Chateau Dumbledore (MM B: 78647)

[Darla G Dumbledore]

La vampiresa escuchó en silencio las palabras de su suegra y asintió a cada una de ellas sin dejar de apuntar al hombre al cual eran dirigidas. Demasiado tiempo atrás había pasado aquello, cuando Darla no tenía recuerdos de si misma casi, habían sido tiempos que para ella eran como si no existieran antes de aquello.

 

Su mano se afirmó sobre su varita cuando el hombre recuperó la suya y levantó la ceja al escuchar sus palabras. ¿Él le había encargado qué? Un gruñido escapó de sus labios al recordar las palabras de Selene cuando le contaba sobre su verdadero padre en la Dumbledore y como aquel hombre no había aceptado la realidad. Ella había sido alguien más pero jamás había dejado de cuidar a sus sobrinas, hasta que cada una tomó su camino en la vida.

 

--est****o --maldijo por lo bajo al ver el movimiento del mago, ni pensó en evitarlo, pero antes que tocara el suelo ya estaba a su lado quitándole la varita --episkey --repitió un par de veces antes de pronunciar un incarcerus que retuvo las manos del mago a sus lados y sus pies.

 

El elfo que la había llevado apareció a su lado tras su llamado y le indicó que llevase al cuerpo a San Mungo con urgencia, era lo más rápido que podía hacer por él.

 

--Si te preguntan diles que las ataduras son por su seguridad, se autoflageló y su varita quedará en custodia en el Cuartel Inquisidor hasta que un médico de San Mungo garantice que no corre peligro de intentarlo de nuevo.

 

El elfo asintió para cumplir las órdenes de la inquisidora que se acercó a su suegra mientras guardaba la varita del mago en su bolso de piel de moke.

 

--¿Estás bien?

[wonderfairytale]

Arya Dumbledore

 

La joven figura de una mujer apareció ante las puertas del hogar de la noble familia Dumbledore, su capa era de un azul oscuro, lo cual le permitía esconderse entre la sombras de la noche. Su Cabello se encontraba sujeto en una coleta alta por un lazo, hacía ya mucho tiempo se había cansado de luchar contra la maraña de rizos que era su castaño cabello, por lo que ahora los ataba. Observó una vez más su ligero equipaje antes de ingresar al castillo.

 

La tenue luz de la luna iluminaba suavemente el camino hacia la puerta principal, mientras la brisa mecía las hojas de los árboles y las flores, aquellas flores que sus ojos no habían visto hace ya tanto tiempo. Era increíble como todo podía cambiar, unos meses atrás se encontraba leyendo tranquilamente en su habitación antes de que los recuerdos volvieran una vez más para atormentarla.

 

La causa de su huida fue el contenido de aquella bolsa que encontró en el ático, creí haberlo olvidado, haber dejado su pasado atrás pero eso seguía allí. No tenía el valor para destruirlo por eso había elegido el camino más sencillo…huir.

Ahora se encontraba de regreso en su hogar, después de todo ese tiempo fuera Arya volvía a donde pertenecía. Ingresó en el castillo pero nadie salió a su encuentro, era bastante extraño que alguien pasara el tiempo suficiente allí. Continuó su camino por la escalera hacia su habitación, esperaba que su madre se encontrara en casa.

 

- Arya –Dijo Ian al ver a su ama en las escaleras.

 

- Hola Ian –Una breve sonrisa ilumino el rostro de la joven – Como has estado?

 

- Bien, aunque no ha sucedido nada últimamente por aquí –Respondió el elfo mientras tomaba la maleta. –Su habitación esta lista. –Haciendo una leve reverencia abrió la puerta para dejarla pasar.

[Leslie Ann Linmer PB]

Suspiro y siguió caminando con sus hijas Jayden y Lucie por las calles de Ottery directo a ver a Arya nuevamente, la ultima vez no la había encontrado esperaba que esta vez si estuviera porque se debían un encuentro de hace bastante, ambas niñas de 11 y 20 años iban riendo por cosas que veían en el camino.

 

-Ya llegamos comportensen- le dijo su madre girándose cuando habían llegado a las rejas del lugar para que ambas Myrddins se comporten.

 

-Si mama- contestaron ambas poniendo los ojos en blanco.

 

Alessandra sonrió pero apenas abrió las rejas Lucie hecho a correr detrás de su hermana Jayden directo a las puertas de la Dumbledore que golpearon como si su vida dependiera de eso.

 

-Esperen- grito su madre saliendo a correr detrás de ellas.

 

Al llegar al lado de ambas brujas las puertas se abrieron dejando ver a un elfo parado mirando con mala cara las tres, Alessandra se mordió el labio para no reírse, Lucie en cambio tomo a su hermanita de los hombros para traerla mas a su lado y taparle la boca antes de que se riera a carcajadas.

 

-¿Se encuentra Arya Dumbledore?-

 

@wonderfairytale

[wonderfairytale]

Arya Dumbledore

 

La joven se encontraba observando el cielo desde la ventana de su habitación mientras un sin fin de pensamientos pasaban por su cabeza, estaba consciente de que tendría que hallar una manera de mantenerse entretenida para que los recuerdos no volvieran a molestarla. Deseaba que todo fuera diferente, porque su presente no se parecía en nada al futuro que había imaginado.

 

Al observar a 3 personas andando por los jardines de su casa, instintivamente tomó su varita. Desconocía de quien se trataba esta vez pero la vida le había enseñado que siempre debía estar alerta, el destino se había llevado a algunos de sus seres más queridos y ella no estaba dispuesta a perder a nadie más. Estaba tan concentrada en aquellas personas hasta que un par de suaves golpes en la puerta llamaron su atención.

 

- Arya? -La voz de Ian logró tranquilizarla.

- Puedes pasar -Dijo mientras sostenía con firmeza a Owen en su mano.

- Acaban de informarme que 3 señoritas la están buscando, se encuentran en la entrada.-

- Gracias, en un minuto bajo -Una breve sonrisa se hiso presente en su rostro antes de que Ian desapareciera.

 

Guardó a Owen en el bolsillo de su vestido mientras caminaba hacia el espejo, tras observar que si aspecto era el adecuado salió de la habitación. Continuó su camino hacia las escaleras y en efecto al pie de las mismas se encontraban las personas que el elfo había mencionado.

 

- En que puedo ayudarlas? -Preguntó mientras bajaba las escaleras.

 

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[Ada Camille Dumbledore]

La especie humana era bastante extraña, siempre le habia llamado la atención esas acciones ilogicas que solian llevar a cabo alardeando de el amor o la valentia, cosas fuera de logica y por sobretodo lejos de la autopreservación.

 

Viendo el acto de total locura de aquel hombre blanqueo los ojos y dejo que Darla se ocupara de lo demas, ella era lo suficientemente capaz de hacerlo, ademas de evitar tener algo que ver con ese hombre que solo decia cosas ilogicas.

 

Darla me pregunto por mi y apenas mi mente escucho respondi con tranquilidad.

 

- lo estoy Darla, no te preocupes

 

 

Mire entonces la tumba sin nombre que tenia sembrados sobre si pensamientos morados y jasmines

 

- no te conoci lo suficiente para saber porque la gente hace esas cosas por quien fuiste...

 

Murmure, dandome la vuelta hacia Darla para increpar en el pasado de Selene.

 

- Tu conociste a Selene mortal, ¿Era tan "especial" como para que este encaprichado hombre quiera verla o es que el esta lo suficientemente loco y solo quiere figurar?

 

Estaba asqueada de lo que habia presenciado, movi a Horus en una floritura y recupere a mi varita principal Bast, las guarde a ambas y con un ademan invite a Darla para que me siguera y pudieramos sentarnos cerca a la cocina,en la mesita. Seria bueno un té después de este momento.

 

@@darla

[Leslie Ann Linmer PB]

Alessadra miro a sus hijas jugar con el micropuff que les había comprado en el magic cuando este apenas se abrió, llevaba tiempo querer comprar uno y hasta ese momento no pudo pero lo bueno de esperar tanto también había valido la pena porque pudo aprovechar y comprar varias cosas mas ese mismo día.

 

Ambas muchachas gritaban y se reían de todo lo que hacia la criatura hasta que las puertas se abrieron dejando ver a Arya que al parecer no la reconoció.

 

-Hola Arya, soy Memi- le dijo sonriendo a la mujer -estuve cuando nació mi tía Helena en el Hospital ¿te acuerdas?-

 

@wonderfairytale

[wonderfairytale]

Arya Dumbledore

Al estar algo distraída no se había fijado quienes eran las personas que la habían ido a visitar, recordaba a la mayor de ellas, la joven era quien había estado el día en que Helena, la hermana menor de Arya había nacido. Recordaba lo asustada y preocupada que se encontraba aquel día, pero después todo estuvo bien. Las otras 2 personas que la acompañaban eran mucho más jóvenes que ella, posiblemente eran sus hijas.

 

-Hola Memi –Dijo sonriendo mientras bajaba las escaleras. –Siento no haberte reconocido desde un inicio, estaba algo distraída. –Se disculpó mientras la abrazaba brevemente.

 

-Buenas noches –Saludó Ian con una leve reverencia.

 

-Preparen el comedor, por favor –Mencionó Arya y ante estas palabras, el elfo desapareció.

 

-Y estas pequeñas quiénes son? –Preguntó sonriéndoles. Hace ya tanto tiempo que no había tantas personas en casa, cada quien había tomado su propio camino y de los miembros de su familia no sabía nada.

 

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[Elaryan]

… no sabía muy bien que encontrar allí, el caso era que finalmente decidió acudir. Algo le atrajo, como en los viejos tiempos. Una llamada enigmática, un estremecimiento que no podía ser ignorado.

El despertar de una vetusta llama.

Había sido como un vago sueño, del que despertar, se convirtió en una proeza épica al alcance únicamente de su añejo pasado. Vivía de glorias que ya no eran conmemoradas, salvo por él, único en su especie y unido a un destino fatal que arrastró a los suyos entre rémoras de memorias enaltecidas en océanos de pesadilla. Inalterables ante la indolencia irreprimible de un carácter pulido a fuego y sangre. Hoy, nadie se iba a dar la vuelta en una calle atestada, nadie sabría su nombre. Quizás, ni él mismo lo recordase como tal. Solo era una palabra a fin y al cabo. Una de tantas; tantas de pocas.

A veces se miraba al espejo y lo que tenía delante, era menos que el vacío de su alma ilusoria. En ciertos momentos, reflejos de una figura lejana volvían, pero eran efímeros. Nada reconocible. Hasta en su interior, el timbre de su voz sonaba diferente.

Dio un vistazo a los exteriores, anhelando tiempos mejores. Suspirando, cansado, porque estos eran los que le tocaba vivir, pese a todo. Se sentía aliviado, atrás quedaban los años de desidias y huidas, la oscuridad que abrazó para tener que dejar triunfar el bien. Incluso, ante él mismo. ‘Era todo por una meta superior’, se repitió en muchas ocasiones. Bajo húmedos puentes y edificios medio derruidos, comiendo lo que buenamente podía. Siendo un ser invisible en un mundo individualista, egoísta. A fin de cuentas, ellos no se preocuparían por un ser que gastó sus mejores años en salvaguardar una sociedad que hoy no se preocupaba más que de sí misma.

Sonrío. Quizás con esperanza. ¿Por qué?, volvía a estar allí. Pero sin estarlo. Siquiera su sombra se reflejó en el pavimento. Dio dos pasos, con seguridad, pero temeroso en el fondo. Volvió a detenerse a la entrada, timorato.

¿Quién eres tú? Aquella distante voz interna le preguntaba en multitud de ocasiones e intentaba entablar conversaciones, pero él no sabía ya cómo responder. No hace tanto, la seguridad era lo único que lo acompañaba en su día a día. Pero hoy, no estaba más cerca de ella que de poder alcanzar el sol con la punta de sus finos dedos. Y fríos.

Tenía frío.

Se sacudió la ropa andrajosa que llevaba, unos vestigios de polvo flotaron unos segundos en el aire, hasta evaporarse por completo. La luz del sol golpeaba su rostro, le cegó unos segundos. Se pasó la mano derecha por sus cabellos castaños, demasiado largos para su gusto. Se acercó un poco más, respirando hondo, ansiando el valor que una vez tuvo, y tomó el pomo entre sus dedos. En un momento miles de recuerdos atestaron su memoria. Como si de una avalancha se tratase, a duras penas pudo contener la agitación ante las visiones que iban deslizándose en una pantalla invisible frente a él. Todos y cada uno de ellos, como si aún permaneciesen vivos. Tantos rostros familiares, los que se fueron, los que perecieron, los que abandonaron y aquellos que ejercieron la traición como único medio de vida. Pero… eran los suyos. La familia nunca deja de serlo, aunque la distancia imponga su dictadura. Así ejerza con mano de hierro su gobierno, la herencia del linaje acaba por alzarse victoriosa.

Abrió la puerta con sumo cuidado, sin saber que iba a encontrar dentro. Simplemente, algo. Alguien. El atrevimiento era menor al esperado.

De todas formas. Perder, ya lo había perdido todo. Lo único era su vida y en esos momentos incluso a ella la observaba sin darle demasiada importancia. Cerró la puerta con sigilo. A su espalda la madera del marco encajó con el resto, y el vestíbulo se quedó ante él. Imponente. Cualquiera habría dicho que nunca se fue. Ojalá él pudiese ser el primero que lo hiciera.

Quizás había vuelto a su hogar.

[Erik Dumbledore]

- Sabía que vendrías si te llamaba con nostalgia. Lo bueno es que no me has hecho esperar mucho, siempre has sido muy puntual mi querido Elaryan.

 

Desde uno de los asientos del vestíbulo observo sonriente a mi viejo amigo que, luego de muchos años, vuelvo a ver con la misma apariencia de cuando era líder auror. No puedo ocultar la alegría de verlo de nuevo y sé que tras ese rostro inexpresivo y serio, la sorpresa y la alegría comienzan a expandirse como agua que llega al cuerpo de un sediento.

 

Llevaba mucho tiempo alejado, viajando por diferentes ciudades del mundo en búsqueda de algo que quedara de mi desaparecido continente, de la Lemuria ancestral que dio origen a muchos magos con dones excepcionales, a los que busco arduamente y espero encontrar pronto.

 

El impulso de volver a casa aun es un misterio para mí, de la misma forma que desconozco el motivo por el que he llamado a Elaryan con el profundo deseo del sentimiento. Verlo ahí parado son con sonrisa de las que da como si nada hubiera pasado hace que quiera patearlo o simplemente pasar como él lo hace, después de todo mi hobbie era hacerlo reír y sacarlo de su estado poker face.

 

Aspiro profundamente el aire dentro de la mansión y viejos recuerdos vienen a mi mente. Algunas cosas en la decoración han cambiado, incluso un ligero sin sabor aparece en mi, como que algo no anda bien. Me paro y me acerco a Elaryan para darle la mano.

 

- Bienvenido a casa. No seas tímido y vamos a dentro, después de todo, somos familia.

Editado 8 de Noviembre del 2015 por Erik Dumbledore

[Elaryan]

Alguien así tenía que estar tras la desconocida llamada, ¿Cómo no lo pensé antes? Nada surge de la nada, sin más. Y mucho menos, los sentimientos. O lo que fuese que crecía dentro de mi desgastado corazón, quizás era otra cosa. Y él estaba al frente, como si el tiempo se hubiera detenido hacía ya tantos años, apenas perdurando en la memoria como la persona que me ayudó a convertirme en quien en cierto momento llegué a ser. Quien me ayudó a tocar la cima de la magia, tanto tiempo atrás. Mi amigo del alma, mi compañero de armas, mi camarada de la luz, mi viejo maestro.

¿Tanto tiempo ya?

Intenté sonreír como habría hecho entonces. Y creo que de algún modo, pudo vislumbrarse el leve tic entre las penumbras que rodeaban una cara desconocida.

- Nada es lo que era, y no sabemos lo que está por ser.

Me quedé quieto, reaccionando a duras penas, buscando en mi interior las palabras exactas, sabiendo que no daría con ellas y aun así esforzándome. Me miraba con familiaridad, como si todo continuase de algún modo, igual. O no, más bien, como si yo aún fuese el mismo de entonces. La confianza impregnaba sus formas.

- No estoy como entonces –le dije volviendo a sacudir la ropa que llevaba puesta, muy a mi pesar-, como puedes ver, lo que porto se aleja bastante de lo que llevé por aquellos días. Aunque, bueno, supongo que ni yo mismo soy quien fui. Me he visto obligado a cambiar la majestuosidad por algo más... ¿Práctico?, no lo sé. Creo que ni yo sé el por qué, más allá de...

Le escruté con calma, pensando que debería mostrar alguna novedad, pero no. Mantenía sus rasgos ajenos a la amenaza perenne de los años. Un gesto que destilaba alegría, aunque los tiempos fueran siempre prendidos a la mano de la tétrica descomposición social.

- Incluso nuestra casa ha cambiado –Di una pequeña vuelta por el vestíbulo, que continuaba insinuando clase. Demasiada para mi gusto – Nos hemos ido alejando de lo que éramos, ¿No crees?, el castillo no es el mismo. Más pomposo, aunque tal vez sea yo quien prefiera lo espartano. Es bastante más cómodo. Ayuda a no encariñarse con los objetos, a dejar atrás lo que en ese instante llamas vida.

Una de las máximas con las que me movía en mis buenos años, tal vez por aquel entonces funcionase pero hoy no estaba yo tan seguro de que fuese a ser igual de eficaz. Pero las costumbres o manías son complicadas de olvidar, desligarse de ellas suele ser como el regreso a Ítaca. Y moví mi mano inconsciente hacia la cadera, pero ya no estaba allí. Un ramalazo de abatimiento fulminó mi corazón. La había perdido, o me la robaron o quizás incluso la empeñé para poder comer caliente en algún momento.

La fidelidad, rota por la necesidad más básica, simple y amenazante.

- He intentado no seguir muy de cerca la actualidad desde entonces. -reconocí - Además he perdido el contacto y preferido vagar por las catacumbas del mundo. Creo que me encontré entre lo mágico y no mágico, viviendo una vida que nunca pensé que tendría que llevar. Huyendo, sin saber de qué huía.

Poco a poco, volvía a una situación que me alejaba de los recuerdos. Observé todo a mí alrededor. Cada objeto que allí modelaba en diversas formas y colores, me hacía rememorar ciertos aspectos de la que fue mi vida, muchos desconocidos, pero otros tantos aun familiares y grabados en las retinas de mi pasado. Entre ellos, los cuadros, incluso la propia lámpara que colgaba del techo. El olor. El aroma del castillo era una reminiscencia sempiterna en mis sueños más concisos, resonando cual eco. Cuando los necesité, muchos de ellos permanecieron leales. No todos, pero la mayoría cuenta.

- A veces me pregunto si tantos años de lucha sirvieron para algo, aparte de desgastarnos y volvernos a unos contra otros –Sostuve entre mis manos una cajita de madera no más grande que una mano. Estaba adornada con motivos dorados y un fénix tallado en la tapa -, ¿Qué conseguimos?

La posé de nuevo. Suspiré algo iracundo. Pero fue un sentir fugaz. Desvíe mis ojos ambarinos hacia mi viejo amigo, y en esta ocasión pude sonreír sin forzar el gesto.

- Tal vez sea hora de que empecemos a sumergirnos en nuestra vida tras el… acontecimiento –prefería llamarlo así, de todos modos había cosas que era mejor dejar atrás-, ¿No crees?, ponernos al día.