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El Parque de las Lamentaciones y Circ dels Joglars (MM)


Sagitas E. Potter Blue
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Con cada segundo que pasaba con el Viatore terminaba más convencida de que la amaba de la forma más noble y pura que existía, por primera vez no dudaba de ello, sabía a la perfección que a él lo que menos le importaba era su aspecto físico. No pudo evitar sonreían ante lo dicho por su vampiro mientras se acomodaba sobre su pecho y dejaba de lado el emparedado que le habían preparado con todo el amor del mundo.

 

¿Eso significa que me estas alimentando para que tengamos un bebé? —Comentó con gracia mientras sonreía y se disponía a correr su cabello hacia un costado para que el pelinegro tuviera un mayor acceso a su cuello, el solo sentir el roce de sus labios sobre su piel la hizo estremecer y sentir un cosquilleo sobre aquella zona.

 

La idea de tener nuevamente un hijo con él la volvía completamente loca, no pudo evitar morderse el labio inferior mientras se imaginaba compartiendo la alegría de estar embarazada junto al hombre que amaba. — Aunque debo admitir que tu plan no es del todo malo —. Giró su rostro para mirarlo y así poder depositar un beso en su mejilla, definitivamente había sido el beso más dulce que había dado hasta el momento.

 

Las dudas la invadieron rotundamente cuando el mago hizo mención sobre casi haber sido descubierto por ella, frunció el ceño al mismo tiempo que lo miraba confusa, si bien sabía que algún acontecimiento importante para ambos, aunque sabía que el mago era un poco exagerado con las sorpresas que le daba y seguramente había preparado aquel picnic para confesarle que al fin y al cabo él también planeaba ser padre nuevamente.

 

Sus palabras la trajeron nuevamente a la realidad, al parecer le recitaba un lindo poema al oído mientras la pegaba más sobre su pecho. Si algo tenía Drake que le gustaba era la forma sobre protectora con la que la trataba, la forma en la que la abrazaba contra su pecho para demostrarle que no quería pasar ni un segundo en separarse de ella. Definitivamente esas eran cosas que la conmovían y hacían que sintiera mariposas en el estómago. El mismo interrogante pasaba por su cabeza día a día <<¿Es posible sentir tanto amor?>>

 

 

Un escalofrío le recorrió la columna vertebral al mismo tiempo que su corazón amenazaba con salir de su lugar golpeando con fuera su pecho. Había dejado de respirar justo en el momento que su amado pronunció la palabra "esposa". Esa simple palabra tomó otro significado para ella al salir directo de los labios del Viatore, por el solo hecho de haber salido de sus labios se había convertido en la palabra más dulce y hermosa que la Hawthorne jamás había escuchado.

 

Se vio obligada a respirar nuevamente mientras contemplaba el anillo que la caja que sostenía en sus manos le mostraba. Definitivamente se había quedado sin palabras, cosa que solo él le provocaba. — Siempre —. Se limitó a contestar mientras sentía como sus ojos se cristalizaban y una amplia sonrisa se formaba en sus labios despintado. — Me encantaría ser tu esposa —. Le contestó más concretamente mientras llevaba sus labios hasta los suyos para besarlo con amor.

 

Siempre quería ser suya, de él y solo de él. Tragó saliva con dificultad mientras intentaba relajar todos los músculos de su cuerpo que habían quedado paralizados antes la propuesta inesperada del muchacho. — ¿Me lo pones? — Inquirió al mismo tiempo que extendía su mano izquierda.

 

 

@Kutsy

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Lo lamento, me hizo mucha gracia el bufido de Perenela, mostrando su desacuerdo a mis palabras sobre ella. Solté un "¡Aaaayyyy mi niña grandota!" y la abracé, por puro placer, para que me viera que siempre iba a ser mi niñita a pesar de su edad. Aunque tuviera canas (si es que un demonio consigue tener canas en algún momento) seguiría siendo mi niñita.

 

-- Ay, cariñito, si tú quieres a Sean, yo te respeto. Cosa que no significa que le respete a él, ejem...

 

La noticia de que Amya estaba embarazada cambió mi sonrisa en un gesto de preocupación.

 

-- ¿Pero qué es lo que ha hecho esta hermana en mi ausencia? ¿Es que no puedo faltar ni un día del pueblo que ya celebra orgías? No, no me contestes. Ya sé cómo se hacen los bebitos, no quiero detalles -- levanté una mano para impedir que mi hija hablara. No sabía como tomarme esa noticia. Si hubiera sido mi hija... Pero Amya era mi hermana mayor y, por tanto, le debía un cierto ¿respeto? y respetar sus... acciones sin cabeza ni pies.

 

Suspiré con fuerza.

 

-- Te juro que en este momento temo más a tu tía Amya_An que al Basilisco suelto -- murmuré, pasándome la mano por el pelo, en un gesto nervioso.

 

Pero eso sería ser una inconsciente. En el Parque había parejas y gente paseando y no podía permitir que acabaran petrificadas por culpa de uno de mis animalitos.

 

-- ¿Entraste en calor? Quédate en la cama, descansando, mientras mami se encarga de mi nenito escapado -- bufé. Este Basilisco era tan díscolo como mi hija, menos mal que siempre me hacían caso...

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Objetivo Logrado.

 

Mi madre se había olvidado parcialmente de mi y había volcado gran parte de su maravillosa mente en la preocupación por mi tía Amya, era una fortuna que su mente estuviera tan dispersa como para poder ponerse a indagar mas, le sonreí con ternura a mi madre y no pude evitar reírme ante el hecho de que su preocupación estaba dividida ya en varios frentes.

 

Le di un beso en la palma de la mano a mi madre y me arrebujé en la cama de mi mamá acomodándome mas de cerca, si la buena fortuna me seguía sonriendo podía esconder mi embarazo a mi madre al menos por un par de meses, de todos modos no se me notaba nada y a menos que me delataran los síntomas matinales lo mas seguro es que pasara verdaderamente desapercibido, eso o que mi hermano no se fuera de lengua, que como los Dioses y los Demonios son mis testigos, dudaba mucho que no se lo dijera en cuanto él viera a mamá.

 

Tenia que encontrar un modo de arreglar las cosas, de seguro que sí, un modo donde ninguno en la familia terminara lastimado y que al menos uno de los dos: o mi bebe o yo, termináramos vivos. Me espabilé ante la pregunta de mi madre:

 

-Si, ya entre en calor, tu ve y busca a tu nenito que yo espero aquí y cuando todo se resuelva seria feliz si me traes algo de comer... ¿si? - le hice ojitos mientras me arrebujaba en cama - Quiero Tocineta bañadas en chocolate - si, sabía que no era nada apetitoso pero se me antojaba.

Siempre seré tu hija... Reiven Grindewald te quiero // NiqQIUZ.gif

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Ay, pero qué sonrisa más bonita tenía mi hija. Lo malo es que por experiencia sabía que cuando ella sonreía así es que algo tramaba, escondía o manipulaba. Se parecía demasiado a mí. La había enseñado bien.

 

-- ¿Seguro que estás bien?

 

Como buena madre, dejé que se acomodara dentro de la cama y después puse una manta por encima.

 

-- Sin protestas. Sé que eres una demonio y no tienes frío, pero por la noche caen las temperaturas y no quiero que te refríes más de lo que estás -- le puse un dedo en la boca, anticipándome a su protesta. Perenela tenía un brillo especial en los ojos. -- ¿Seguro que no tienes fiebre? Tus pupilas brillan. Espero que sea algo pasajero de los demonios, como cuando se te ponen rojos.

 

La arropé y le di un beso en la mejilla.

 

-- Sí, voy a buscar a Toffy -- Era el nombre amistoso que le daba al Basilisco, aunque su nombre fuera Teo. -- Seguro que anda mudando la piel y se ha ido al borde del lago. Es su lugar favorito, pero ya le he dicho mil veces que no puede salir del recinto del Circo.

 

Ya estaba cerca de la puerta cuando sentí su petición.

 

-- Sí, sí, me pasaré por la cocina y te traeré algo de comer.

 

Abrí la puerta, bajé los escalones y cerré detrás de mí. Hacía algo de frío pero no lo noté. En mi mente había algo que... Di media vuelta, abrí la puerta y asomé la cabeza.

 

-- ¿Tocineta con chocolate? ¿Y ahora a qué viene ese antojo tan raro? Niña, tú te alimentas mal. Te traeré algo nutritivo pero nada calorífico o te pondrás como una foca.

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-Estoy bien - le dije a mi mamá - me quedaré aquí y esperare juiciosa a que regreses, cuando todo el drama haya acabado y el Basilisco este en su redil hablaremos, me podrás consentir, me darás todas las pociones que quieras y hablaremos de todo lo que quieras desde como me hice las rasgaduras en la ropa hasta como te fue en tu viaje.

 

Escuché su retahíla sobre mi antojo, hice una mueca y le repliqué a mi mamá haciendo un gran puchero mientras me sentaba en la cama:

 

-Vamos mami, quiero tocineta con chocolate, o fresas con crema, o un sándwich de carne mechada y salsa de ajo... o mejor porque no me traes las tres, tengo hambre - le sonreí, empecé a hablar de comida y mi estomago gruño - o una sopa de fideos con pollo o una crema de pollo con champiñones, o una pizza con queso, tomate, aceitunas y salami o o o porque no me traes un pollo en salsa bechamel - nunca comía tanto, bueno menos la vez que estuve embarazada por primera vez, en ese entonces me quise comer toda la alacena en un mes, esperaba que mi madre no se acordara de eso - o tráeme una buena parrillada medio hecha.

 

Me forcé a cerrar la boca y le sonreí a mi mami que me miraba con los ojos y la boca abierta como platos, hice una mueca ligera:

 

-Trae cualquier cosa que sea comestible, aqui estaré esperando.

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  • 3 semanas más tarde...

El lugar era especial para salir con el coche de la bebe y pasear un rato con ella por todo aquel parque, ya que la bebe salía poco por culpa de aquel demonio que le daba persecución para matarla al igual que a su madre. Sonriendo un poco la bebe miraba para todos lados los distintos sitios desde arboles inmensos hasta pequeñas fuentes las cuales estaban repartidas por todo el sitio.

 

Solamente era una bebe de semanas, pero tenía la habilidad de crecer mentalmente más rápido que cualquier niña de su edad. Su madre encantada miraba si podía llevarla al circo donde le iba a mostrar todos los animales y eventos de magia básica para que Zoe mirara y sonriera dando un vuelco en el corazón de aquella demonio que poco conocía de esas cosas.

 

--Zoe ¿quiere circo la bebe? ¿quiere circo?.--

 

Animando Aysha a su hija aplaudía y daba mimos para que la bebe sonriera y riera, haciendo que toda su atención fuera a la de la niña.

 

--Vamos a encontrarnos con tu tía Sagitas para que te enseñe todo el lugar mejor que yo... porque por mi, muy lejos de los elefantes... son peligrosos..--

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  • 4 semanas más tarde...

Tenía mucho que hacer para preparar el año nuevo. Quería empezar con ben pie y quería que las sacerdotisas de los alrededores me acompanasen. Por ello al llegar al parque con mi tela de algodón bajo el brazo busqué una zona amplia aunque resguardada y me establecí.

 

Era la hora de la llamada...

 

Sentada con las piernas a lo indio, extendí una mano y me concentré. Mi poder radicaba en el fuego y por ello creé una llama en mi palma. Las quemaduras anteriores de mis manos, no sufrían con mis poderes a menos de que me descontrolase y en esos momentos no iba a ocurrir.

 

La llama creció y la acuné con las dos manos. Era hermosa y potencialmente destructiva, aunque el fin que yo le daría sería innocuo.

 

Le susurré palabras en idiomas antiguos y perdidos, palabras naturales que solo las sacerdotisas comprendieran y luego lo dejé ir. Flotó ante mi y luego empezó a dividirse, tomando diferentes direcciones... Traerían las llamas a mis hermanas al ritual de año nuevo.

Sacerdotisa·Madre·Compañera


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Annabelle Isabella Rambaldi Di Sforza (hermana melliza de Heliké)

 

En Escocia:

 

La bruja caminaba descalza por las nieves perpetuas de la montaña en la que estaba. Se había retirado hacía algunos meses para hacerse una limpieza espiritual y contactar con la Orden de Dragón a la que pertenecía. Parecía que, de momento todo estaba en orden. Sabía que no tardaría en llegar el mensaje en que la nombraban Suma Sacerdotisa. Era un alto rango que desde sus inicios cómo novicia, había querido alcanzar. No sólo por dar órdenes sino simplemente en poseer más conocimiento del que el más común de los magos, jamás tendrían. Sonrió de lado, en eso se parecía mucho a su hermana, la sed de saber más y tener más poderes que nadie.

 

Al menos desde que había dejado Ottery sabía que se encontraba perfectamente, no le había llegado ningún mensaje perturbador ni mucho menos. Pero aún así, no sabía porqué se sentía inquieta. Notaba ciertas energías que le incomodaban bastante. A lo mejor era un aviso de Gaia de que, estaba realmente enfadada en cómo los humanos la trataban, o simplemente podía ser una absurda intuición... A lo mejor hasta había mal interpretado las señales.

 

Colocó bien su vestido de estilo griego, anudando parte de la toga en un broche al hombro para darle más facilidad de movimiento. Tomó sus sandalias y las ató al cinturón de cuero que terminaba en un portavaritas, además que llevaba bolsitas diferentes para hacer la magia que a ella le encantaba... Se peinó con las manos y tomó su varita de cerezo, esa que le había acompañado desde que tenía once años...

 

Murmuró varios hechizos y el aire pareció vibrar intensamente. Sacó de sus bolsitas de cuero, varias flores haciendo un círculo alrededor suyo y también un par de velas blancas que encendió sin ninguna dificultad. Extrajo un mantel rojo y en su centro puso una daga de doble filo, para canalizar las fuerzas que le estaban llegando. Un péndulo y un caldero para introducir esencias naturales creadas por ella misma. Deshizo varias hojas en su interior y murmuró unas cuántas palabras, al instante pareció que el aire se hacía más poderoso...

 

Cuando estaba en la máxima concentración, abrió los ojos y estupefacta vio una pequeña llamarada rojiza. Se puso alerta, no sabía si lo había hecho ella o alguien la estaría llamando. A su alrededor no notó nada extraño, lo que hacía Annabelle era usar el poder natural de las cosas para llevarla a dónde la bruja quería, por eso se sorprendió de ver esa pequeña luz... Se fijó más. A su alrededor parecía indemne, no se derretía y eso la cautivó más todavía. ¿Quién tenía ese poder de controlar el fuego? No tenía ni la menor idea.

 

Se tranquilizó pero el pequeño fuego pareció bailar para llamar su atención...

 

-¿Quieres que vaya contigo? - a su respuesta danzó más ferozmente cómo si fuese un gesto afirmativo, giró su cabeza a ambos lados para percibir si la brisa había cambiado. No, para nada, todo seguía casi igual... Pero era tal la curiosidad que sentía que con un potente hechizo 'bauleo' que todas las cosas que había en el suelo, fueron directamente a su morral de cuero que llevaba a la cintura.... Deshizo los encantamientos que había creado y temblando un poco, tocó ese poder natural que tanto la cautivaba...

 

En el Parque de las Lamentaciones:

 

Sintió una especie de succión y todo cambió. Abrió los ojos y en su lugar apareció un bosque en dónde los animales trinaban, aún había nieve sí, pero no tan densa en el lugar en dónde había estado anteriormente. Oteó con sus ojos verdes y se dio cuenta de que estaba en el Parque de las Lamentaciones. No era la primera vez que había estado ahí. En una ocasión confraternizó con su hermana sacerdotal llamada Sagitas y según tenía entendido, también era su tía.

 

Algo chocante, el fuego inocuo aún estaba en el suelo que éste no quemaba ni derretía la nieve. Avanzó unos pasos y éste pareció comprender el mensaje, se deslizó rápidamente y desapareció. Annabelle chasqueada susurró:

 

- Pues vaya, ahora tengo que buscar el origen, según parece - murmuró un poco enfadada. Observó con la mirada hasta dónde había podido ir la "luz". Pero sintió una sensación extraña, familiar... Sí, alguien estaba por el parque y parecía que era una compañera de la luz. No lo dudó más y dejándose guiar por las fuerzas llegó a un lugar y en ese lugar estaba una persona que reconoció de inmediato...

 

- Vaya vaya vaya - sonrió la bruja de oreja a oreja en cuánto la reconoció. Sí, había tenido algún que otro "percance" en un lugar de recogimiento llamado "El Confesionario" y si mal no recordaba cuidando de una persona, ésta a pesar de intentar demostrarle que no era un peligro, se había mostrado arisca.

 

- Asi que hermana, me ha llamado, ¿no? - sonreí ahora, pero era una sonrisa de paz, calma... - No conocía que usted tenía el don del fuego, muy poderoso - alabó la española - de hecho, muy poca gente es capaz de controlarlo como quisiera.

 

<< Si no le importa me voy a quedar con usted, Reena - comentó, mirándola a esos ojos rojos que la cautivaban. Aunque no sabía porqué había algo raro en ellos. Cómo si ocultase algo. Quizá eran simples suposiciones - justamente estaba haciendo un ritual. Parece que lo que hizo atrajo su atención y - se encogió de hombros- aquí estamos.

 

Esperaba que la mujer reaccionase a Annabelle le daba la sensación de que estaba en una especie de trance... Quizás su inoportuna llegada haría que se fuese al traste su concentración y todo lo que estaba haciendo. Esperó. Volvió a colocar bien su toga, que parecía darle la lata en esos momentos y para no distraerla en silencio, colocó sus sandalias de cuero.

 

@@Reena Vladimir

Editado por Helike Rambaldi Vladimir

 

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Mientras esperaba a que alguien apareciera, me dediqué a dibujar sobre la tela de algodón. Las palabras antiguas que pronunciaba se iban marcando sobre la superficie blanca. Lo elementos naturales que había reunido hacía un rato y que me rodeaban, también pasaban a formar parte del lienzo con cada hechizo y ritual...

 

Sentí la presencia de una de los fuegos y abrí los ojos para recibirlo, la sonrisa se me heló en los labios al ver a quién acompañaba, pero ya que su aura no estaba como habitualmente estaba, toda picada, supuse que íbamos a tener las cosas en paz.

 

-Bienvenida, siéntate, yo aún estoy con mi ritual.

 

Le hice un gesto suave hacia mi izquierda y esperé a que sentara antes de volver a sumergirme en mi ritual.

 

Esperaba que llegaran mas, porque antes del alba quería tener completa la tela grande que había llevado y que después repartiríamos entre todas, para que nos sirviera de hermandad y protección.

 

@ @

Sacerdotisa·Madre·Compañera


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Annabelle Isabella Rambaldi Di Sforza (hermana melliza de Heliké)

 

A Annabelle no se le escapaba en absoluto que no le hacía gracia su presencia allí. Se había quedado helada por decirlo de algún modo por su presencia, a la bruja esa situación de hacía gracia. No pudo evitar lanzarle una sonrisa un tanto provocadora a la sacerdotisa, pero tampoco quería interrumpirla en su ritual de llamado de las demás compañeras.

 

A pesar de todo, algo le decía o quizá era la especie de aura que detectaba que algo no iba bien. No tenía forma de averigüarlo. Si le preguntaba directamente, a lo mejor podía recibir una contestación de las que dejaban a uno con la boca cerrada. Si le preguntaba discretamente... Bien pudiese obtener algo, pero a la española le daba la espina que Reena no soltaría prenda tan fácilmente.

 

Sí, es cierto que había estado ausente en el pueblo pero eso no quería decir que había abandonado a su melliza, no, claro que no. Se había encargado personalmente que, magos de su clan por decirlo de alguna forma, la mantuviesen informada. Algo le habían comentado por carta, que en una de sus visitas Heliké se había marchado apresuradamente...

 

Y sabía que de su hermana no iba a obtener prenda. Era bastante cerrada para que le contara sus cosas a pesar de ser hermanas de sangre y para más vampiras. Tampoco iba a usar sus dones naturales para urgar en su mente. Sabía que a la morena le molestaría de sobremanera y lo último que querría era que se enfadaran. Después de tantos años y luego de recuperarla...

 

- ¿Qué ha pasado con mi hermana? - preguntó de sopetón. A la vampiresa- sacerdotisa esperaba que no se uniese nadie más, quería tener una charla con su 'hermana' sacerdotal antes de que fuesen interrumpidas. Pero había notado de Reena que no conseguiría mucha confianza, había intentado decirle que era una persona de paz y parecían que las cosas no iban a cambiar al menos, no tanto cómo a ella le gustaría.

 

- Reena - llamó con suavidad a la mujer que seguía concentrada en el ritual. No quería molestarla pero era necesario - es mi hermana, necesito saber qué ha pasado. Me han contado algunas cosas y necesito saber que está bien - comentó con preocupación. Con sus manos empezó a jugar con la nieve que había a su alrededor, en dónde estaban sentadas.

 

- Presiento que algo sucedió entre vosotras dos y ella no me lo va a decir ni aunque le eche aceite hirviendo - rió por lo bajo- ya sabes cómo es para sus cosas - se encogió de hombros- si es lo que me parece, necesitará algo de ayuda para comprenderlo - seguro que se preguntaría cómo sabía la bruja todo eso pero no sería el momento de decirlo. Quizás más adelante- yo vengo en son de paz. Y lo que más quiero es que ella sea feliz, con Matt o con quién sea - soltó intentando buscar con la mirada a la mujer que estaba haciendo sus cosas.

 

Pero no dudaba de que la mandaría al cuerno. Había detectado gracias a las energías que proyectaba que era una mujer de fuerte carácter, sólo esperaba que no la hechizara por intentar saber qué era lo que había pasado dentro del Confesionario. Si los magos que había enviado para proteger a su hermana y saber de ella, estaban en lo cierto. Era hora de tener una charla.

Editado por Helike Rambaldi Vladimir

 

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