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.:: Castillo Black ::.


Matthew
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- Creí no volver a encontrarte nunca más por estos lares... 

Sonrió la Black al ver voltear a Eterno mientras se colocaba a su lado para observar una de las pinturas del salón.

- Tu abuelo Hop. - Frunció los labios y a la vez cruzó los brazos mientras miraba de arriba el retrato de su padre como si la siguiera atormentando. - Espero yo no haber sido tan cruel como para tener que abandonarnos tanto tiempo a tu hermano y a mi.

Lo miró de reojo. Le dolía ser tan dura con él, pero por dentro intentaba que no cometiera sus mismos errores.

- Te he echado de menos... - Su nariz sonó como cuando alguien intenta no llorar. - Vamos para la cocina que tenemos mucho de qué hablar.

De inmediato oyó un par de gritos viniendo de la planta principal, seguidos de un hechizo incarcerus y discusiones de un lado hacia otro. Goshi tomó del brazo a Eterno mirándolo a los ojos.

- Me adelanto, pero sígueme, quizás necesite ayuda y luego podremos seguir con nuestra plática.

Corrió escaleras abajo hacia el comedor con una mano en el bolsillo donde llevaba la varita y la otra haciendo equilibrio. Se detuvo frente a los presentes y a espaldas de Matthew, clavando la mirada en su nuca.

- ¿Quién me explica qué es esta manera de tratar a los invitados? 

Sabía que si habría algún responsable de los presentes, era el Triviani. Sacó la varita del bolsillo, sujetándola al costado de su cuerpo.

- Que Aaron no esté presente no implica que no se mantengan los principios de esta familia, suelten a ese chico de inmediato.


@ Matthew Black Triviani   @ Oriánthi    @ Eterno Black Triviani  @ Amit Lockhart 

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Suspiró entre sueños y giró el brazo izquierdo para cubrir el cuerpo de su novia, buscando el calor que su propia piel iba perdiendo poco a poco a medida que pasaban las horas desde su última ingesta de sangre, pero sólo pudo tocar las sábanas.

Se quejó y volvió a subir la mano hasta la altura de su cuello, palpando el último lugar en donde tenía un vago recuerdo del contacto de Gabrielle. Amaba cuando se acurrucaba con su pelaje blanco mimándola, tan suave que le provocaban deseos de frotarse contra ella. Le hacía cosquillas, pero el amor que nacía en ella ante ese gesto sobrepasaba los límites de ternura que podría aceptar fuera de su ámbito privado. Sólo quería quedarse allí, siendo amada, amando y admirando.

Entreabrió los ojos y volvió a suspirar. Ella no estaba. No podría haber ido lejos, aún su perfume deambulaba por la superficie.

Se levantó sin quitar las sábanas de seda de su cuerpo, dejando que se deslizaran lentamente sobre su desnudez, descubriendo poco a poco la piel blanca con delicados tonos rosados en aquellos lugares delicados. Era algo que también le volvía loca. La seda y la falta de ropa eran una combinación perfecta. Sus sentidos se agudizaban a tal punto de generar un éxtasis casi obsceno.

Sin dejar de caminar, mientras su bamboleo de caderas digno de admirar la llevaba hacia la puerta del dormitorio, fue haciendo aparecer ropa que por arte de magia se colocaba en ella. Apenas una blusa azul sin sostén, unos joggins deportivos negros. Por último, una sudadera con capucha.

Tomó con ambas manos los cordones que colgaban de la sudadera con los que se ajustaba la capucha y jugueteó con ellos mientras bajaba las escaleras. Estaba descalza, algo que su mujer desaprobaría por la suciedad que se pegaría en sus suelas, pero estaban en un mundo mágico ¿verdad? Usó su varita para encantar el piso para que no manchara sus pies y siguió disfrutando del contraste del frío y el poco calor que aún quedaba en su cuerpo.

Parecía una niña grande que desobedecía a sus padres. Aunque aquella época en las que tenía padre había quedado tan atrás que ya casi no recordaba su cara.

Salió hacia los jardines y de lejos la vio.

Dejó salir una pequeña carcajada que nada tenía que ver con alguna situación graciosa, sino más bien con lo sorprendida que la dejaba el paisaje frente a sus celestes ojos. El dejo de rocío aún en el césped de verde con tonos azulados, el cielo despejado y ella, una obra de arte sentada en el pasto, tan tranquila y calma que parecía que resplandecía.

Durante muchos años le tocó ver el lado de Gabrielle sanguinario y despiadado, o aquel en el que odiaba al mundo, y a veces hasta ella. Pero a veces podía detenerse dos minutos en la puerta del castillo para admirar su sonrisa y su tranquilidad, que eran tan hermosos como el estallido de adrenalina de cuando la podía ver altiva y poderosa.

La amaba tanto. Casi le quitaba el aire la sola idea de poder tenerla.

Corrió a toda velocidad hacia el otro lado de los jardines, cortando dos o tres rosas rojas y volviendo a su lugar. Se acomodó el cabello hacia atrás, permitiendo que su rostro pálido y casi aniñado por la felicidad se descubriera por completo. La sonrisa que portaba en sus labios desviaba la atención de la horrible cicatriz que atravesaba su ojo izquierdo.

Se acercó a su amada lentamente, procurando no hacer sonido, y desde atrás de ella estiró el mini ramo para colocarlo frente a su rostro.

-          No hay nada en este mundo que te iguale, pero creo que podría llorar en este momento si al menos no intentaba opacarte. No sería justo para el resto del mundo que algo tan bello esté sólo y sea únicamente mío… - Se acercó a su oído y le susurró despacito. Dejándola que se de vuelta por si misma para mirarla a los ojos.

El contacto duró apenas unos segundos que parecieron horas. Sonrió de lado y se arrodilló frente a ella con sus dos rodillas en el césped, acercándose para besarla. Podía sentir la incomodidad de psicosis y la gata que tenía Gabrielle de mascota, pero poco le interesó. El beso sólo duró unos segundos, pero movió su cuerpo entero como si aquella fuera la primera vez que podía tocar sus labios.

-          ¿Qué hacías acá afuera amor? ¿Tenés ganas de dar un paseo conmigo?

@ Gabrielle Delacour

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*je t'aime


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El cielo parecía que dejaba de estar tormentoso aunque su color gris era algo brillante, seguramente porque el cielo abre el paso al astro rey.

Algunas nubes de lluvia surcan con lentitud el cielo pero son tan contadas que nadie se preocupa de un cambio de clima, así que es buen día para hacer paseos por el aire. Algunos magos disfrutan de utilizar sus escobas, algunos que tienen criaturas mágicas voladoras, se ayudan para un trayecto más entretenido. Pocos poseen dragones, en quienes viajan usando un hechizo especial para ocultar la existencia de estas criaturas, aunque con el "Secreto retirado por el mago Aaron Black como ministro de Magia, ya es algo normal que las brujas y magos ya no oculten sus transportes mágicos.

Contados dueños de locales en el rubro de transporte, les ha beneficiado mucho la presente situación, ofreciendo sus servicios a la comunidad. Uno de esos locales, tiene como uno de sus servicios, el alquiler de carruajes de lujo tirados por criaturas mágicas, principalmente por thestrals y visitan a los habitantes para hacer entrega personal de folletos promocionales sobre este y los servicios de alquiler de cabañas, un mago con fino traje azul marino, uno de los socios del "Augurio Itomori´Floy" pasa montado sobre un thestral y al ver personas en el exterior de una de las mansiones, decide bajar para hacer difusión del local.

 

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La situación se encontraba más que clara por donde le miraba pero aún así aquella distancia que entre ambos existia cada vez al parecer se iba acortando o eso era lo que se suponía estar sucediendo; de muchas formas sentía un placer profundo que se le tome en consideración ya que se mostraba un tanto perdido en el tema pero el auxilio repentino resultaba oportuno y con ello agarrarse del hilo que le hizo para renegar a sus adentros.

Su madre le tomaba del brazo llevando su inmensidad consigo dejándole con ganas de decirle mucho pero a la vez poco en el desplazamiento, quedando callado por un instante, sus labios se encontraban como pegados sin recibir líquido que los logré humectar aprovechando en usar el lipstick de coco que tenía en uno de sus bolsillos, aquel que le regalaron en su último viaje que había tenido y con ello le sonrió a Goshi quien le estaba observando lo que hacía, aprovechó en asentir ante sus palabras de que había mucho de que conversar en ese lugar oportuno que ella en su momento había comentado.

Aquel ruido dentro de la Black fue demasiado incómodo dónde todo era tranquilo más el silencio era parte de la orden del día, mas cuando llegó al lugar del acontecimiento le llenó de curiosidad al ver a más personas involucradas en el asunto, conocía algunas de vista pero sin querer llamar la atención entró en el recinto central tras su progenitora cruzando sus brazos después del grito de la misma, sonreí amargamente ante la situación esperando todo esto se aclare bajo el calor de la chimenea que en ella calentaba aquel fuego que crujía en su interior los maderos que ya en carbón terminaban de calcinarse.
@ GoshI

@ Oriánthi

@ Amit Lockhart

@ Matthew Black Triviani

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  • 3 meses más tarde...

Padre e hijo.

"He intentado escribir esta carta hace ya varios años, y es que,... ¡es que han pasado días completos!, meses en sus distintas facetas estacionarias, ¡horas! en los que tan solo me que quedado observando el pergamino manchado por las sombras de mis manos, al reflejo de una débil y titilante flamita de vela a una esquina del escritorio. El mundo pasa pero tus recuerdos vagan genuinamente en mi memoria, sí, desde una vaga presencia en los pasillos de este frío y olvidado castillo, hasta los de una esbelta y erguida figura, cuyos pliegues de túnica vacilaban al compás de aquellos firmes pasos atravesando a la mitad de un salón ministerial repleto de brujas y magos que, expectantes, guardaban con celo la cultura de un mundo mágico que hoy en día pareciera estar en decadencia. 

Jamás lo quise ver, quizás por mi edad, por mis amistades o mis extraños pasatiempos... a lo menos mucho más extraños que los del común de aquellos que hoy en día me rodean; mientras tú te dedicabas a mostrar una parca sonrisa a la muerte que no logró alcanzarte... aunque sinceramente no sé si aún estarás con vida. Mamá me ha contado que es imposible que perezcas, y lo dice con tanta seguridad, que yo intento convencerme de que tal vez sea un horrocrux el que te mantenga con vida, pero sinceramente lo desconozco.

¡Siempre desconocí todo de ti!, ¿Cómo es posible que jamás me lo hayas contado?, a lo menos ¿lo sabías?... ¿Qué importancia tuve para ti?... Te mataré Aaron, te mataré por haber acabado con el mundo que pusiste a mis pies." 

*****

La carta vociferadora se incineró a puño cerrado, en medio de un lugar que nadie jamás podría hallar.

El cristal de una vieja ventana que ensañaba un montañoso y nevado atardecer reflejó un par de ojos grises que, entrecerrados, parecieron expresar una sonrisa franca y sutil. El muchacho había crecido y aquél viejo mago no sabía por qué lo estaría buscando para intentar lo que muchos otros no lograron jamás, sin embargo, le intrigaba más el cómo aquella lechuza que yacía muerta sobre la única mesa de la estancia, había logrado dar con su paradero, dado que nadie podría saber dónde se encontraba y el por qué de su desaparición...

Luego de dar un par de pasos que hicieron eco sobre el piso enmaderado, Caelum soltó un par de frases en lengua muerta que resonaron por la habitación reanimando a la mensajera que había llegado con aquél comunicado, una vez devuelta su vida le debía a él su devoción; simple efecto de la nigromancia. Acto seguido, acomodó en su pecho el broche de oro de los Yaxley que le había regalado su prima y alcanzó la varita que descansaba sobre el arco de la chimenea, la que envainó en el grueso cinto a su cintura, para después deslizar lentamente su lengua por el índice derecho que plasmó a la puerta que tenía en frente mientras susurrraba cuestiones inentendibles sin despegar el dedo de la madera. Se consumió por completo en un vórtice de fuego negro que le jaló del ombligo a quizás dónde, dejando atrás una vieja cabaña de muggles con sus dueños colgando boca abajo al final de la pequeña sala y una gigantesca serpiente compuesta de llamas color azabache que enroscaron la morada hasta consumirla por completo.

*****

Quien hubiese conocido al ex ministro y parte del legado tenebroso, sabría que el hijo de Mahía parecía haber apagado sus sentimientos; aunque nadie sabe con exactitud en qué inoportuno momento de la vida de Black habría ocurrido aquello. Observarle a los ojos era encontrar la fatal sinceridad de la existencia y, a su vez, una vehemente convicción de lo que profesaba... y así lo hizo saber al mundo mágico cuando tuvo la oportunidad. Sin perjuicio de ello, Kalevi siempre había sido importante para él y jamás quiso que el muchacho se viera envuelto en una casta cuya nobleza se había desvirtuado hacía ya mucho tiempo... aún antes del mismísimo Voldemort.

OFF: Extractos de un pensadero barato jajaja. Saludos gente! ❤️ 

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Maida reconocía que había vuelto a ver  Aaron, sin embargo todo parecía tan borroso que se levantó aún días más tarde sin saber si había sido un sueño, quizá pesadilla o realidad. Su regreso a Ottery significaba una semana completa de dolores de cabeza, poco sabía ella que se debía en parte a su partida de bando oscuro, lo que acarreaba una serie de efectos secundarios en sus memorias y episodios específicos. Por supuesto, la ojiazul no podía quedarse en la Yaxley con tantas dudas de por medio, envió con Mushu un aviso al castillo Black anunciando su regreso y solicitando, claro, que se le prepare su antigua habitación. Si su primo había vuelto, lo lógico era que retomara sus antiguas residencias y en la Yaxley hacía mucho que no asomaba las narices.

Cuando por fin asomó cuerpo en el castillo, la recibió un elfo del lugar, al que Maida no prestó demasiada atención mientras se retiraba la capa negra de la espalda y la envolvía en sus brazos. 

Si se encuentra Nius en casa, que se le avise que he vuelto y que deseo verlo en mi habitación lo antes posible.

Ese elfo doméstico en particular, pertenecía a Aaron, pero también obedecía las órdenes de la bruja, uno de los consentimientos que su primo hermano le había conferido muchos años atrás. Que él estuviera en el castillo era una señal más de la cercanía del ex Ministro de Magia. La Yaxley tenía guiñapos de tristeza y decepción en el lugar donde debería ir su ¿corazón? Y no solo por su primo, sino también su familia entera, su ahijado, su ¿amigo? Por eso se había ido de la Marca, aunque ahora mismo no recordara ni su existencia ni los motivos de marcha; porque ya no existía ancla en alla dentro, no había nada que anclar tampoco, tenía que rehacer sus lealtades.

Tal como lo sospechó, Nius apareció segundos más tarde ella puso pies en su alcoba. Se hallaba caminando hacia la ventana que daba a uno de los jardines laterales cuando oyó el "plop" distintivo de los elfos domésticos.

¿Hace cuánto volvió? —interrogó sin siquiera girarse a verlo.

Un par de semanas a lo sumo, señorita Yaxley.

¿Se encuentra en cas.. —entonces si que volteó a verlo—, no, encuéntralo y dile que deseo verlo ahora mismo. Me da igual si está reunido con el presidente del MACUSA o el mismísimo Salazar Slytherin. 

@ Aaron Black Yaxley

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No sabía si encontraría allí a aquella mujer que había sido para ella una madre cuando Katara falleció, la tenía mucho que agradecer por que, cuando no veía un camino claro, la Black la acogió, la ayudo a salir de aquel pozo igual que la Selwyn hizo todo lo posible para también ayudar a Alyssa. Fue una ayuda casi consensuada, como si Lyra hubiera dejado todo hilado para que ambas chicas se tuviera la una de otra creando asi unos fuertes lazos familiares.

Aunque tras que la guerra estallará ella tuvo que huir de Inglaterra con su sobrina como se lo había prometido a su hermana. Así que la Deimon cumplió y se llevó a su sobrina lejos de todo ser que quisiera cazarlas por ser seré mágicos. Casi todas las familias de las sagradas 28 o de pureza de sangre habían escapado, por lo que contaba que la Triviani también lo hubiera hecho. Todos estaban volviendo a afincarse en Londres, pero la rubia tenía aquella inseguridad de que Alyssa estuviera.

Tras cruzar el puente de piedra podía notar el ambiente lúgubre que tenía aquel castillo, pero aquello no la iba a atemorizar alguien que, como ella, había obtenido el apellido black. Llegó a la puerta, mientras se pensaba bien si no incomodaría a @ Alyssa Black Triviani  pero por dentro de ella quería saber si se encontraba bien o si no la habían dado caza, aunque sabiendo como era, no se dejaría vencer por unos simples muggles.

Se mordió el labio inferior dudando, solo conocía a aquella mujer en la Black, era como si ella hubiera sido un cachorro de lobo que había perdido a su progenitora y la mujer de pelo rojo la hubiera adoptado como si fuera su mama loba por que ella también había perdido a alguien importante. Al final no dudo en llamar y el portón se abrió para dar paso a un Elfo.

—Vengo a preguntar por Alyssa Black...—dijo con su típico tono frío pero con confianza, no era una Deimon que dudara en si misma, todo lo contrario, pero quería que estuviera bien aquella mujer que la había dado otra oportunidad de tener una madre. Miró al elfo esperando una respuesta, mientras se cruzaba de brazos abriendo aquella capa de color verde oscuro que parecía negro, dejando ver tras el gesto, un corsé de tonos verdosos y negros, junto a unos pantalones negro y unas botines de tacón del mismo color que el pantalón.

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Nius (elfo)

Un pequeño felino trepaba sin problemas el borde de uno de los balcones del castillo para luego, tras dar un pequeño brinco a la luz de la luna, hacia una mesita que presentaba una taza de café a medio terminar y un plato con migajas de pastel, que por supuesto botó y quebró, comenzar a acicalar su pelaje suave, blanquecino y frondoso. Se alertó en cuanto oyó, o el aullido de un licántropo vagando por los frondosos bosques aledaños al castillo de los Black o por los pasos a pie descalzo que se acercaban, rápida y furiosamente al quebrar de la loza; saltó sobre una maceta (que también quebró) y luego volvió a brincar hacia el tejado de una pequeña torre cercana al balcón.

-¡El plato favorito del señorito Matthew!- exclamó Nius apareciendo en la escena. 

El elfo llevaba un camisón blanco a botones, pero sin mangas. No era un estropajo, Aaron y Nius eran tan unidos que el mago enviaba a otros elfos a comprarle ropa en una tienda del Diagon que un sangre sucia había abierto en favor de tales criaturas. Aparte, si por alguna razón, motivo o circunstancia, Nius traicionaba la confianza de su amo, no solo le fracturaría la otra puntiaguda oreja para que quedase como liebre, sino que de seguro lo despellejaría frente a todos los elfos del castillo, junto con otros de la manor y quizás más y más de todo Ottery... ¡Era una locura de solo pensarlo!

-Nius le traerá un plato a la minina, pero Nius debe limpiar primero el desastre que ha hecho la minina...- comentaba la criatura mientras chasqueaba los dedos a una escoba y pala que se encontraban a la vista, en una esquinita del balcón- menuda noche la de Nius, primero Mushu apareciendo en la habitación olvidada de la señorita Yaxley, y luego Nius aquí, limpiando el desastre que debería estar cumpliendo la elfina de madame Goshi...

Fue que la escoba barría el último trozo de porcelana, que justamente Nius tomó de la pala entre sus larguiruchas manos para que un mago el ayudase a reparar el plato de Triviani, cuando desde allí arriba, en lo alto de una las torres, sus redondeados y grandes ojos observaron que las puertas de los terrenos se estaban abriendo de par en par ¿sería la señorita Yaxley?. El elfo chasqueó los dedos y se esfumó en un puff para aparecer frente a @ Eliah Selwyn R.  en un paff. 

-Bienven...- pero la bruja ya se había adelantado a preguntar por quien buscaba aquella desolada noche de otoño- vaya que modales- refunfuñó tan bajito que con suerte lo oirían. Entonces plantó la misma postura de la bruja, brazos cruzados y esperando una respuesta... o, ¡no la había dado!... mantuvo la misma careta, inmutado pero muerto de miedo por dentro- usted está en terreno de la gloriosa familia Black, si ha de consultar por un familiar debe tener una cita. Nius comprende que usted sea una bruja y Nius un elfo, pero tengo ordenes expresas de uno de los patriarcas para evitar conflictos innecesarios en el castillo... sobre todo hoy en día con esos bandos dando vueltas por ahí- ¿tiene usted una carta de invitación? 

Entonces otro elfo apareció de costado a Nius, quien inmutado pero con la gota de sudor helado corriendo su espinazo, escuchó el susurro de su camarada. @ Maida Black Yaxley había llegado y quería hablar con él. Era lógico, ella podía aparecerse en cualquier parte del castillo, inclusive en las reservas familiares que Fernando había conseguido con un viñedo de por ahí. 

***

Kalevi Black Rosier. 

Como si fuese un ladrón irrumpiendo una morada, Kalevi, el ahora entonces hijo de Aaron, entraba escondido de los elfos por la cocina para luego adentrar en los salones principales. Llevaba una sudadera, con capucha oscura cubriendo su rebelde cabellera, unos guantes que cubrían sus palmas dejando los dedos sin abrigo y unos jeans grises que hacían juego con unas blancas tenis. Agitó la varita susurrando un lumos y encontrando las escaleras, subió lentamente para que nadie lo pillase. 

De pronto se oyeron unos murmullos que se hacían cada vez más claros mientras se acercaba al final del corredor en el segundo nivel. Pudo captar la voz de Nius y otro tono más delicado, pero sentenciador, como exigiendo, sí, le exigía algo al elfo. Kalevi sabía que Nius solo hacía caso a algunos de los Black, a Aaron por supuesto, a Matthew y a él, pero no sabía de otra bruja o mago; ¿quién será?, se preguntaba el muchacho mientras se apoyaba de espalda a la pared al cabo que el elfo salía de una habitación y desaparecía chasqueando sus dedos. ¡Entonces la vio!- tampoco es que la conociera- pero la suave mirada del joven mago se encontró con la de la bruja ( @ Maida Black Yaxley ) y una sonrisa nerviosa se le escapó de los labios. 

-Hola...- le dijo, alzando lenta y nerviosamente, una de sus manos en son de saludo.

Se oyó otra cosa quebrar, y de pronto, una pequeña felina blanquecina se asomó sobando su torso con cada mueble del pasillo. De seguro sería la taza que había quedado sobre la mesita del balcón.

 

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Deambulando por los pasillos del Castillo.

Las noches diferentes eran escasas en su vida, normalmente se quedaba en el lugares inhóspitos hasta altas horas de la noche, o se pasaba haciendo cosas est****as en las mazmorras del Castillo, solo para matar su tiempo libre y regresar a las actividades. ¿Familia? claro, toda ella habia desaparecido con el transcurso de los años, luego de que su padre fuera un reconocido Dictador      revoleo sus ojos     Ministro de Magia, su contacto era casi nulo. ¿Dónde estaría? desconocía totalmente su paradero, pero si lo volvía a ver, seguramente Frida     su varita     lo recibiría contenta. 

Su cuerpo estaba tapado, a excepción de sus pectorales, por una bata de color negra, afelpada, con detalles en amarillo, sus pies adornaban unas pantuflas que habia traído del mundo muggle,     estaba seguro que Augustine se reiría verlo así     su cabello negro perfectamente acomodado, parecía encantado para que nada alterase su inmejorable acabado ondulado. Sus pasos... Bueno, estaba ebrio, como era la costumbre en él, una botella de ginebra acompañaba su andar bajo el brazo izquierdo, aferrándose a ella, como si su vida dependiera de ello. 

Bebió otro sorbo, apreciando la belleza de los cuadros familiares quemados, algunos otros tachados. ¡Traidores!, revoleo la redoma contra el mural, haciendo que explotara y se bañara de Ginebra con el suelo lleno de pequeños cristales. 

Tenia problemas de ira.

Editado por Matthew Black Triviani

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Hace ya muchos años que había dejado de frecuentar el hogar de su familia paterna, ver aquel castillo evocaba viejos recuerdos y una dolorosa punzada de nostalgia. En cierto modo Alyssa pensaba que la razón por la que había evitado aquel lugar por tanto tiempo era porque representaba a personas que había perdido, personas muy importantes en su vida que por una razón u otra le habían abandonado. 

En primer lugar estaba su gemela, Aland, con quien había pasado toda su adolescencia y parte de sus años como jóvenes adultas en los confines de la residencia Black. Cada vez que tenían vacaciones de Hogwarts era allí a donde iban a pasar las fiestas con su padre, Glenin. Él era la segunda persona que aquel lugar le recordaba, otro más que ya no estaba en su vida y que el castillo parecía recordárselo permanentemente. Y por último estaba Lyra…, aquella cuya ausencia dolía más que ninguna otra tal vez porque en su corazón sabía que la de ella era permanente y absoluta. 

No, definitivamente no disfrutaba estar allí, había demasiado dolor y nostalgia vinculado al castillo de los Blacks, y sin embargo aquí estaba. La única razón que podría haberla hecho volver era la presencia de otra persona a quien apreciaba profundamente, si no fuera por Eliah ella jamás hubiera vuelto a poner un pie en aquel paisaje tan familiar. La joven Selwyn era hija de Lyra, quien a su vez había sido como una madre para Alyssa luego de que su propia madre falleciera cuando ella tenía apenas 13 años. No era ninguna sorpresa entonces que al saber de la muerte de la minina la Triviani tomó a Eliah de la misma forma que Lyra le había tomado a ella, como una imagen materna ofreciendo protección y apoyo incondicional.  

Habiendo recibido una carta por parte de la Selwyn, Alyssa sabía que era allí donde debía encontrarse con ella luego de años sin verla. Observando desde la ventana de lo que aun era su habitación, abandonada y con los muebles cubiertos en sabanas blancas, la Triviani pudo ver el momento exacto en que los portones se abrían para recibir a Eliah. En un abrir y cerrar de ojos desapareció para volver a reaparecer frente a dicho lugar, al mismo tiempo que un elfo llamado Nius daba la bienvenida a la recién llegada. 

- ¿Te atreves a vetar la entrada al castillo a una bruja de esta familia, criatura inmunda? – espetó la Black haciendo que su voz resonara con autoridad – Mereces que te corte la cabeza y la tire a la basura por tu incompetencia – Alyssa se acercó hasta quedar de pie a escasos centímetros del elfo, haciendo uso no solo de su altura sino también de todo su poder tanto mágico como presencial – A mi me vale madre lo que los patriarcas te hayan ordenado, ellos estaban en pañales mientras que yo ya te hacía danzar al ritmo de mi varita. Es mi hija a quien estas deteniendo en la entrada, y como vuelva a saber que cuestionas su presencia en este castillo me encargaré personalmente de que vivas para lamentarlo. 

Borrando al elfo de su mente le dio una patada para quitarlo de su camino, esbozando una cálida sonrisa para Eliah abrió los brazos en un claro gesto de bienvenida. – Qué gusto me da verte – expresó la mortífaga luego de abrazarla – Bienvenida al castillo de los Blacks

 

@ Eliah Selwyn R.

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