¿Están bien? —preguntó más por instinto que por convicción, su sombra regresaba a ella en ese momento, reintegrándose a su ser y no quiso dar nombres en voz alta, le bastaba saber los de los presentes, aunque para ella los nuevos nombres no significaban nada… aún…

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— Oh…

 

Murmuré a modo de frustración al ver como una leona, como la mismísima Mica Gryffindor, aparecía en escena y se anteponía ante el rayo y aquel jovencito que parecía bastante retraido. Sonreí. Sonrei mucho porque la adrenalina recorría cada parte de mi cuerpo y la actitud de mi madre me hacía emocionarme ante el hecho. Ella era quien había contado las miles de veces que disfrutaba eso. Y era una de las primeras veces que salía a jugar, como decían entre mortífagos… — Tú si que sabes jugar, me agrada

 

Señalé con el dedo a Mica, aunque ella no me viera tras la máscara.

 

Mientras la Gryffindor se curaba de la muñeca (necesitaría un poco más que eso) pude ver cómo Darla se escondía tras ésa nube y eso me frustraba un poco.

 

¿Tienes miedo? Pues vete, cobarde… ¿Quién te llamo? —me paré aferrado a mi varita, con ambos pies en el suelo. Estaba seguro que la niebla no duraría para siempre. Y empecé a reirme en voz alta, porque si no atacaban lo único que lograban era estancarse en su propia trampa—. ¡Cinaede! —exlamé, apuntando a la joven Darla, que se había encargado de cubrirse con aquel inútil Detritus. Ahora por el poder que tenía, una estela de niebla verdosa explotó desde la base de sus pies hasta su rostro. Y no solo tendría que quitarse el veneno que recorría ya su torrente sanguíneo, sino de curarse de las heridas provocadas.

 

Vara de Cristal Sectusempra —exclamé, esperando aquella vez que si llegaran mis maleficios contra Danny, porque ahora mi varita se había estirado unos 2 metros de largo, convirtiéndose en una vara totalmente negra, con algunos detalles en plata, como la luz de la luna. Y había convertido el rayo en un efecto, con tal de atravesar la barrera que había intentado protegerlos. Su pecho se llenaría de heridas sangrantes que tendría que curar.— Están a tiempo de irse y vivir.

 

Me aferré mucho a mi varita, porque atacando a Danny y Darla, me había descuidado que del otro lado se encontraba Mica. Miré a mi madre esperando que la bruja también hiciera algo al respecto. Teníamos que terminar aquello cuanto antes, porque el fuego, los gritos y la Marca Tenebrosa quizá llamarían la atención de personas que no teníamos que provocar que vinieran.

 

@ Mica Gryffindor  @ Scarlet Akane  @ Danny Lestrange  @ Dana Gryffindor

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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La pelirroja lanzó una carcajada al oír las palabras del muchacho, tenía razón, tenía miedo, pero de que algo le pasara a Danny y por eso había invocado la niebla sobre ambos, más que nada para proteger al joven que por ella misma. Pero no valía la pena dar explicaciones.

—Ni miedo ni cobardía patán, y no es de tu incumbencia el por qué estoy acá —a decir verdad ni ella sabía por qué había respondido al llamado, bueno, sí, no solía abandonar a la gente de la Orden a su suerte, una vez lo había hecho, pero su regreso le impedía hacerlo ahora, y se sentía como cuando Godric y Boss la arrastraban por todos los castillos y mansiones de Ottery.

El efecto del Cinaede había comenzado en ella cuando apuntó con furia hacia Goldor, intercalando su primer hechizo al siguiente que lanzaba el mago.

—¡Silencius! —el efecto fue inmediato y la voz del mago quedó apagada en un var… así que había intentado invocar la vara de cristal, maldito, tendría que detenerle a cada paso no podía dejar que los rayos se transformaran en efectos pensó para inmediatamente dejar que por su mente pasara un anapneo que despejó sus vías respiratorias del gas invisible que había empezado a bloquearlo, no iba a arriesgarse, aunque sabía que lo necesitaría luego pero igual dejó que por su mente pasara un curación. El efecto comenzó a curarla del veneno, pero supo que no era suficiente, quizás había subestimado al muchacho frente a ella.

@ Mael Blackfyre  @ Danny Lestrange  @ Mica Gryffindor  @ Dana Gryffindor

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¡Mira Shiva! Mira que ridícula ¿La ves? —exclamé a mi madre, esperando que en el algún momento se dignara a atacar. ¿O me iba a dejar solo? Tenía que admitir que la distracción principal ya lo habíamos realizado. Arriba de la Evans McGonagall se encontraba la marca tenebrosa. Todo el jardín se había incendiado e incluso hasta había llegado al establo. Salvo por lo que habían llegado éstos tres ineptos al lugar—. ¡CALLATE TÚ MEJOR! ¡Séneca!

 

Exclamé apuntando a la pelirroja que había evitado que saliera mi varita mis acciones deseadas. Realmente tenían miedo, podía verlo desde sus ojos. Habían ido a chusmear pensando que podían hacer algo más pero si iban a continuar con aquellos hechizos, lo único que lograrían serían cosquillas. Aquella bruja estaba empezando a deshidratarse su garganta, ante el primer hechizo verbal luego solamente estaría limitada por verbales.

 

¿Y tú? ¿ Por qué no te vas? Ah no, no puedes —comenté apuntando mejor a Mica Gryffindor mientras pensaba en un Levicorpus. El efecto la levantaría desde uno de sus pies dos metros del suelo y la dejarían levitando allí. Si tan solo pudiera acercarme un poco más a ellas, haría cosas aún más dañinas. Sonreí por imaginármelo.

 

¿Y si me llevaba a alguno de los tres?

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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¿Que era lo que estaba pasando ahí? Danny recordaba que la última vez que había entrado sin permiso a una mansión era para apoyar en un secuestro, y divertirse también, así que seguramente esta vez estaría pasando lo mismo. Al parecer habían logrado hacer un desastre, ya que a medida que avanzaba podía notar el olor a quemado y algunos trozos de algo que acababan de destrozar.

 

—Eres tú...

 

Pronuncia cuando se planta a pocos metros de dónde se encontraban ese par de mortífagos y reconoce la máscara de Danna Gryffindor, aquello le hace ponerse pálido. Ya le había mordido antes y corría un riesgo muy grande quedándose ahí, pero aún así se queda. Quizá pelearía a pesar de no saber gran cosa de duelo, pero cuando se le ocurre estirar la mano para sacar su varita, nota que habían parado algunos hechizos dirigidos a él. Nuevamente intenta sacar su varita, pero en ese momento algo comienza a pasar.

 

Comienza a sentir un dolor agudo en todo su cuerpo, ese dolor conocido que avisaba su transformación. Ya no tenía tiempo para escapar, solo se encoge un poco y comienza a gruñir víctima del dolor al sentir como su cuerpo poco a poco comienza a cambiar. Ni siquiera le había dado tiempo de ocultarse, simplemente se queda ahí gruñendo mientras que poco a poco se va transformando bajo los efectos de la luna llena. Al final de dicha transformación, Danny pierde su conciencia humana y emite un largo aullido mientras que mira a su alrededor con sus ojos salvajes. Sin conocer a nadie.

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La furia la embargaba, estaba a tiempo de irse y huír decía el mago, que poco la conocía, una sonrisa fría se dibujó en sus labios, pero lamentablemente para ella, se arrepentiría de no haber dicho lo que pensaba. Miró hacia Shiva, su máscara, un escalofrío recorrió su espalda, recordando el  momento exacto en que se mezcló con todos los mortífagos en el palacio Holyrood, por poco vomita al reconocer la máscara que la mortífaga lucía era la misma que se había quitado y ahora recordaba, sin máscara… De pie, Shiva… había dicho Caelum y ella había visto el rostro de la mujer.

La voz, o más bien el grito de Goldor, la sobresaltó volviéndola a la realidad y haciéndolo insultar, odiaba el séneca, siempre lo había odiado, est****os cobardes, pensó y se permitió reír solamente, no le daría el gusto de decirle nada para que se agrandara, pero sí utilizaría lo mejor posible su último hechizo verbal  por un buen rato.

—Vara de Cristal Edelweiss en su diestra se prolongó adoptando la forma de un largo bastón tornasolado, donde prevalecía el color azul del hocicorto cuyo corazón conformaba la varita y las dos maderas de aliso y avellano que se lo conformaba, el siguiente hechizo  atontaría a Goldor, le intercaló su próximo hechizo provocándole una confusión y desorientación temporal de la cual tendría que reponerse luego que ella  pensara en un confundus.

 

Veamos quién ríe ahora querido, pensó la pelirroja viéndole como detrás de su máscara su mirada se tornaba perdida tras apuntar a Mica, esperaba que el hechizo que había evitado no le pudiera repetir.  ¿Y por qué pensaba que la Gryffindor no podía irse? Se preguntó Darla mientras aplicaba el último episkey para terminar de sanar el efecto del veneno del cinaede.

 

Y como si estar muda no fuera suficiente de pronto un aullido la sobresalta, su mirada se dirige hacia el lugar de donde ha surgido y su mirada castaña refleja el asombro, no puede estar loca, en el lugar en que antes había estado Danny, ahora había un licántropo. Esta vez sí retrocedió, pero no por miedo, la última vez que se había enfrentado a uno había estado a punto de matarlo, y era su mejor amigo. ¿Dónde estaba Danny? Respiró acelerado, no podía ser él… pero ¿qué había pasado? Su estómago volvió a revolverse, pero esta vez fue una sensación como de contracción, tuvo que hacer su mayor esfuerzo para que sus colmillos no salieran a la luz. Por Merlín, algo le ocurría, debía empezar a cazar más seguido, desde que había enfrentado las pruebas de Nigromancia estaba perdiendo el control demasiado seguido.

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Sin darme cuenta siquiera de lo que estaba sucediendo, tal vez por bajar un poco la guardia o de subestimar a las personas que estaban por allí, mi mente empezó a divagar en un montón de situaciones que me rodearon sin que lo notara. Veía algunas personas como si fueran reales. Se estaban mezclando personas del presente con mi pasado, que tampoco era mi pasado. Era como ver algo ajeno. Los segundos pasaron hasta que sacudí mi cabeza.

 

Maldita bruja” pensé. Estaba segurísimo que ella se había encargado de hechizarme por debajo de las protecciones que tan cobardemente se había escondido. Respiré y saqué todo mi aire que tenía en los pulmones. Pero antes de reformular algo, antes de siquiera pensar en algunos maleficios más para herirlas, un sonido que jamás había escuchado en persona, se hizo resonar en la Evans McGonagall.

 

¡Un aullido!

 

Detrás de mi máscara, abrí los ojos como platos. No tuve tiempo de ponerme a pensar en todo lo que podía pasar. No sabía si había aparecido allí para estar de nuestro lado o en contra de nosotros. Tampoco sabía quién de los bandos los había reclutado. Pensé en unas Flechas de Fuego contra el licántropo (Danny). No conocía a ciencia cierta si su pelaje era resistente a los encantamientos pero tampoco me iba a quedar a verificarlo.

 

— Nos vamos de aquí

 

Si. Le había ordenado a mi madre que nos fuéramos de allí. El mensaje claro ya se lo habíamos dejado tanto a la familia que tenía aquellos terrenos como a las dos brujas que se habían entrometido. Y ahora tenían el problema de presenciar un licántropo. En dos zancadas llegué donde estaba mi madre Shelle. Le di un tajo al aire, de arriba abajo y el portal se abrió al invocar un haz de la noche. Lo atravesé con mi madre aferrada entre mis dedos y la arrastré fuera de la Evans McGonagall.

 

@ Dana Gryffindor

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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  • 2 semanas más tarde...

P-ko, elfina de la matriarca

Nuevamente el castillo era blanco de intrusiones de extraños. P-ko era cualquier cosa menos huraña, pero la horrible calavera verdosa en el cielo le confirmó que al menos parte de la gente que se encontraba en los jardines no había venido con buenas intenciones. Sin pensarlo dos veces había decidido ir en busca de la ama Bel, que no se encontraba en el Castillo en esos momentos, y dejar que Mavado se ocupase de la cuestión, pero entonces, le sorprendió la aparición de Rory Despard desde el pasillo que conectaba la biblioteca con el enorme salón.

— El llamado, he acudido al llamado con patronus. Ojalá no sea demasiado tarde— con nerviosismo la elfina vio como pasaba una mano por sus cabellos y sin más demora abría las puertas de la casa de par en par.

Semanas atrás, luego del incidente con aquel joven misterioso y los objetos (potenciadores) que habían quedado al cuidado de la familia, la matriarca había oficializado a Rory como un miembro más de los Evans McGonagall. Una línea fina se había dibujado en el árbol familiar mostrando el nombre del joven, pese a las reticencias del mismo mago. 

Él, por lo visto, había asumido el compromiso más serimente de lo que ella imaginaba, y con esa tranquilidad, dando media vuelta en dirección contraria a la que el joven había tomado, salió en busca de la matriarca. Tenía que hallarla. 

 

Rory Despard

Contuvo el aliento, sobrecogido por la escena que tenía delante suyo.  Mica hasta donde alcanzaba a ver estaba sana ¡pero Darla! ella se encontraba cerca de un hombre lobo, al que habían lanzado alguna clase de hechizo, Rory no podía identificar de cuál se trataba, pero necesitaba intervenir pronto, y con el cuidado suficiente como para que ni ella ni la criatura se viesen lastimados. Alzando su varita, lanzó un aqueora  que cubrió al instante a Darla, para protegerla de cualquier eventual daño. 

Su mirada pasó entonces hacia el licántropo, descontrolado por causa de la luna llena. Podía detectar, gracias a los poderes dados por la Diosa, que fluían en su interior,  un rastro de magia oscura en todo el lugar,  que probablemente venía de los ataques que los mortífagos habían perpetrado ¿ellos habrían mandado también a ese hombre lobo? Si preguntaba a alguna de las brujas presentes, podría obtener una respuesta precisa, pero el tiempo le jugaba en contra, así que decidió confiarse de sus poderes de clan, y estableciendo una conexión espiritual entre él y la criatura, sintió de inmediato que aunque turbia, hambrienta y violenta, no había en realidad un aura dañina en aquel sujeto.

Solo había sido presa del infortunio de su propia raza.

Rory supo entonces lo que debía hacer. Con los ojos fijos en el licántropo, no tembló aun sabiendo que estaba en el rango de ataque de la criatura y concentrando la energía en sus manos, sin romper la conexión que había establecido y que probablemente supusiera una confusión para la mente de su oponente, comenzó una  Purificación espiritual para limpiar a la criatura de aquella energía negativa que lo dominaba por causa de su transformación.

Ni siquiera estaba seguro si funcionaría, pero a medida que el aura que percibía iba haciéndose más dócil y más estable, fue incluso capaz de reconocer que no era la primera vez que se topaba con él, pues una vez, en una callejuela, había tenido un altercado con ese joven, producto de un malentendido mutuo.

Era imprescidible sin embargo, mantenerlo en un espacio que fuera seguro para él mismo y para los demás, así que de inmediato llamó a Mavado, y el elfo con un sonoro crack apareció y se llevó consigo al sujeto hacia la habitación más alejada del segundo piso. Ya con la situación controlada, y sin que pareciera que los mortífagos se animaran a volver, Rory decidió hablar por fin. 

— Pasen al castillo por favor, necesito su ayuda para aclarar este incidente. Les agradezco mucho a ambas que hayan defendido la propiedad. Pero tenemos que ver como hacer para que esto no se repita.

@ Mica Gryffindor  @ Scarlet Akane @ Danny Lestrange

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