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Castillo de la familia Haughton


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La rubia no se había quedado mucho rato sentada. Enseguida decidió ponerse a ordenar, no el cuarto, que estaba cada cosa en su sitio, sino su vida. Se aseó y se arregló como hacía tiempo que no hacía. Se preparó un chocolate caliente de la maquina que ella misma había instalado en su dormitorio, tiempo atrás.

 

Además, hizo una lista de las cosas que quería hacer en esa nueva etapa y las cosas que no se iba a permitir a sí misma. Quería volver a ser la que había sido antes. O lo más parecido posible, al menos.

 

Una hora más tarde se enfrentó al espejo con el pelo mojado cayéndole por los hombros, sus ojos devolviéndole la mirada, con fuerza, con seguridad. Parecía increíble lo que una buena ducha podía hacer.

 

Ahí estaba, mirándose al espejo cuando oyó un ruido. Tardó un segundo en asociarlo con alguien llamando a la puerta, hacía tiempo que no lo oía, pero no había duda. Se aliso la ropa, echándose un último vistazo para darse el visto bueno, antes de salir. Parecía que fuera a una cita, pero no era nada de eso.

 

Abrió la puerta, preguntándose cuál de las dos sería. Se cruzó con su madre y por un momento tuvo que contener las lágrimas. La había echado tanto en falta. Pero no podía venirse abajo, después de todo, no podía seguir siendo la chica asustadiza que había sido siempre.

 

- ¡Mamá! - dijo con alegría antes de abrazarla. - Me alegro de que estés aquí, supongo que has recibido mi lechuza.

 

Se apartó a un lado para dejar pasar a la otra a su habitación, allí podían esperar a Kelly, si es que aparecía, mientras hablaban. Llevaban tanto tiempo sin verse, que seguro que temas no les faltaban por siglos, por muchas cosas que la Haughton quisiera ocultar.

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Pocas veces había visto una noche tan oscura como aquella. El manto nocturno se extendía sobre su cabeza hasta cubrirlo todo y ni la luna ni ninguna estrella lo iluminaba por ninguna parte. El ambiente estaba frio y las nubes lo suficientemente bajas como para formar una espesa bruma que invadía el camino pedregoso que cruzaba los terrenos y que le daban un aspecto aún más desolador del que ya mostraba normalmente. Solo el distante ruido producido por algunas criaturas nocturnas rompía el ensordecedor silencio, pero ni siquiera a ellas se las veía.

 

Dos figuras se movían lentamente a través de la oscuridad y solo hasta que llegaron frente a la entrada del castillo, la luz de las farolas ilumino el rostro hasta ahora oculto de ambos. El vampiro caminaba delante y parecía desprovisto de preocupaciones, al contrario de Mónica quien avanzaba con la cabeza gacha muy por detrás de él. Cuando ambos se detuvieron un gesto de Selim instó a su compañera a acercarse hasta él, lo que permitió que pudiera deslizar su brazo izquierdo por encima de los hombros de ella.

 

- Tranquila, no va a pasar nada - mientras hablaba, apretaba a la mujer contra su cuerpo y con la mano que le quedaba libre abría la puerta.

 

- Eso no lo sabes.

 

La voz de la matriarca se perdió cuando los goznes de la puerta chirriaron al ceder para dejarles paso al interior del castillo. El vestíbulo principal estaba completamente desierto y a juzgar por el silencio podía suponerse que no había ningún familiar en las salas contiguas o que incluso ya todos dormían. Aún así era de extrañar que nadie pululara por allí cuando otrora casi siempre había alguien en cualquier momento del día y de la noche fuera de su habitación.

 

- Estarán en sus habitaciones dormidos o con sus quehaceres, no te preocupes - Mónica se había quedado parada en la puerta mirándolo todo, mientras que él le hablaba desde el interior esperando a que lo siguiera.

 

- No me preocupo, no esperaba que nadie estuviera aquí para recibirme.

 

- Sobre todo porque nadie supo de tu partida y mucho menos de tu llegada - apuntó de nuevo Selim tras el comentario de la otra, que se encogió de hombros.

 

Mónica había cambiado mucho durante los meses en los que había estado desaparecida, tanto que en aquel momento casi era imposible reconocerla. Su notable delgadez, el rostro demacrado y la voz quebradiza insinuaban a una mujer completamente diferente a la original, con mucha menos seguridad que con la que se le recordaba. De hecho era tan diferente que ni ella misma se recordaba ni reconocía a su propia varita temblando en el interior de su manga derecha cada vez que hablaba y mucho menos recordaba ninguna otra cosa.

 

Entonces entró y la puerta se cerró detrás con un leve chasquido. Selim sonrió caminando hacia ella y levantó los brazos como mostrándole todo lo que la rodeaba y que se suponía que era suyo. Cuando llegó frente Mónica posó las manos sobre sus brazos y le plantó un beso en los labios que provocó que se estremeciera no precisamente de placer. No sabía porqué pero le resultaba terriblemente desagradable ese contacto con aquel hombre a pesar de que no debía ser así si él era su prometido, pero suponía que cuando recuperara todos sus recuerdos esa sensación desaparecería.

 

- Ve a descansar, mañana avisaremos a esas muchachas y podrás hablar con ellas - era Selim quien volvía a hablar, pero en esa ocasión obtuvo como respuesta la negativa en forma de gesto de su compañera. Era obvio que no quería dejar lo que tenía que hacer para el día siguiente-. ¿No crees que es un poco tarde?

 

- No... Quiero arreglar esto cuanto antes.

 

- Está bien, te acompañaré a t... nuestra habitación y desde allí avisaré a Piero para que busque a Sophie y a tu sobrina Taurogirl.

 

Mónica asintió esta vez y volvió a dejar que Selim, su falso novio, la guiara a través de las escaleras en busca del cuarto que claramente tampoco recordaba.

 

 

Editado por Mónica Malfoy Haughton

✤        P R O V E H I T O   I N  A L T U M       ✤
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~ M O R T I F A G A  R E T I R A D A ~
E X - Á N G E L  C A I D O

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La espera se convertía en tortura, nunca me había gustado esperar, seguramente ese elfo no quiso volver, o Mónica simplemente no desea que yo esté por acá, de todas formas iba a buscar la manera de ver a mi hija a como de lugar, a pesar de que no he sido un ejemplo de paternidad a lo largo de mucho tiempo, tenía derecho a ver a mi bebe, le guste o no a la pelirroja.

 

Escuche un poco de ruido, seguramente alguien acaba de llegar al castillo, aquella era mi oportunidad de oro para ingresar, no tendría problemas en encontrar la habitación de Emma, en caso de que esta haya cambiado, el lugar lo conocía de memoria, ya que pasé algún tiempo ahí, el momento en que pase quien quiera que fuere entraría detrás de él.

 

Me adentré en el jardín agazapado, como depredador esperando su presa, y una pareja pasó muy a lado mio sin percatarse de mi presencia, al fijarme bien, mis ojos no daban crédito a lo que veían.

 

Era Mónica acompañada de alguien a quien no he tenido el "gusto" de conocer, pero la Malfoy lucia muy distinta, estaba cambiada, había perdido mucho peso y su tez que siempre fue lozana y tersa con la perfección del mármol, se notaba pálida, algo malo había ocurrido con ella.

 

Los vi pasar y con mi mano toqué la sombra que proyectaba la pelirroja, casi de inmediato fui como absorbido por está y prácticamente caminaba mezclado con su obscuro reflejo. En ese instante me di cuenta que en verdad algo malo pasaba con ella, ya que mi presencia siempre la ha sentido aun a kilómetros antes de que yo llegara, y ahora ni siquiera se percató que me desplazaba utilizando su sombra como transporte.

 

Entré con ella a la casa escuchando lo que hablaba con aquel, todo era tan raro, dos años fuera de este mundo y las cosas habían cambiado de una manera que jamás pude sospechar, pero al caminar con ella notaba que se sentía perdida, no sabía por donde ir, parecía que no recordaba su propia casa.

 

Subimos por las escalera llegando a aquella alcoba que tanto recordaba, entramos los tres y el lugar aun conservaba ese sutil y delicioso aroma, su aroma, muchos recuerdos llegaron a mi mente, la mayoría buenos, pero debía concentrarme o simplemente aparecería en medio de ese cuarto y lo que menos quiero es que alguien más que no sea Monica me viera. Pero la diosa fortuna me sonrió y a penas ingreso al cuarto fue directo a su baño. La verdad no me hubiera disgustado quedarme con ella mientras tomaba un baño pero creo que eso iría a una larga lista de las tantas cosas que "adoraba" de mi.

 

A penas cerró la puerta me fui separando suavemente de su sobra hasta estar detrás de ella, el no asustarla sería imposible así que, al mal paso darle prisa.

 

-Espero que de mi no te hayas olvidado...-le dije sonriendo recargado...-Porque eso de verdad me dolería...-solo esperaba que no llevase su varita, ya que si me recordaba miraría muchas luces verdes y si no, creo que de la maldición no me libre nadie.

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La neblina surcaba por el suelo como marea viva, consiente a todo momento de lo que hacia. Recorriendo a cada paso los rincones de aquella sala, inundando con su color grisaceo asi pronosticando como siempre nada bueno. En el suelo encontraba tendido un joven de cabellos castaño, tal vez unos diecinueve años, inconsiente con su cuerpo colocado como si hubiera caido bocabajo de golpe. Su varita estaba cercana a su mano, partida a la mitad brutalmente que se veian astillas por doquier.

 

La sala no tenia rastros de batalla, salvo un par de muebles movidos fuera de su lugar aun asi nada extraño, todo lo demas seguia en su sitio incluso la chimenea crepitando bajo lo unico fuera de lugar era aquella cortinilla de niebla inundando sobre el suelo.

 

Pronto llegó sobre el castaño, lamiendo sobre su cuerpo de los pies subiendo lento hasta las puernas continuando, mientras el castaño seguia inconsiente o parecido algo peor, muerto. Un par de pasos sonaron agudos, habia alguien mas en aquella sala. Portaba una larga gabardina que cubria su cabello y rostro completamente. Avanzó hasta llegar al cuerpo caido del castaño, pasaron unos segundos hasta que se volvió a escuchar sus pasos.

 

La sala contaba con varios muebles formando un semicirculo, como si adornaran alrededor de la gran chimenea expandida. Sobre ella se alzaba un cuadro de pintura de un hombre maduro, de aspecto recto y serio. Tenia los brazos uno sobre el otro y en su mano portaba una extraña joya negra. Pasaron segundos hasta que no pudo mas, giró lento su rostro cobrando vida de pronto la pintura, se volvió al hombre encapuchado y lo encaró con la mirada.

 

--Lo has conseguido, por fin lo has hecho, ahora marchate.-- El hombre de la pintura parecia enojado pero su tono de voz parecia triste y vacia. --Has matado a toda mi familia asi que obtuviste tu venganza, marchate.--

 

--Sabes que no...aun queda alguien mas-- su voz sonaba grosteca, con un eco muy tenebroso.

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Las sombras la escondían y protegían como solía suceder; siendo su eterna compañía y a veces su más grande amiga, todo dependía de la perspectiva que le diera determinado día. Se deslizaba como si fuera un ser etéreo que además era acompañado por su hermoso y blanquecino rostro, aunque estaba marcado de una manera misteriosa.

 

La vestimenta de siempre la acompañaba a pesar del tiempo o la estación en la que estuviera. La capa negra con capucha, que era esencial para ella parecía más una extensión de su cuerpo. Esta vez había cambiado un poco su atuendo ya que llevaba un vestido corto de color negro que se ajustaba a cada una de sus curvas y que además tenía la falda suelta por lo que se veía moverse con el más mínimo soplo de aire. Los zapatos de tacón hacían juego.

 

La Malfoy no sabía porque había tomado ese camino en específico ya que estaba un poco alejado de su lugar de residencia y lo que es más, de casi todo lugar que conocía. Suponía que ver nuevos lares no le haría daño en lo más mínimo, especialmente cuando conocía a algunos miembros de esa familia como lo eran Mónica y Valkyria.

 

Se acercó al Castillo de los Haughton con la intención de saber si se encontraba alguna de esas mujeres que de alguna manera consideraba amigas. Esperaba que al menos estuvieran en casa, al menos así no hubiera entrado en vano a dicho lugar.

 

Esperó a que alguien la recibiera, un elfo, un squib, un mago, vampiro, demonio... con tantas especies ya no sabía ni quién le abriría para darle la bienvenida. La entrada se abrió y como dictaban las costumbres, se comportó con todo el gallardo que ostentaba su apellido.

 

-- Buen día, soy Ästartèa Malfoy, ¿Se encuentra algún miembro de la familia?

 

El acento ruso siempre salía a relucir por más que quisiera ocultarlo, después de todo, orígenes son orígenes. Igual que tampoco podía ocultar su plateados ojos que solían cambiar de color.

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By Cissy

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  • 3 semanas más tarde...
― Un elefante se balanceada sobre la tela de una araña ― tarareó al tiempo que sus dedos se deslizaban por la habitación de la Haughton ―, como veían que resistía fueron a llamar otro elefante.

Si la Ángel Caído no fuera de su misma raza podría habérsela esperado en aquella cama llena de historias, ¿cuántas noches de amor que habían pasados desapercibidos para su radar? Casi podía llorar un poco, ahí estaba la única víctima que no había tenido en su lista, la que dudaba tener algún día y no es que le temiera, por supuesto que no, era una necesidad de respeto que debía romper lo antes posible. Juve debía estar en sus manos, aunque tuviera que cambiarse el sexo, bueno, quizás era un tanto exagerado pensar eso.

Así que desechó la línea de ideas que pretendían inmiscuirse en su cerebro, no era el momento, debía pensar en una excusa convincente que darle a la Croft cuándo se dignara a aparecer, luego se encargaría de rogarle que le presentara a sus apuestos hijos, sonrió. En ese último tiempo solía pensar de una manera demasiado hormonal para sus gustos, suponía era producto de su frustración matrimonial aunque... ¿realmente la tenía? Estaba loca, listo, esa era la única repuesta razonable.

― Un elefante se balanceaba... ― rodó los ojos con impaciencia ― ¿y es que no piensa venir a darse una ducha al menos?

No, esperar nunca le había agradado.


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-Buenas Noches…-deslizándose como una cobra al interior de su habitación, no le hizo gracia tener a una invasora como visita-¿Puedo saber el motivo de tu presencia en mi alcoba?...-chasqueando sus dedos desapareció su capa de viaje de sus hombros-Juliene…-rodeando sus orbes lapislázulis esperaba una buena explicación-No creo haberte invitado o ¿sí?...-su marmóreo rostro se endureció en el acto-No creo que no…-ladeando a cabeza intentó mostrarse diplomática-Yo no pienso caer en tus juegos de seducción, no permitiré que me arrastres a donde suelen ir a parar todas tus victimas…-aflorando en ella ese aire arrogante disfrutó la mueca desencajada de su compañera-No es sencillo tener a una mujer como yo, ¿Qué te hace pensar que puedes conseguirlo o conseguir a mis hijos?...-cruzándose de brazos le invitó a sincerarse.

 

No le extrañaba que se sintiera intimidada ante la presencia de la Croft, ya que casi siempre lograba asustar a sus enemigos. Aunque la Black Lestrange no era su enemiga, no de momento y esperaba que la joven se mantuviera en esa misma situación-Es de mala educación adentrarse en habitaciones ajenas, no creo que te hubiera agradado sorprenderme acompañada o ¿sí?...saboreando el peligro que se impregnará en sus palabras, no le importaba que le pillaran haciendo una que otra travesura. Ella bien sabido que los Malfoy eran personas con vidas ajetreadas, deseados por muchos y difíciles de conquistar por otros-Que más da, si todo lo que pasa o deja de pasar en Londres, ya no puede ser considerado de carácter privado o reservado…-enarcando una ceja se despojo de la túnica que llevaba, quedando solo con un corsé azul oscuro empatando el mismo a la perfección con unos jeans negros.

 

-¿Te ha comido la lengua el elefante que se columpiaba en la tela de la arañita? o ¿Ha sido la vampiro que tenéis delante de vos?…-cuestionándola sin miramiento alguno intentaba descifrar los pensamientos de la mujer-Vamos, vamos que no tengo todo el día…-golpeando el suelo con su bota de piel de dragón, analizaba con sumo cuidado las expresiones del rostro de Juliene, no podía pasar por alto un solo detalle o descuidarse. No era sensato dejarse llevar por una persona como ella, ya que fuera como fuera los rumores o verdades que había escuchado sobre la Black Lestrange, no podían ser echados en saco roto.

 

@@Juliene Black Lestrange

         Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

                 The-Gooddes-Kah     

 Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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― A mi me puedes comer completa, si quieres.

Sentirse Leah, fue inevitable, ni hablar de que miraba con demasiada atención el espectáculo que amablemente le había ofrecido la Croft al desvestirse y como no a ese par de montículos que resultaban su fascinación permanente, también tenían un buen tamaño, casi podía odiar a Juve. Y dejó caer su cuerpo sobre la cama, sonriendo con picardía, confundir siempre era maravilloso, una suerte que toda su anatomía le ayudaba a que fuese lo más real posible.

― No me invitaste, es cierto, pero he decidido auto-invitarme a la alcoba de mi nueva amante, ¿acaso no puedo? ― debía aguantar la carcajada en lo máximo posible ― Verás, mi adorada Juve, lo cierto es que Leah ya me ha enseñado todo lo que podía sobre estos asuntos, así que he venido por alguien que, evidentemente, tiene más experiencia... ― sostuvo su mirada en el pecho de la Malfoy ― y un poco más de material de estudio, son lindas, por cierto.

Se incorporó de su improvisado asiento para comenzar a caminar alrededor de la vampiro, olisqueando su aroma a una distancia prudente, sinceramente había ido a molestarla, no tenía un plan elaborado para esto pero la mismísima Ángel Caído le había dado el argumento necesario para iniciar su juego favorito, crispar los nervios. Era una lástima que no lograra captar el escondite de la adorada katana de la mujer, podía serle útil, sería interesante usar semejante objeto con Cillian, ya quería verlo intentando atinar al blanco sin flecha, entonces carcajeó. Y sí, parecía una desquiciada.

― Tus hijos son interesantes, debo admitirlo, pero siempre he pensado que no hay nada como el producto original ― se acercó por completo a la mujer y le robó un beso fugaz antes de alejarse con rapidez ― ¿tú no opinas lo mismo, querida?

Volvía a estar en la cama, cruzada de piernas, dedicándole una divertida expresión a la mujer, seguro la mataba.


@ Amame JAJAJAJAJA *huye de la Katana*

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-Eres demasiado osada…-rodeó sus ojos ante el beso robado-¿Lo sabías?...-saboreando el peligro que despertaban sus ansias por matar a Juliene-Mis hijos son tan encantadores como yo en la intimidad, no pueden negar que su madre les ha enseñado bien lo que es el arte del placer y la seducción…-desviando sus orbes lapislázulis hacia su pecho agradeció el cumplido-Diría que están a tus ordenes, pero no creo que eso sea posible…-dejando escapar una risita irónica de su labios se apoyo contra la pared-No quieras jugar con fuego….-mostrándose displicente ante la presencia de su compañera, no dudo en sacarle el motivo real de su visita-Ahora resulta que puedo dar tutorías de seducción dentro de mi alcoba…-contuvo la carcajada que deseaba escapar de su boca.

 

-Es una propuesta interesante, ya que no suelo negarme a lo que tenga que ver directamente con el placer…-rozando con su lengua su labio superior se deleitó ante la imagen que le obsequiaba la Black Lestrange-¿Deseas que te trasmita mi experiencia?...-inquirió enarcando una ceja-Vaya que tenéis agallas para pedirme eso, no puedo negar que sabes cómo sacarle la vuelta al asunto…-captando la mueca de asombro en el rostro de Juliene, no pudo echar en saco roto la posibilidad de enseñarle todo lo que sabía-Serán muchas lecciones, no creo que me podáis aguantar el paso o ¿sí?...-asintió categóricamente-Dudo que te agrede jugar al espía todo el tiempo…-enfilando sus pasos hacia la ventana abrió esta de par en par dejando entrar la gélida ventisca que erizó su piel en el acto.

 

-Mis hijos son solo míos, no permitiría que nadie les pusiera una mano encima. A menos que ese alguien sea aprobado por mi persona, ya sabéis como suele ser una madre con sus encantadores pequeños…-dejando aflorar su lado sobreprotector, no dudo en dedicarle una mirada certera a su acompañante-Suele pasar lo mismo conmigo, no creáis que ese beso te ha ganado mi simpatía…-sentándose en el alfeizar de la ventana cruzando sus piernas con sensualidad-Aspiráis a tener a una mujer como yo de amante, ¿no creéis que estáis volando demasiado alto?...-meciéndose con suavidad sintió el viento rozar su pecho de forma descarada-Yo creo que si…-entrecerrando sus ojos esperaba no desilusionar a su visita.

 

@@Juliene Black Lestrange Juro que te voy a matar ¬_¬ *afila la katana*

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 Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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-Bien, bien, bien...- dije enarcando una ceja al acércame al portón de mi antigua familia de adopción. Comprobé que llevaba mi varita, era importantísima en mi misión ademas de un par de huevos. -Cof, cof... ¿Se encuentra Juliene?- pregunté al elfo que se encargó de darme la bienvenida al tenebroso castillo, cálido lugar para nuestra especie. No quería ser aguafiestas (¿O sí?) pero le pedí al elfo que le dijera a Juliene que bajara a la entrada, tenía asuntos importantes que tratar con ella, a solas.

 

Me acerqué a una de las estatuas mientras esperaba que este llegara la Black, repasaba en mi mente el plan trazado. Me excitaba la idea de veng... de verle nuevamente, era una gran amiga y siempre me apoyó dentro del bando, aunque últimamente no se hablaba de eso, es mas, no se hablaba de nada. Ya tenía planteado que le diría a la joven escurridiza. Tomé asiento en uno de los cómodos sofá y aguarde paciente.

 

@@Juliene Black Lestrange

Editado por Vladimir Alexae
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