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Castillo Ivashkov (MM B: 106154)


Leah Dayne
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Los saludos con Derek siempre eran cálidos, unos más que otros, pero gratos al fin. No le sorprendió que se quedara en silencio apenas abrió la puerta, seguramente no se esperaba que fuera él quien le diera la bienvenida. Dejó que la mano de su acompañante siguiera en contacto con su cuerpo disfrutando de la extraña sensación que lo recorrió desde ese punto hasta cada extremidad. Una vez adentro tomaron asiento uno al lado del otro. Zack escuchó unos segundos hasta interrumpirlo.


Me alegra que todo esté en orden. Te ha sentado muy bien este tiempo lejos —. Reposó su mano sobre la pierna del otro dando un ligero apretón. —Seguimos estando fuera de Ottery, en realidad. Pero sí, las maravillas de la magia nos permiten estar prácticamente en dos lugares a la vez. No encontramos una mejor manera de disfrutar de ambos mundos. Queríamos conservar el castillo y se nos ocurrió hacer esta conexión que ya debiste haber experimentado para llegar hasta acá.


Para Derek podría resultar raro guardar una relación tan estrecha con el sobrino de la mujer con quien tuvo un amorío cuyo producto terminó siendo Leah. Y el vampiro también se preguntaba si ahí mismo en el castillo fue donde concibieron a su prima. Pero no era algo de su incumbencia. Todo había pasado mucho tiempo atrás como para pensar en ese tipo de cosas que ahora no importaban.


—Ocupado. Con cosas del Concilio y de otros lugares que ya sabes. Pero tampoco la he pasado mal, a pesar de ciertos altibajos —. Derek sabía que Zack era muy comprometido con el bando, que siempre había algo qué hacer ahí, con él no tenía sentido ocultar ciertas cosas. —No he tenido tiempo de alejarme, afortunadamente. Así que he podido disfrutar de varios hechos importantes. Como por ejemplo que Leah ha tenido un exitoso crecimiento mágico, es una bruja más fuerte ahora. —Lo entendería, por supuesto que sí. No tenía que explicar detalladamente que su prima ahora era nigromante como para que captara bien la idea.


—Por otro lado, también he vivido la ausencia de Elaena y Carol. Ninguna parece tener buenos motivos para volver a este lugar. Elaena ha de estar en alguna cama revolcándose con un tipo guapo, mientras que Carol… Pensándolo bien quizás las dos estén en el mismo plan —. Finalizó esbozando una sonrisa. La fama que tenían ambas era bárbara. —No, es broma. Quizás se mataron entre sí y aún no lo he descubierto.


No había que darle muchas vueltas al asunto, los únicos que quedaban de pie en el pueblo eran Zack y Leah. Aparte de Mía y Pik que seguramente también eran de preocupación para el Atkins. De ellos le hablaría más adelante. Ahora se encargaría de pasar un buen rato con Derek, sin duda las copas de whisky que trajo su elfo ayudarían en el proceso.


—¿Has vuelto con alguna expectativa? ¿Tienes algún objetivo en mente? Asumo que volviste recargado — Cuestionó soltando una de esas miradas pícaras. —Por cierto, puedes quedarte en el castillo. Me gustaría tenerte más cerca y evitar que vuelvas a huir del pueblo.

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—No es de extrañar de Leah —musitó, recostándose un poco más sobre el sillón. Leah era su hija, y luego de la época en la que había estado alejado de ella y la había vuelto a encontrar, conoció a una mujer que no se daba por vencida, aguerrida, y lista para sacar de su camino a la primera persona que se le interponga en su objetivo. Sabía que llegaría bastante lejos, y aunque no se lo expresase, estaba bastante orgulloso de ella.

 

Zack era la única persona con la que usualmente tenía contacto; de Carol no sabía nada hacía bastantes meses... Incluso llegaba a pensar que la última vez que la había visto había sido hacía ya casi más de un año. La mujer al igual que él, desaparecía por largas temporadas sin dar explicaciones, aunque no las tuviera que dar, le gustaría saber dónde se encontraba. Por momentos añoraba los tiempos en los que todos pertenecían al mismo círculo y pasaban bastante tiempo juntos; ahora parecía sólo un sueño lejano.

 

—Quizás se fue a fabricar más dobles de ella —bromeó, dando un sorbo largo a su trago. La copa ya estaba a la poco menos de la mitad, y el castaño tomaba su contenido como si de agua se tratara; en los últimos meses había experimentado una extraña sensación de necesitar una gran cantidad de alcohol para poder entrar en sus efectos— En realidad no tengo ninguna expectativa en mente... No sé muy bien que es lo que espero esta vez.

 

Con Zack se sentía a gusto y confiado, pero sabía que en Ottery todas las personas que deambulaban no eran las mismas que él había conocido un tiempo. Quizás encuentre a algún conocido por allí, pero sabía que la gran mayoría no lo era y agradeció enormemente le ofrecimiento de quedarse en la Ivashkov; la Atkins posiblemente se encuentre llena de personas que no conocía, y prefería evitarse ir a un lugar en donde lo interrogarían por la más mínima cuestión. No estaba de ánimos para ser sociable y agradable con gente que en realidad no le interesaba en lo absoluto.

 

—No huiré, señor —murmuró después de reírse por el comentario del anfitrión—. En realidad tengo planeado quedarme una larga temporada por estos lares. Así que con gusto aceptaré la propuesta de quedarme aquí —bebió el resto de su copa y la colocó sobre la bandeja que estaba frente al sillón—. Aunque aquí exactamente no; quisiera hacer una pequeña visita por el castillo.

 

Aunque no era su residencia, la conocía a perfección debido al tiempo que había pasado en el lugar durante la época en la que se encargaba de una pequeña Leah. Se incorporó del sillón y observó a Zack un instante, que aún se encontraba sentado; quizás en el paseo encuentren algún lugar oscuro para pasarla bien; o quizás el demonio incite a su acompañante a invitarlo a hospedarse en su dormitorio. Lo mejor serían las dos opciones, pero Zack era algo celoso con su privacidad.

 

—Vamos. Quiero ver las estancias que han modificado vosotros —la copa que había dejado nuevamente estaba llena, por lo que la cogió y bebió gran parte de su contenido. Dejó el cristal y con la misma mano agarró de la mano del hombre para levantarlo; cuando estuvo junto a él, la colocó sobre su espalda baja para hacerlo avanzar delante de él—. ¿O que prefieres mostrarme para impresionarme?

 

 


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Ley Gryffindor Rosier

Directora del Cuartel General de Aurores

 

Unas horas atrás, en lo que parecía ser un día tranquilo de oficina, entre los memos y las notas, cartas y demás cosas pendientes que llegaban al cuartel de aurores había una carta extraña en un idioma raro. Luego de investigar un poco supe que estaba escrito en Rumano. Al traducirla, se mencionaba sobre la extraña desaparición de uno de los miembros de la logia del concilio de mercaderes. Para rematar, el apellido Ivashkov estaba inmiscuido. Era necesario ir hacia allá, parte de nuestras obligaciones como departamento de seguridad el proteger al mundo mágico ante cualquier amenaza.

 

Si bien, al haber desaparecido el único miembro de la orden del Fénix, Jank Dayne, era evidente que los mortífagos (uno declarado, dos sospechosos) tendrían en su poder el manejo de los objetos peligrosos que allí se vendían.

 

Aparecí a 20 metros de los terrenos de el castillo y caminé hasta la verja de entrada. Por supuesto no iba sola, me acompañaba el ex director del cuartel, mi padre Elvis. El con toda su experiencia me ayudaría con aquella investigación que se llevaría a cabo en unos minutos... haríamos unas preguntas a los presentes y tal vez una pequeña revisión.

 

-Buenos días- grité para que salieran. Evidentemente no podíamos pasar por no ser miembros de la familia, solo podíamos esperar allí, a que alguien saliera a atendernos -Espero que todo salga bien- comenté al Gryffindor.

 

@ @@Seba Granger @ @

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Auror

Aquel aviso de parte de mi hija me había emocionado demasiado. ¿Hacía cuánto tiempo que había tenido que abandonar mi puesto dentro del Cuartel de Aurores? ¿Algunas semanas? Me había afectado tanto aquello que ya había perdido la cuenta. Me había tenido que centrar exclusivamente a la Universidad a pedido de mis líderes sin que pudiera negarme. A aquello, se le sumó el nacimiento de mi hijo Elros y las insistencias de mi esposa a que tomara ése puesto. Aunque nadie lograba comprender que lo mío era el trabajo de campo. Por eso cuando Ley me pregunto si podría acompañarla, estaba más que encantado.

 

En cierta hora, ambos aparecimos a unos cuantos metros de la verja. Había tomado mi vieja túnica de trabajo, con aquellos arabescos en plateado y la insignia de Auror en el pecho. La noticia de mi retirada podría ser extendida rápidamente, pero uno jamás dejaba de ser Auror y mi experiencia podría servirle a Ley, aunque fuera directora y estuviera por encima de mi. Sus palabras demostraban cierta emoción, pero a la vez se le veía claramente que estaba nerviosa. Mientras nos acercábamos a la verja, expresó que deseaba que todo saliera bien.

 

¡Claro que si! Todo ésto es una actividad de rutina. Les hacemos unas preguntas. Vemos si acceden a que podamos revisar un poco su mansión y si todo sale bien, nos vamos —no quería alarmarla, pero en mi larga carrera como empleado de aquel mismo departamento, eran pocas las veces en las que las cosas habían salido bien. Muchas veces los miembros de las familias nos echaban, cuando ellos mismos nos llamaban. Otras veces nadie salía a dar la cara. Y otras veces, mucha menos cantidad de veces, habían salido mortífagos a atacarnos y había terminado en el hospital. Pero estaba seguro que aquello saldría bien—. Todo parece tan pulcro. ¿Estarán en casa?

 

Pregunté mientras que Ley intentaba que nos vieran desde la verja. Aquello sería imposible. No nos escucharían. Mientras le comentaba aquellas palabras, acerqué mi cabeza a los barrotes mientras me aferraba a la verja. Mis dedos se entrelazaron en el metal gris, brilloso y frío e inmediatamente una luz explotó a nuestro alrededor y ambos desaparecimos de Ottery. Claramente que nos habíamos olvidado de aquel pequeño detalle tan enorme. La verdadera mansión no se encontraba en el pueblo, sino que en el exterior. Cuando ambos pisamos tierra, pude abrir los ojos y ver el castillo por encima de aquella enorme elevación.

 

Eso si que no lo esperaba —miré a Ley esperando que aquello no la tomara por sorpresa. Siempre solían pasar muchas cosas de improvisto y teníamos que hacer lo mejor que pudiéramos. La verja se abrió ante nosotros y el camino que llevaba hacia al entrada, por momento se bifurcaba y por momentos estaba decorado con hermosos pinos. Todo era realmente lujoso. Uno al lado del otro, empezamos a ascender hacia el Castillo Ivashkov. No era tan largo pero aquellos jardines eran realmente hermosos. Cuando llegáramos a la puerta, deberíamos llamar y que alguien nos abriera. Esperaba que sucediera eso—. Señorita directora, después de usted —le señale hacia adelante. A unos pocos metros estaba ésa enorme puerta. Ella debía manejar la situación y yo solamente estaría para apoyarla.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Si de algo servía el tiempo que llevaba conociendo a Derek, era para saber cuándo se le insinuaba de frente a cualquier persona. Ese tono seductor, la mirada perdiéndose en el suelo para luego reencontrar los ojos de su acompañante, y las sonrisas a medias lo delataban casi en todos sus planes perversos. Zack tomó su mano para levantarse del asiento y luego sintió como recorría con ella parte de su cuerpo.


—Sabes muy bien que yo no necesito impresionarte. Quizás los otros tengan que recurrir a sus tácticas de conquista, pero a ti te basta con que yo solo sea… Yo—. Respondió el Mortífago con esa soberbia ocasional que a veces no podía controlar. —Por cierto, ahora que dices quedarte, creo que mi habitación es muy grande para una sola persona. Podríamos compartirla por unos días —. Finalizó recordando la última vez que Derek y él estuvieron solos en una pieza. Había llegado un par de mujeres que terminaron aprovechándose de sus físicos.


En el instante que comenzaron a avanzar, las alarmas internas del castillo sonaron tenuemente. Indicaban la visita de intrusos e invitados, aquellos aparatos detectaban cualquier amenaza o visita inesperada. En ese caso no parecía ser nada grave, reconocía los sonidos de alerta cuando se trataba de Fenixianos en plan de asedio. Zack se dio media vuelta y quedó frente a Derek. Lo detuvo con una mano en su pecho y desvió la mirada hasta la puerta principal.


—Espera arriba, veré de qué se trata—. Desplazó sus dedos por el pecho del hombre en línea recta hasta más debajo de su cintura y se alejó. No estaban esperando ninguna visita, de hecho nunca antes habían tenido visitas en el castillo, a menos que se tratara de otra amiguita de su prima Leah. Puso los ojos en blanco de solo recordar a la última pelirroja que estuvo ahí y continuó caminando hasta abrir la puerta de par en par. Frunció el ceño al ver que una mujer y un hombre atravesaban el jardín principal a paso sin prisa e intercambiando palabras entre sí. A simple vista no representaban ninguna amenaza.


—Buenas tardes. ¿Se les ofrece algo?—. Cuestionó a penas los tuvo al frente. El hombre era director de la universidad, le impartió al vampiro la última clase de conocimientos cursada. La fémina sí resultó desconocida. —Por cierto, soy Zack, el patriarca—. Finalizó esperando una respuesta por parte de ese par.

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Ley Gryffindor Rosier

Entrevistando a Zack, Cuartel General de Aurores

 

Apenas íbamos llegando un hombre alto salió a recibirnos. Me dio la ligera impresión de que conocía a mi padre, yo a él no lo conocía. Apenas iba a decir algo me informó de que él era Zack, además de ser el patriarca de la Ivashkov.

 

-Buenas tardes, mi nombre es Ley Gryffindor, vengo del cuartel general de aurores. Tengo un par de preguntas que hacerle a usted y busco además a la señorita Leah. No se si se encuentre en casa.

 

No quise esperar más a que saliera ella, así que me decidí a empezar con la entrevista. Si algo estaba haciendo mal, Elvis mi padre me ayudaría. Estaba esperando además la llegada de los demás aurores, quienes me ayudarían, en caso de que se nos dejara pasar, a hacer un cateo al castillo.

 

-¿Conoce usted a Jank Dayne?

 

Estaba bien comenzar así, iría poco a poco. No quería precipitarme a hacer más preguntas. Recordé una ocasión en que me tocó ir a una cuestión parecida a la mansión de los Black Lestrange y salieron casi todos los miembros de la familia, algunos incluso molestos y uno salió con una criatura. Las cosas se habían puesto tensas, no quería lo mismo ésta vez.

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“Gryffindor” sin duda alguna tenía parentesco con el director de la Universidad presente, además de tener aspiraciones a la Orden del Fénix. No era un secreto los ideales ese apellido, eran tan claros como los de la familia Malfoy por la parte oscura. Zack dejó que la mujer continuara hablando y luego escuchó sobre su pertenencia al Cuartel General de Aurores. Ahí se alarmó un poco. No entendía por qué esas personas de pronto estaban en su hogar sin siquiera haber pasado un aviso sobre la visita.


—Mi prima no se encuentra. Ha de estar ocupada con algunas cosas en el Magic Mall— Aclaró recordando que la bruja también había sido abatida en el último encuentro con Fenixianos, obviamente estaría en el centro de curación clandestino sanando sus heridas como lo había hecho él mismo. —Disculpe, todavía no acabo de comprender a qué se deben sus preguntas. ¿Hay algo de lo que deba preocuparme, señorita?— Cuestionó amablemente atravesando a la fémina con sus grises orbes. Definitivamente algo andaba mal, y comenzaba a preocuparse. ¿Alguien los habría visto realizando algún hechizo Mortífago?


—Por supuesto que lo conozco, es miembro de la asamblea del Concilio de Mercaderes, igual que yo. — El hombre llevaba varios días desaparecido de sus obligaciones como logia, y ahora la familia tenía una visita por parte de los Aurores. Claramente aquello tenía que ver con los bandos. —Al ver su posición asumo que ya ha iniciado su cuestionario. Pero lamento decirle que no voy a contestar más nada hasta que me explique qué está sucediendo. ¿Tiene usted algún documento que me garantice su pertenencia al Cuartel General de Aurores?— Zack dudaba, aquello pudiese ser una trampa ideada por Fenixianos.


—Además me gustaría saber qué tiene que ver el Director de la Universidad con todo el asunto. — Agregó desviando la mirada hacia Elvis.

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Ley Gryffindor Rosier

En entrevista con Zack, Cuartel General de Aurores.

 

Al parecer las preguntas habían puesto incómodo al patriarca de la familia Ivashkov, pues sus respuestas, así lo sentí, estaban un poco a la defensiva. Levanté ligeramente las cejas con tranquilidad y observé la hoja y la libreta que llevaba para hacer los apuntes. Me dio cierto desánimo el hecho de que no estuviera la otra persona a quien iba a cuestionar, pero tenía la esperanza de que llegara.

 

-Esa pregunta es más bien por usted, señor Ivashkov... ¿Tiene algo de lo que debería preocuparse por el tema?- lo observé con cuidado. Tal vez había ido demasiado lejos, pero no me importaba, le había dado con guante blanco. Quería hacer las preguntas y que se me respondiera así como debe ser, sin embargo, me dio la impresión de que me tardaría más de lo esperado.

 

-El motivo de mi visita es porque nos llegó una carta en la que se nos informaba que el señor Jank Dayne lleva varios días desaparecido. El problema es que se les señala como sospechosos y el apellido Ivashkov estaba allí... Pero repito, es solamente un cuestionario, nada los hace culpables hasta que no se haga la investigación, son solo preguntas de rutina. Saqué entonces una identificación en la que mostraba mi fotografía y ponía "Directora del Cuartel General de Aurores".

 

Hice caso omiso a la pregunta de lo de mi padre, esa pregunta tenía que responderla él.

 

-¿Cuándo fue la última vez que vio a Jank y qué fue lo que estaban haciendo?- continué tranquilamente.

 

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Auror

En cuánto llegamos hacia las puertas de entrada, apareció una figura que había conocido hacía algunas semanas, Zack. Aunque debía admitir que nuestros trato había sido el más escaso. Asentí con mi cabeza a modo de saludo mientras éste preguntaba qué necesitábamos. Era el patriarca de la familia. Mi hija se presentó con el debido protocolo, aunque sabía que el nombre del Departamento hacía tensionar a las personas. Nunca entendía porqué. Su pregunta fue directa al grano y traté de disimular una sonrisa mientras ahora la atención se centraba sobre mí.

Ya nos conocimos en la Universidad. Pero no quiero dejar de realizar los protocolos. Mi nombre es Elvis Gryffindor, y hace algunas horas, Ley me reemplazó en el Cuartel de Aurores como la directora actual. Como debe suponer, todos es procedimientos en el Ministerio de Magia y me tocó acompañarla en su primer salida. Verá, llevo años trabajando en su puesto y la Oficina del Ministro nos envió juntos por mi extensa y pulcra experiencia —había estirado mi mano para estrechársela, en el momento que me presentaba. Luego me mantuve derecho, mirando a los ojos a Zack. Esperaba que cooperaran. Las palabras salían solas de mi boca—. Como le comentó Ley, es solamente unas preguntas de rutina. Debemos saber que todo está bien. Y así será, asi que no debe preocuparse.

 

Mientras Ley le mostraba su identificación como directora, me encargué de mirar hacia ambos lados. El castillo estaba demasiado tranquilo. La otra persona buscada, Leah, no estaba en casa. ¿Acaso estaría en el Concilio de verdad? Eso suponía otra parada, otros protocolos y más tiempo perdido. Cuando terminaron de hablar con Zack, volví mi atención en ellos. Ya había echado un vistazo a todo nuestro alrededor. Aquella brisa me recorría el cuello y me producía escalofríos. Carraspeé mi voz y le dirigí una sonrisa a Zack.

 

Sería ideal que pueda cooperar sin problemas. El Ministerio de Magia tiene muchos procedimientos y uno de ellos hace hincapié en las personas que rechazan nuestras visitas. No solo deberá presentarse ante la institución, llenar un montón de formularios, hablar con una media docena de secretarias y presentar una explicación detallada ante la oficina del Ministro. Y eso creame, que sería una pérdida de tiempo —esperaba no marearlo con aquellas palabras. Pero quería que entendiera que cuanto más rápido accediera, más rápido nos iríamos. Volví a hablar. No quería sacarle el crédito a Ley pero estaba seguro que desde ése día, ella llevaría siempre el mando, estaba aprendiendo—. Es simple, nos invita a su sala, Ley te hará unas preguntas, nos contestas conciso y lo que necesitamos, y nos vamos sin molestarlo más. Estoy seguro que eso no cuesta mucho trabajo.

 

Para todo ésto me acerqué más para estar a pocos metros centímetros del Patriarca. Aún no se había corrido para permitirnos el paso. no quería presionarlo pero sería una verdadera pérdida de tiempo si teníamos que volver con un representante de cada departamento e invadir por completo su castillo con una orden. El joven mago de ojos azules tenía la misma estatura que yo, asi que podía verlo claramente.

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Elaena Ivashkov

 

Hacía un par de horas que Elaena había llegado a su habitación. Prefirió la madrugada para entrar al Castillo, porque no le apetecía que nadie la viera y que comenzaran a atacarla con preguntas que aún no quería responder. La relación con sus primos nunca había sido buena, sobre todo con Leah y la última vez que la había visto el asunto no había salido del todo bien, sobre todo porque Afrodita había estado allí. No esperaba que las cosas fueran a cambiar, pero sí que pudiera quedarse por un largo tiempo; huir ya no le gustaba.

 

El único baúl que había traído ya estaba desocupado y Milou la ayudaba a terminar de acomodar las pocas pertenencias que tenía, aunque todas de gran valor para ella. Nunca creyó que llegaría a confiar en una criatura, mucho menos en un elfo. Él en principio no había sido de ella, sin embargo, se había ganado su confianza cada vez que la ayudó a mentir o que puso en riesgo su vida para mantenerla a salvo. Algún día le agradecería a Caroline por habérselo regalado, aunque seguramente no se lo diría directamente.

 

—¿No irá a hablar con sus primos? —preguntó el elfo, mientras ponía el último libro en la estantería.

 

—Sí, creo que ya estoy lista para ir a discutir.

 

Milou meneó la cabeza negativamente y se quedó en silencio.

 

—Si escuchas que comenzamos a lanzarnos maldiciones, puedes armar mi baúl de nuevo —murmuró Elaena cuando se dirigía a la salida.

 

En el trayecto le desabrochó un botón más a su blusa azul, de manera que su escote se viera mejor, y la acomodó dentro de sus jeans negros. Llegó hasta las escaleras y mientras bajaba escuchó un par de voces que provenían desde la entrada. En los pocos meses que había estado en el Castillo, casi nunca habían recibido una visita y todo aquello le parecía muy extraño. Instintivamente llevó su mano derecha hacia su varita, la que iba sujeta a su muslo. Sabía que ya no tenía tanto poder como antes, pero había cosas que no olvidó.

 

—Es mi idea o acá hay olor a pollo —soltó en un susurro apenas audible, justo en el momento en el que pisaba el último escalón y alcanzaba a ver los rostros de los visitantes.

 

Zack era quien los estaba atendiendo y no parecía muy contento. Toda la situación era tan sospechosa y por algún motivo a Elaena le molestaba la presencia de aquellos dos. Recorrió el trayecto que le faltaba y se acercó a ellos.

 

—Primo, ¿sucede algo? —preguntó en cuanto se posicionó al lado de Zack. Con suerte le llegaba al hombro, eso que llevaba tacones, pero eso no evitaba que la vampiresa se viera intimidante—. Oh, pero qué maleducada soy. Me llamo Elaena Ivashkov y soy la otra matriarca de la familia. —Sonrió sutilmente e incluso un poco inocente.

Ivashkov
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