Castillo de la familia Haughton

[Kyle Blackthorn]

Chris Malfoy Haughton

El británico se había colado hasta la habitación de su hermano Ian, sabía que no le agradaría al castaño tenerlo como visita imprevista. Pero aquello poco le importo al hermano mayor del Haughton, dado que jamás se había regido por las reglas que ameritaban pedir permiso para entrar o deja de entrar en una habitación que no era la propia. Una sonrisa picara surcó sus labios con descaro, sintiéndose como pez en el agua, lamentando no poder darle un buen susto a su hermanito Ian.

 

-Vaya, vaya parece que le gusta lo bueno…-bromeó revisando con la mirada todas las lociones que tenía en su mesita de noche-Con razón trae a tantas detrás de él…-recordó que le había contado de una hermosa fémina que paso una sola noche con el vampiro/demonio-Agradezco que no me llamen la atención las chicas, sino ya estaría como el sacándomelas de encima en todo momento…-ladeando la cabeza de deshizo de su saco lanzándole sobre la cama. Ese sitio sí que lucía ordenado en extremo, destacando una pila de libros que descansaban sobre un escritorio de caoba-Este vicio lo heredo de mamá…-afirmó tomando uno de los libros-Veamos, ¿Qué es lo que te gusta leer?…-se asombró al encontrarse con una pequeña nota-Debe ser de alguna admiradora secreta…-jugueteó con el trozo de pergamino abriendo el mismo, no daba crédito a lo que leían sus orbes lapislázulis-Buena bromita, pero no me hace gracia…-incinerando el trozo de papel en su diestra sintió unas inmensas ganas de matar aquella jovencita.

 

-Esto es demasiado rastrero…-musitó recordando que tenía que mantener la calma, no estaba dentro de sus dominios y tampoco podría armar un alboroto dentro del castillo donde habitaban su madre, hermano y su amado-Tiempo al tiempo…-desviando su vista hacia la ventana se vio alertado por unos golpes en la puerta principal del castillo-¿Quién demonios es ese tipo?...-inquirió inyectándose sus ojos de un rojo carmesí que se intensifico en el acto. Sus sentidos demoniacos se despertaron de golpe, no le agradaba la presencia de ese sujeto dentro de los terrenos del castillo Haughton.

 

Esperaba pronto descubrir de quien se trataba, porque no se iba a quedar con la duda y mucho menos le iba a permitir andar a sus anchas por el lugar.

Editado 9 de Octubre del 2014 por Juve Aiiden Aiel Malfoy

[Emmet Haughton Gaunt]

Emmet Haughton Gaunt

- Sabría que estaría acá mi vida - apareció en la habitación de Ian notando de que su hijo no estaba pero sí su amado - Pero salgamos de aquí y vamos a mi habitación - sentenció tomando la mano del castaño y lo llevó a su habitación. Cerró la puerta tras ellos y, sin media palabra, besó al Malfoy llevándolo contra la pared - ¡Upps! No me pude aguantar el estar sin besar esos labios - sonrió maliciosamente habiéndose olvidado completamente de que habían tocado la puerta.

 

Se separó del demonio y se acercó por la ventana de su habitación para mirar directo al reyano de la puerta principal - Esto debe ser una broma de mal gusto - soltó al ver que la persona que llamaba a la puerta era su ex novio, Marcus. Su corazón se detuvo por un momento y un apuntada apareció en él haciendo que el vampiro cerrara los ojos del dolor que le provocaba - ¿Chris? - con su voz entrecortada intentaba buscar la mano de su amado para que lo aydudara en este momento - ... es Marcus, amor - aclaró sin más ya que le había contado al Malfoy quién era y que había posibilidades de que volviera a aparecer.

 

Su cuerpo giró hacia dónde se encontraba Chris y, lanzándose directamente a sus brazos, escondió la mirada en el pecho desnudo de su novio buscando protección cual nene chiquito - No me dejes solo en este momento, por favor ... ayúdame - inquierió suplicándole que lo ayudase a quitarse este problema de encima. El Haughton le había dejado muy en claro que no lo quería volver a ver y menos por su hogar ... pero esta vez sí que cometió un gran error.

[Kyle Blackthorn]

Chris Malfoy Haughton

 

-Emmet, no por favor…-le abrazó cobijándole contra su pecho-No te dejaré jamás y lo sabes, yo te amo y te amaré siempre…-levantó el rostro de su amor tomándole por la barbilla-Voy a matar a ese malnacido, no pienso permitir que te perturbe con su presencia y tampoco que quiera alejarte de mi lado…-dejando un beso suave en los labios del Irlandés. Para mala suerte del tal Marcus, no pudo contener la ira que comenzaba apoderarse de su cuerpo y sus sentidos-Ha elegido un mal día para venir, justo hoy que me siento con ganas de matar a todo aquel que se cruce en mi camino…-afirmó acariciando la mejilla de su amado-Nadie óyelo bien, nadie impedirá que vos y yo estemos juntos. No me importa a quien tenga que matar o sacar del camino, ya te perdí una vez y no pienso volver a pasar por lo mismo…-abrazándole con fuerza le demostró con aquel acto que daría todo lo que poseía por mantenerse al lado del original-Te amo…-volviendo a besar los labios del vampiro se mantuvo cerca de él en todo momento.

 

-Deseo que me digas, ¿Cómo es él?, ¿Cuáles son sus debilidades y fortalezas?, ¿Qué puede hacer que se salga de balance y me permita matarlo?...-le cuestionó sentándose ambos en la cama-Emmet, por favor…-intentó sacarle del shock en el que se encontraba el ojiazul-Mírame estoy aquí para ti, no te dejes amedrentar por ese sujeto…-tomando el rostro del tempestad con ambas manos acaricio con sus pulgares las mejillas de su amor-Dime todo lo que deba saber, no pienso dejar que se acerque a vos, pero necesito que me digas que es lo que te hizo realmente…-le suplicó clavando sus orbes lapislázulis en los hermosos ojos del original-Ahora solos somos tu y yo, nadie más…-se sinceró dejándole en claro que era el único hombre en la vida del Malfoy-Eres mi vida misma, confía en mi…-dejando pequeños besos en sus labios, volvió a sentirse parte del Irlandés entregándole todo lo que era el demonio/vampiro en cuerpo y alma.

 

-Estoy dispuesto a todo a matar o a morir, no me importan los riesgos. No si con eso consigo que seas solo mío y de nadie más…- mirándole con seguridad, no dudo en abrazarlo nuevamente y transmitirle todo el amor que sentía. Estaba convencido de lo que les unía, no dudaría de eso jamás y mucho menos permitiría que un intruso les arruinara lo que estaban comenzando.

[Emmet Haughton Gaunt]

Emmet Haughton Gaunt

El llamado a la puerta no cesaba. Aquél sonido retumbaba en su cabeza mientras Chris le hablaba y le preguntaba datos acerca de Marcus - No sé que decirte ... en este momen... - una punzada en su corazón arremetió contra él sintiendo un dolor insoportable cómo el que había sentido en aquellos tiempo en el que el híbrido discutía con el vampiro. Sus ojos se cerraron haciendo que dos lárgimas perlaran sus mejillas blancas y frías - Nunca lo he visto cuando ha luchado o algo así - hablaba con dificultad soportando el dolor que lo quemaba por dentro - Fui su entrenador pero era único ... habilidades únicas y muy poderosas pero eso no lo hace indestructible y más para la raza demoníaca - aclaró dando a conocer el punto débil del híbrido.

 

Respiró profundo intentando mermar el dolor que lo acaecía en su cuerpo. No deseaba mostrar debilidad nuevamente ante su ex porque quería demostrarle cuán feliz era ahora y que no lo necesitaba en su vida - Sólo te quiero pedir que no hagas nada de lo que te puedas arrepentir - miró a su novio a los ojos - El peor castigo para él y, para darle un golpe bajo, es mejor que hablemos y le demostremos lo feliz que somos y que vos me estás dando lo que él no pudo darme en tantos años - aclaró devolviendo un beso en los labios del castaño.

 

- Ése sería el peor castigo - volvió a reafirmar su idea para quitar de la cabeza del Malfoy el matar al híbrido - Además todos en Irlanda deben saber que ha venido por ende no le puede pasar nada ya que tendré problemas allá y no puedo agregar más leña al fuego ... espero que me entiendas - aclaró la situación actual.

 

Había una realidad, el Consejo de Vampiro en Irlanda no estaba pasando un buen momento por constantes ataques de los licántropos a sus terrenos ergo no veía el motivo de agregar algo más de que preocuparse o sumar otra carga a la situación ya que el híbrido era una unidad muy importante dentro - Es mejor hablar y que le deje todo en claro mi vida - terminó abranzando al demonio para escuchar su corazón y, que aquellos latidos, lo calmaran.

[Kyle Blackthorn]

Chris Malfoy Haughton

 

-Podemos hablar…-le miró fijamente a los ojos-Si es lo que deseas, no puedo oponerme a ello y lo sabes…-le abrazó con suavidad-Hablemos con él, vamos a demostrarle que ambos somos felices juntos y el no tiene cabida dentro de este plan…-buscando los labios del Irlandés acarició estos con los suyos, tomándolos para sí como nunca antes lo había hecho. No era una situación sencilla para ninguno de los implicados, pero el Malfoy no permitiría que su noviazgo con el Haughton se viera afectado por nada en el mundo, mucho menos permitiría que algo o alguien lo echaran por tierra-Estoy aquí para vos, no pienso irme a ningún lado y espero que lo comprendáis…-sentenció mirándole fijamente-No pienso ceder ante nada, no a menos que vos quieras que lo haga…-sabia a la perfección que no podía imponer su presencia al original, tampoco era algo que le causara mucha gracia al británico a decir verdad.

 

-Vayamos a darle la cara, deseo encontrarme con él y tratar las cosas con diplomacia…-sonrió dejando un roce en la mejilla el Haughton-El puede morir a manos de quien sea, demonio, vampiro, licántropo o humano. Ya sabéis que hoy en día las cosas no son como antes, ya han evolucionado de una forma asombrosa…-chasqueando sus dedos cubrió su cuerpo con un saco de raya diplomática, apareciendo además en su cabeza un sombrero de tipo fedora, resaltando el discreto color gris claro del mismo-Estamos juntos en esto, no podemos admitirnos dudas o pensar en echar todo por la borda. El amor que nos tenemos es más fuerte, yo te hice una promesa y pienso cumplirla sea como sea…-tomando la mano del Haughton la llevo hasta su pecho-El jamás te ha mentido y jamás lo hará…-dejando un roce sobre la nívea piel de su amado, espero que ambos pudieran darle la bienvenida al tal Marcus.

 

El Malfoy era un hombre decidido, no por nada le comparaban en muchos aspectos con su hermano menor Ian. Empero el castaño, no era paciente y tampoco se podía decir que gozara de una personalidad dulce o amena, casi siempre se destacaba por ser un ser frio y displicente en todos los aspectos de su vida. Ahora estaba adoptando una postura parca ante la situación, ya no sentía ganas de zanjar la vida del hibrido y tampoco de beber la sangre que pudiera emanar de su cuerpo magullado y lacerado por las heridas que el demonio pudiera provocarle.

 

-Hagamos lo que mejor te parezca, esta situación es parte de tu vida y yo, pues no puedo imponer mi santa voluntad…-plasmándose en sus labios una ácida sonrisa, no le quedo más que esperar la resolución que tomaría el ojiazul.

[Juliens]

No podía moverme. Sentí la fuerza de la bruja en mi mandíbula cuando me obligó a abrir la boca e introdujo varios dedos para empujar el bezoar y hacer que me lo tragara. Quizá por reflejo, o por mi experiencia con las pociones, supe lo que era aquella piedra. Maldije mentalmente, debí reconocer los efectos de un veneno en mi cuerpo y no atribuir aquel agotamiento al sobre esfuerzo que había estado realizando los últimos días.

 

Quizá si la bruja se despertaba un par de minutos luegos el veneno se hubiera encargado de destruir hasta la última célula de mi cuerpo. Abrí los ojos tornados al vacío, mi cuerpo comenzó a convulsionar debido al efecto que el bezoar estaba causando en mi organismo. Pasó un par de minutos y dejé de temblar, los ojos se cerraron nuevamente.

 

—Gracias —balbuceé de forma que casi no se entendían mis palabras.

 

Intenté moverme, fue inútil, mis piernas no respondían y un dolor insoportable atravesó hasta el último hueso de mi cuerpo. Aunque en un principio pensé que Valkyria había despertado a tiempo, estaba claro que aquella sustancia había tenido el tiempo suficiente para causar mucho daño en mi sistema.

 

—No me puedo mover, me duele hasta el más pequeño de los huesos

 

Perdí la consciencia. Estaba claro que, aunque logré soportarlo por un tiempo, el dolor era demasiado grande y causó que mi cuerpo entrara en la inconsciencia para dejar de sentir dolor.

[Sira Loveless Haughton]

España

 

Aquellos meses se había hospedado en la casa de la playa del Conde. Loras, amablemente le había cedido aquella construcción, visitándola algunos días para cerciorarse de que estuviera bien. Los primeros días había visto a la mortífaga terriblemente mal, no había podido hacer nada las noches que se había pasado llorando, sin querer levantarse de la cama. El había temido por los bebes que ella engendraba.

 

Quería que recordara los días que ambos habían estado juntos en el pasado, recordándole lo feliz que estaba ese tiempo. Pero simplemente se quedaba con la mirada perdida para después volver a llorar matando casi al Conde por no poder hacer nada. La veía cada día mas deprimida, y las veces que no podía ir e iba Lorraine, ella le contaba que seguía igual. Hasta que un día dejo de llorar.

 

- ¿Cuándo voy a volver a reír?- Le pregunto una mañana al Conde, a lo que le correspondió con una sonrisa:- Cuando algo te haga tanta gracia que no lo puedas evitar- Tenía ganas de besarla, de consolarla, pero se contuvo, su corazón estaba destrozado como para pensar de nuevo en él. Por lo que esperó.

 

Después de unas semanas en las que ya su vientre era prominente, se levantó de la cama. Loras se encamino hacia ella para ofrecerle un vaso de agua, pues hacia días que no tomaba nada. Estaba blanca, con las ojeras bien marcadas, y si no fuera por el abultado vientre, se vería totalmente demacrada. Poco a poco iba cobrando su color de cara, y Loras pasaba más tiempo con ella en aquella casa sabiendo que el día de su partida estaba cerca. Y así fue cuando llegó el día en que Loras la vio partir, esta vez acompañada de dos hermosos querubines.

 

Castillo Haughton

 

Habían pasado varios meses desde que la mortífaga se había ido a España, el viaje al final había sido en solitario, había dejado que todo pasara, que todo dejara salir de su mente, eso y ayudada de aquellas pociones que había encontrado en una clandestina tienda de España. Ahora había regresado y la puerta del castillo estaba frente a ella después de tantos meses, nada había cambiado.

 

De sus manos se encontraban dos niños, los dos tenían el cabello castaño, tan solo se diferenciaban por sus ojos, Jan, tenía los ojos azules igual a los de su padre, unos penetrantes orbes azules, como el mismo cielo, mientras que Chuck tenía los ojos negros de su madre.

 

La puerta se abrió y ambos niños salieron corriendo a su interior acompañados de sus pequeñas risas. Habían crecido más de lo que un niño normal hacia, pero era la condición demoniaca los que los hacía tan especiales.

 

Mientras Chuck era más extrovertido y travieso, tocando todo lo que estaba a su alcance, Jan era más serio y tranquilo, pero aun así jugaba con su hermano, ambos emocionados con el nuevo hogar que su madre les había explicado. La mortífaga sonreía a sus hijos, a los cuales amaba más que a nada solo que amaba sin sentir latir su corazón, el cual había quedado destrozado en el mismo momento que había partido a España:

 

- Jan, Chuck, vengan acá- Ordeno la mortífaga con una cariñosa voz, haciendo que ellos se acercaran a ella:- Vamos a las cocinas, seguro que hay algo de comer y tomar- Los pequeños asintieron tomando la mano de su madre que los guiaba hacia las cocinas donde los elfos se quedaron atónitos al verla, y cobre todo acompañada:- Señorita Sira- De entre todos, Dama apareció con lagrimas en los ojos, corriendo abrazándose a la pierna de la castaña que sentaba a sus niños en dos sillas frente a la mesa:

 

- Ya tendremos tiempo de hablar- Aseguró la mortífaga, preparando a sus pequeños dos vasos de leche con unas gotas de sangre para cada uno. Ella, bueno ella se había mantenido los últimos días del aire.

[Nats Rambaldi Crowley]

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Pasaba la mayor parte de su tiempo viajando por todos lados, sin exagerar podría decir que había visitado todos los lugares del mundo, sin embargo, ya era hora de parar con eso y conseguir la estabilidad en un lugar. Recorría las calles de Ottery conociendo lo que sería su nuevo hogar, el cielo estaba oscuro y no precisamente era de noche, las nubes llenas de agua tapaban toda claridad y alertaban sobre una gran tormenta, vaya día que había escogido para conocer el vecindario.

 

La lluvia no se hizo a esperar y comenzó a caer sin cesar. No conocía a nadie que habitase por los lugares donde rondaba, eso no era un problema, era un chico sin vergüenza alguna que buscaría una solución para huir de la lluvia. Alzó su vista y frente a él se encontraba el imponente Castillo Haughton. Llevaba prisa por lo que no se fijó en la decoración del jardín o fachada del lugar solo avanzó hasta la entrada en busca de un refugio.

 

Tocó la puerta y esperó a que alguien acudiese a su llamado.

[Sira Loveless Haughton]

Con Gabriel

 

La lluvia golpeaba las ventanas del salón donde la castaña descansaba después de su viaje, sin perder el ojo de los gemelos que jugaban ahora sobre la alfombra frente a la chimenea. El frio se había colado por las paredes del castillo lo que había ocasionado que las chimeneas se encendieran. El crepitar del fuego en la sala habían relajado a la mortífaga que solo permanecía despierta por vigilar a sus pequeños. Chuck se entretenía con una pequeña varita que lanzaba hechizos inofensivos apuntando a su hermano Jan que realizaba la actuación de defensa también con otra varita similar.

 

No se habían percatado de la lluvia y ella simplemente se dejaba envolver por el ruido que dejaba al golpear las pequeñas gotas. Muchos días había pasado de aquella manera en España y había aprendido a relajarse pero no conseguía dormirse, así llevaba días y conseguía mantenerse a base de pociones que ella misma creaba cuando sus gemelos dormían.

 

Relajada como estaba sin pensar en ese momento en nada, escuchó golpear la puerta. No se estremeció, pero los niños salieron corriendo hacia la misma:- Niños, ¿Dónde vais?- Se levantó de un salto tras de ellos, ambos correteaban por el pasillo hasta llegar a la puerta. Por suerte eran aun demasiado pequeños para llegar al pomo:- ¿No sabéis que hay elfos que abren la puerta?- Preguntó de manera cómica a los dos pequeños dejándolos tras de ella para abrir la puerta, ya que estaba allí, no iba a dejar que quien fuera quedara empapado bajo aquella lluvia que cada vez era más fuerte. Abrió:

 

- Buenas noches, ¿en qué puedo ayudarle?- Preguntó con un tono cariñoso, apartándose el cabello de su rostro, el cual aún conservaba la belleza que la caracterizaba, delicada dulce y frágil, demasiado frágil, tanto que enseguida conseguían dañarla:- Pasa, pasa, estas empapado- Se apartó dejando pasar al atractivo joven que había conseguido que dejara de respirar por un segundo al observarlo mejor bajo toda aquella agua que lo cubría.

 

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[Nats Rambaldi Crowley]

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Momentos después de golpear la puerta escuchó, a pesar del fuerte sonido que producía la lluvia, a varias personas acudir a su llamado y la voz de una mujer que llamó su atención. Pasó su mano por su cabello mojado peinándolo un poco ya que había perdido su forma gracias al agua, debía verse lo más presentable que pudiese en aquellas circunstancias.

 

- Buenas noches bella dama. - Saludó con su peculiar tono de voz. Tomó en su mano derecha la mano izquierda de la mujer, se inclinó levemente y le plantó un beso en dicha extremidad. - Quizá podrías ayudarme a esconderme de esta lluvia que cada vez me empapa más. - Entró al castillo cuando la mujer se apartó.

 

- Gabriel Kummer, un placer. ¿Puede decirme el nombre de mi próxima conquista? - Sonrió de la manera más coqueta e irresistible que conocía.

 

Desde su rostro y por su pecho semi descubierto bajaban gotas de agua que se perdían al llegar a la blanca camisa que solo estaba abotonada en sus últimos tres botones inferiores y de adhería a su esculpido cuerpo como resultado de haberse mojado en la lluvia. - También podría ayudarme dándome un poco de calor. - Soltó mordiendo su labio inferior y sin apartar sus ojos azules de la bruja. Sus manos ahora estaban dentro de los bolsillos de su pantalón negro pero solo Merlín sabría donde estarían luego.