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~ House of Books ~ (MM B: 103943)


Seba Granger
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Leonardo Louis Myrddin

 

Aquella chica repitió su nombre lentamente. Luego, mirando al castaño, le dijo el suyo.

 

-Ariadna, me gusta ese nombre- respondió el Myrddin sonriéndole, a la vez que daba un sorbo a su taza de café.

 

-¿Esconder algo? claro que no, si quisiera esconder cosas no te hubiera citado en una biblioteca, ¿no crees que es algo raro?- le preguntó Ariadna, dándole a Leo una sonrisa encantadora.

 

-Bueno, en realidad, el lugar no tiene nada que ver con ocultar algo, creo yo- dijo el Myrddin. Aquella pregunta le había confirmado sus sospechas, pero no iba a hacer que aquella peliazul recuerde algo tan terrible.

 

-Y pues que te puedo contar de mi, no muchas cosas la verdad. No conozco mucho de mi misma, así que por el momento lo único que puedo decirte es que acabo de llegar, por así decirlo, hace muy poco tiempo a la ciudad. Así que no conozco a mucha gente tampoco, mejor háblame de ti, creo que eso sera lo mas fácil en estos momentos. ¿Siempre aceptas citas con desconocidas? ¿y si hubiera sido una secuestradora o una asesina a sueldo?- le dijo Ary, mientras miraba hacia otras áreas de la tienda.

 

-Ummm, no, estaba seguro de que no eras de aquellas personas desde el primer momento en que te vi- asintió Leonardo, contemplando a aquella chica. Era realmente bella. Aquél cabello azul realmente le quedaba muy bien, pensó el joven.

 

De improvisto, sintió una punzada en la cabeza. Él ya sabía lo que lo causaba. Era el alma de aquél vampiro que se había introducido en su cuerpo desde hacía tiempo. No iba a dejar que ella se diera cuenta. Trató disimuladamente de seguir con la conversación, mientras aguantaba aquél dolor en su interior.

 

-En realidad, estoy en casi las mismas condiciones que tú. No te puedo explicar todo ahora, pero he estado como en una especie de sueño por casi un año y medio.-

 

De repente, en su mente se formaron algunas imágenes. "Él bajo la lluvia, incapaz de decir palabra alguna. Ella, con su cabello rojo, inerte sobre sus brazos. Ambos rodeados de cadáveres. Leonardo estaba llorando. Se había ido, todo por su culpa. No podría seguir viviendo luego de eso." Aquél recuerdo de hace unos años hizo que Leo por un momento se quedara congelado.

 

-Bueno, ¿Te interesaría leer algún libro? Estoy seguro de que alguno de aquí te encantará- Dijo, mirando hacia Ary con sus verdes ojos, invitándola a ir con él hacia donde estaban los libros, y tratando de olvidar aquél tormentoso recuerdo.

Todo puede suceder en Arcadia...

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Leto, elfo de Darla Potter Black

 

Buscando la idea exuberante, el pequeño elfo llegó a las estanterías, todas de color blanco y con los letreros de letra dorada que tenían los nombres de las diferentes secciones y tipos de libros, casí quiso palmotear de gusto, al ver todos aquellos libros de jardinería, con rapidez sorprendente tomo dos libros de "Jardines elegantes", era una ventaja que conociera tan bien las secciones, que era muy eficaz para encontrar los libros correctos, los tomo sonriendo y los metió en el bolsillo del mandil, luego fue al mostrador, se pondría a revisar los catálogos y marcar aquellos que se necesitaban pedir mas ejemplares para su venta.

 

Esperaría su tiempo de descanso para ponerse a leer los libros, muy despreocupado en su cuarto, alejado de miradas curiosas, su amita le había enseñado a leer pero le pedía ser discreto, para que no notaran ese áspecto de él, algunos magos se enfadarían si llegasen a enterarse.

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La Macnair le sonrió, ese chico le gustaba; no por su físico que aun así era un chico atractivo, pero su personalidad la intrigaba, y los misterios le encantaban; solo esperaba que no le resultara un patán como muchos otros que había conocido en su vida, pero por lo poco que lo iba conociendo; se dio cuenta que no era de esa manera.

 

-Bueno, entonces no digas que no te lo advertí, en el momento que te secuestre- sonrió de lado, extrañando sus colmillos y deseando que aquel loco estuviera pudriéndose por la tortura que ella había recibido de su parte.

 

-No creo que estés en las mismas condiciones, pero esta bien, cada quien tiene sus demonios con los cuales cargar- intentando ser un poco mas atrevida, acepto su invitación de recorrer la biblioteca, saltando de su lugar y tomándole la mano -me encantaría ir a ver los libros, solo te advierto que mis lecturas son algo peculiares.

 

Lo levanto de la silla donde estaban sentados, y sin dejar de tomarle la mano, los condujo a los dos por la hilera de estantes de libros, el estaba justo detrás de ella, intentando segur sus paso, mientras ella pensaba en lo bien que se sentía su mano en la de ella; hacia mucho que no tenia contacto físico con cualquier persona que no fuera de su familia.

 

-¿Qué tipo de libros te gustan?- le pregunto con una sonrisa coqueta, claro que si, ella coquetearía hoy y se preocuparía por el mañana mas adelante.

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Leonardo Louis Myrddin

 

-Bueno, entonces no digas que no te lo advertí, en el momento que te secuestre, me encantaría ir a ver los libros, solo te advierto que mis lecturas son algo peculiares. - Dijo Ary, sonriendo y tomándolo de la mano, dispuesta a llevarlo hacia donde se encontraban los libros.

 

El castaño casi vuelca su taza sobre la mesa cuando la joven lo levantó. Eso hizo que se riera por el nerviosismo. No quería saber qué le harían si rompía o esuciaba algo.

 

-Eh, ¿Podrías ir un poco más lento? Casi vuelco mi taza.- Le respondió, algo divertido, el Myrddin. -Bueno, no creo que sean aún más extraños que los míos- Continuó, acerca de lo que le dijo la peliazul.

 

En ese instante, al sentir el suave contacto de las manos de Ariadna junto con las suyas, volvió a sentir aquella punzada en la cabeza. Ese recuerdo. La manifestación del carpatiano dentro de él. Todo esto era muy extraño, pero no debería dejar que eso arruine aquél momento. Simplemente viviría el presente. Aunque amó a aquella chica, y no podía dejar de sentirse culpable de su muerte, mucho menos olvidarla, el Myrddin simplemente debía dejar todo atrás, y preocuparse por vivir el ahora. Así que sonrió cuando ella le preguntó sobre sus preferencias literarias.

 

-Bueno, me gusta de todo un poco, pero prefiero principalmente los de terror y suspenso, o las dos cosas a la vez. Por ejemplo, este libro- Dijo Leo, mostrándole a la joven la portada de su libro.-"Entrevista con el vampiro" ya lo he leído, pero me ha gustado tanto que, al verlo, quise leerlo de nuevo-

 

Al parecer ella se sentía muy cómoda con el castaño, y él trataría de que siga siendo así. -Bueno, aquí hay infinidad de libros ¿Cuál te gustaría leer?- Finalizó. Aunque tenía mucha curiosidad, ya trataría después de averiguar qué era eso que ella ocultaba. O, simplemente, la respuesta saldría por sí sola. Simplemente iba a vivir aquél momento con ella a su lado.

Todo puede suceder en Arcadia...

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Leto, elfo de Darla Potter Black

 

El inquieto elfo, no podía quedarse si hacer nada, la librería estaba concurrida pero los clientes estaban tan a gusto que por el momento, ninguno de ellos solicitaba nada al pequeño Leto. Con muchas ganas de entretenerse, se subió al banquito para quedar a la altura del mostrador, luego se recostó, medio cuerpo sobre el mostrador y estiro sus piernas al aire, las jugo un rato, moviendolas de arriba abajo y luego de forma alternada, después se detuvo y se paro sobre el banquito. Observo en la puerta a dos de sus compañeros elfos, Dash y Lualú salian juntos, una nota de parte de ellos le llego al pequeño Leto.

 

La leyó con interes, Lualú y Dash iban por el postre favorito de sus amos, suspiro al darse cuenta que de forma tan sencilla, sus compañeros prepararían el obsequio para llegada de los amos...se quedó pensando en que podría hacer él.

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-Oh, lo siento no mido exactamente mi fuerza- se disculpo por haberlo jalado de aquella manera -es que hoy en particular me siento muy alegre; talvez sea eso- respondí un recuerdo quiso entrar en mi mente, pero mi memoria lo deshecho, aun estaba bloqueado mi cerebro y no daba señales de que quisiera recordar algo.



-Si, eh leído ese libro y los demás, o bueno eso creo yo se me hacen tan familiares, que pareciera que yo soy uno de los personajes del libro- intento sonreír y seguir alegre, pero algo le había nublado la mente, y no solo algo, si no aquel recuerdo del loco siniestro.



-Ahorita en este momento no me apetece leer nada, porque no mejor nos conocemos mas el uno al otro, digo, es por eso que estamos en una cita ¿no?- pregunto la Macnair con una sonrisa de oreja a oreja, le gustaba conocer personas y preguntarles lo que les gustaba, ya que ella no tenia sus recuerdos frescos de antes de los últimos años, no podía saber exactamente lo que le agradaba y lo que no.



-Digo si no te molesta, claro- sus manos aun seguían entrelazadas y aquello no la molestaba, sorprendida se ruborizo un poco y luego miro de nuevo a Leo, aquello simplemente parecía no ser real.que ella estuviera fuera de su celda y además coqueteando con un chico.



-Y ¿Qué es lo que haces para vivir?- le pregunto para romper el hielo, una vez mas.


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Leonardo Louis Myrddin

 

-Si, eh leído ese libro y los demás, o bueno eso creo yo se me hacen tan familiares, que pareciera que yo soy uno de los personajes del libro- le respondió Ary, sonriendo. Pero su sonrisa no era tanto como las anteriores, ésta era algo de tristeza. Leonardo se percató de esto, pero no le dijo nada a la joven, para no hacerla sentir mal.

 

-¿No te apetece leer nada? Oh bueno, entonces volvamos.- Le respondió el Myrddin. La tomó otra vez de la mano, y la llevó de vuelta hacia la mesa donde hace un momento estaban sentados.

 

-Bueno, pues ¿Qué te puedo decir de mí? Como ya te dije antes, no recuerdo mucho de mí, solamente algunas cosas como mi nombre y dónde vivo.- Le respondió el Myrddin con una sonrisa. -¿Qué hago para vivir? En realidad, nada. Soy como una hoja en blanco. Además...-

 

En ese momento, otro recuerdo se formó en la mente del Myrddin. "Un castaño y una pelirroja, corriendo. Ambos estaban huyendo, Detrás de ellos, unos hombres los perseguían, con las varitas levantadas, lanzando rayos verdes. De repente, uno de los rayos impacta en la chica". Eso desconcertó demasiado al castaño, quien no pudo disimular su expresión. Otro recuerdo. "Una chica castaña, y un chico con una katana, su hermano. Ambos rodeados de árboles. Un bosque. Un ser maligno frente a ellos".

 

En ese instante, Leonardo cayó al suelo, inconsciente.

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La Macnair estaba a punto de tomar un sorbo de su bebida, mientras se la llevaba a los labios, vio que Leo se estaba poniendo realmente pálido, su mirada se desviaba y comenzaba a sudar frió. Soltó su bebida y comenzó a desvanecerse, cayo de la silla en un instante, la peliazul apenas tuvo tiempo de tomarlo en sus dos brazos y evitar que golpeara los fríos azulejos.

 

Lo acostó sobre el suelo, cuidando muy bien su cabeza. Mientras que por su parte, comenzaba a desabrochar sus pantalones y quitarle sus zapatos, desalojándolo y liberándolo de todo lo que pudiera apretarle. La chica sabia que hacer, de eso se estaba percatando, tal vez en su antigua vida hubiera sido curandera o algo en la rama de la medicina, lo puso e una posición de recuperación, con la cabeza del castaño volteándolo hacia ella.

 

Mirando a un elfo que estaba justamente parado frente a ellos, se dirigió con una voz clara y directa -tráeme unas mantas y un poco de agua- lo miro esperando a que obedeciera y mientras que el mundo los miraba a los dos, nadie aun de los que estaban presentes, había parado a ayudarla; solo estaban parados sin saber que hacer, así que la chica los miro intercaladamente y sonrió un poco, para liberar la tensión.

 

-No esta con una lesión grave, solo esperaremos a que despierte; hay que mantenerlo cómodo, para cuando despierte- la peliazul lo miro, acariciando a su vez una de sus cejas con la punta del dedo, y sonrió para sus adentros; estando dormido se veía aun mas lindo. Si es que eso era realmente posible.

 

-No tienen porque estar aquí, ya paso el peligro, si necesito algo puedo llamarlos- le comento a la gente que aun seguía merodeando en los alrededores, queriendo saber que es lo que estaba pasando. El elfo apareció con lo que le habían mandado a hacer, -muchas gracias- cubrió al Myrddin con la manta y las toallas las mojo un poco, poniéndolas sobre su cabeza. Lo miro con atención, ese chico había visto algo horrible antes de desmayarse, solo el sabia que lo había aterrado tanto y en ella no estaba su labor de indagar. Si el quería contárselo era su decisión, ahora solo quedaba esperar a que despertara.

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Leonardo Louis Myrddin

 

Estaba todo oscuro. No sabía dónde se encontraba. Frente a él, aparecieron distintas imágenes. Eran imágenes de un pasado borroso que ni él mismo podía recordar. Primero: Un vampiro. ¿Su nombre? Mekyue. Dos jóvenes, ambos gemelos, en un claro del bosque, luchando con él. Otro recuerdo. El vampiro, transfiriendo su alma a un chico con heridas. Su hermana no podía hacer nada. Todo aquello pasaba como una película en la mente del Myrddin.

 

Un recuerdo un tanto más distante. Un castaño, y una pelirroja. Ambos tomados de la mano, caminando. Una playa en frente del mar. Un abrazo. Un beso. El recuerdo iba un poco más adelante. Era un recuerdo que ya antes había visto. Ambos chicos corriendo, huyendo de un grupo de magos que los perseguían, lanzando rayos de color verde en dirección de ambos jóvenes. Aquella chica muerta, sobre sus brazos. Sus perseguidores, muertos. Él llorando. Una palabra resonó en su mente: "Kozui"

 

Todo se hizo más claro en ese entonces. Lo único que Leonardo podía ver eran unos cabellos de color azul. En su frente había algo húmedo, unas toallas. La chica con la que estaba teniendo una cita hasta hace unos momentos estaba de rodillas, junto a él.

 

-Tal vez sea hora de cambiar de rojo a azul- Dijo el castaño, sonriendo, y mirando fijamente a la Macnair. Al parecer ella había estado cuidando de él desde que cayó.

 

-Lamento este inconveniente- Se disculpó Leo, agradeciéndole a Ary por no haberlo dejado caer. -¿Cuánto tiempo he estado en el suelo?- El Myrddin miró de nuevo a la chica. Sentía algo especial por ella, algo que solamente sintió una vez. Pero de todas formas dudaba un poco. "Tienes que decírselo, ella se tomó la molestia de cuidar de ti. Mentirle no es un buen comienzo para una relación" Dijo una voz en su cabeza.

 

-Entonces, como compensación por las molestias que te hice pasar, te explicaré todo lo que acaba de pasar, y por qué ha pasado todo esto. Pero primero déjame ordenar un poco mis ideas- Finalizó el castaño, esperando la respuesta de Ariadna.

Editado por Leonardo P. W.

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Leto elfo de Darla Potter Black

 

 

Estaba pensativo por el regreso de los amos y la forma en que les daría la bienvenida, cuando algo inusitado ocurrió: uno de los jóvenes cayó desvanecido. Era la primera vez que sus ojos veían algo así, se quedo perplejo.

 

Reaccionó hasta que la chica le hablo solicitando algunas cosas, como era algo urgente, de un rápido crack desapareció, fue hasta el cuarto piso y tomo del closet las mantas, del filtro tomo un recipiente con agua y oallas para después marcharse, reapareció junto a la chica.

 

--- Tome usted lo que solicito usted a Leto ¿necesita algo más la señorita?---Dijo el pequeño elfo, al tiempo que notaba que la chica se manejaba bastante bien, lo cual lo tranquilizó, fue a ver a Nana, necesitaba decir lo que había ocurrido con aquel joven.

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