►—Castillo Crowley—◄

[Alba Ryddleturn]

Rol Guardianes

 

No alcanzamos a dar ni dos pasos a la escalera, cuando una vocecilla chillona hablo de repente. Sin bajar la varita, salía de mi cara una sonrisa burlona por las palabras del elfo ¿desde cuándo se comportaban así esos bichos? No tuve necesidad de abrir la boca, porque Darla rápidamente increpo al elfo ante sus dichos. Yo solo la miré tranquila, asintiendo con la cabeza ante sus palabras mirando al Hades, apuntando directo a su diminuto cuerpo para desmembrarlo si era necesario.

 

-Es que yo lo mato – decía entre dientes a las siguientes palabras del elfo, cuando disponía a mandar un rayo hacía él, rápidamente realizaba una seña de que lo siguiéramos. Miro a Darla arqueando una ceja, pero no nos quedaba de otra que seguirlo. – No nos fiemos de este. No lo perdamos de vista ni un instante – bajaba mi varita, pero seguía fuertemente aferrada a ella ante cualquier movimiento extraño que hiciera.

 

Nos dejó esperando. – Esto es verdaderamente extraño ¿no crees? – tomaba mi barbilla – habiendo gente, por lo que dice el elfo que traerá alguien, y también servidumbre ¿no nos abren la puerta? Extraño – miraba todo alrededor.

 

Esperamos unos cuantos minutos, hasta que apareció un hombre. Se veía agradable, aunque nunca lo había visto. – Alba Ryddleturn – me presentaba al tiempo que tomaba la mano del mago. Me sentaba en uno de los sillones individuales, después de ver que las cosas iban un poco mejor, pero aun seguía un poco desconfiada de todo aquello. – Digamos que venimos a ver qué pasa con la familia – hacía una pausa mirando al Crowley – hace semanas que no se sabe nada de los patriarcas o de alguno de los familiares. Lo extraño es que, habiendo gente en el interior del castillo, no se sepa nada de ustedes – miraba dudosa al hombre – ¿no será que esconden algo? – no estaba segura si mi compañera de guardia conocía al mago, pero debía darme razón en que todo aquello era verdaderamente extraño. Gente en el castillo, y ¿sin saber nada de los patriarcas? Podría ser hasta un subversivo de querer poder.

Editado 25 de Enero del 2015 por Alba Ryddleturn

[Darla G Dumbledore]

Rol Guardianes

De verdad lo quería extrangular, tenía la osadía de enfrentarlas y las veía como si ellas fueran unas intrusas cualquieras. Que no estaban era más que obvio, pero que él no actuara como el sirviente que era sino como un mayordomo muggle que se la creía de alta alcurnia era demasiado. Los gruñidos y murmullos de Alba apoyaban su teoría. A regañadientes siguió al elfo hasta el segundo piso, a la sala que él le indicara.

--¿A quién se supone... maldición --no le había dado tiempo a terminar de preguntar a quién pretendía traer, maldijo más mientras le daba totalmente la razón a su compañera, no se pensaba fiar de nadie allí que o fueran los patriarcas que ella conocía.

Edelweiss se mantenía firme en su mano cuando se presentaron el mago junto al elfo, lo observó de pies a cabeza ¿acaso había estado durmiendo o qué le pasaba que venía a medio vestir y con los cabellos revueltos, cambió de mano la varita al presentarse.

--Darla Potter Black --dijo de manera escueta cediendo la palabra a su acompañante mientras su mirada iba del elfo que refunfuñaba y al que por primera vez en su vida deseaba aplicar un crucio y el mago que se había acomodado en uno de los sillones de la sala.

Al contrario de la Ryddleturn la vampiresa había permanecido de pie y cruzada de brazos aún sostenía entre los pliegues de su manga la varita. Casi ahogó una carcajada cuando Alba fue tan directa de preguntarle si escondían algo. Sus orbes castañas se posaron en el rostro del pelinegro, no quería perderse ni un gesto de él, aunque le gustaría tener más cerca y bajo vigilancia a Hades también.

[Joa Macnair Crowley]

—¿Ibas en serio, hermanito? —Preguntó alzando una ceja, interrumpiendo sus órdenes al elfo, a tiempo que observaba al Crowley andando por la habitación en ropa interior—. Quizás debas preparar algunos cambios de ropa para ambos también, Yö. Cómoda, supongo, nunca se sabe en qué momento pueden desaparecer.

 

El sirviente personal de la Macnair asintió una vez más y con un sonoro plop, ya no estaba más en el lugar, habiéndose ido en busca de todo lo solicitado. Así, la chica puso toda su atención en su hermano, más que con perversas intenciones, intentando adivinar a través de la vestimenta que escogía, qué clase de lugar sería aquel que visitarían.

 

De hecho, viéndolo mejor, podría tener tiempo suficiente para correr a su propia habitación y cambiar por completo su atuendo, curiosa de saber a dónde sería que irían si el hombre iba a usar pantalones rotos con el invierno aun sobre ellos. Si su destino estaba del otro lado del mundo, no sería extraño que su vestimenta fuese un poco inadecuada, lo que no esperaba era esa clase de respuesta “perfecta pero muy pulcra”. ¿A dónde iban?

 

—¿Pulcra? —Cuestionó de nuevo, entrecerrando los ojos mientras León aparentemente “mejoraba” su aspecto. Seguro era un lugar donde ocurrían muchos terremotos, por eso le sacudía tanto, para acostumbrarla—. ¿Podrías decirme…? —comenzó mientras daba media vuelta una vez él pasó detrás de ella—. Oh, no. Esto no —se interrumpió arrancándole la caja de cigarros de la mano, dejándole solo el que había sacado y volviendo a guardar el resto en el bolsillo trasero de su pantalón, dando unas palmaditas mientras continuaba—. ¿A dónde vamos?

 

Adivinar a dónde le llevaría su hermano ya no era una opción, solo le quedaba intentar combinar con él, por lo que de nuevo usó su varita para cambiar un poco su ropa: pantalón por shorts y la blusa por una camiseta más cómoda.

 

—Sí, sí. Pie. ¡Yö, pie de manzana! —Gritó sabiendo que le escucharía, como siempre, distraída sin escuchar bien lo que decía el Crowley hasta que una palabra llamó por completo su atención—.¿Cicatriz? —Acababa de verlo casi desnudo y no había logrado distinguir marca alguna— ¿En qué clase de lugares te metes, tigre?

[León Christopher]

Miró mal a su hermana un instante y luego se le pasó, le había quitado los cigarrillos, pero al menos lo había dejado con uno y mientras esperaban era suficiente. De cualquier manera no era una adicción la que tenía, pero sabía que para estar más controlado le ayudaban bastante. A Joa no era la única a la que no le gustaba que fumara, Claudia en más de una oportunidad le había destruido toda su colección de tabaco, que el volvía a adquirir cada tanto, maravillandose con los sabores diferentes de cada región. Estos en particular tenían cierta similitud a la canela.

 

Lanzó el humo en perfectos aros por su boca y muy lentamente decidió contestarle.

 

-No sé exactamente como describirte el lugar, pero ciertamente es muy cerca. Prácticamente es aquí, pero no es. - estuvo a punto de bajarse los pantalones y el bóxer que traía para mostrarle la cicatriz que se había hecho por nadar a ciegas en aquél extraño lago, iba desde la parte posterior de la espalda hasta el muslo derecho, pero decidió que no era necesario exponerse tanto. Ella ya descubriría los peligros que se encontraban allí, si era tan tonta como él para buscarlos. - ¿Sabés? no es que haga calor allí, pero ir livianos siempre funciona bien.

 

Decidió tomar un bolso y empezar a llenarlo con cosas, varios brebajes que estaban preparados en tubitos de ensayo cuidadosamente fueron colocados en cajitas una tras otra hasta que parecía que había espacio para más. Eran más que nada "por las dudas" ya el desconocía sobre hechizos curativos , pero sabía perfectamente que con una de esas cosas podrían salvarse desde de una hipotermia, o infección, hasta una serie de forunculos que causaban una especie rara de serpiente. Básicamente eran útiles y eso era lo que importaba.

 

-Ahora, hermana necesito pedirte una ultima cosa y debes prometerme que no faltarás a tu palabra. Debes obedecerme en todo cuando "bajemos " allí - puso énfasis la palabra bajemos, queríendo referirse que aunque iban a bajar, no tenía muy claro si era así cuando te encontrabas allí. Después de todo era un lugar extraño. - Puede que no sea un experto, porque hay muchas cosas que desconozco, pero todo lo que te diga nos ayudará a volver medianamente intactos. - hizo una pausa, mientras se deshacía del cigarro ya casi consumido - ¿Lista?

[Joa Macnair Crowley]

¿Acaso pretendía matarla de hipotermia? Usar shorts en el castillo era una cosa, pues gracias al trabajo relativamente aceptable de los elfos el lugar se mantenía a una temperatura agradable, pero con solo poner un pie fuera de la inmensa construcción de piedra, el frío invierno no tendría ni la más mínima pizca de piedad con el par de Crowleys. Ni siquiera ella, habiéndose criado muy al norte de Europa se sentía capaz de salir vestida de aquella forma al exterior por más de cinco minutos.

 

Aun así, debía recordar que era León quien estaba frente a ella, no Fokker. Él era más relajado, jovial, sus intenciones era más transparentes, si quisiera matarla probablemente lo haría allí mismo sin tener que hacer viaje alguno. O eso creía.

 

—Está bien, pero deberás asegurarte de mantenerme caliente. Y dejar los cigarrillos tan a raya como sea posible, por favor, ya tengo suficiente de eso con Santus.

 

Ahora que lo pensaba, León compartía ciertos rasgos con aquellos hombres en los que aún no terminaba de confiar, o incluso odiaba, y sin embargo no existía un gran número de personas que le hiciesen sentir tan en calma como él. A esas alturas ni siquiera recordaba los oscuros pensamientos que rondaban su mente antes de recibir su invitación, solo se sentaba en la cama del Crowley esperando que éste terminase de acomodar sus cosas.

 

Pero la condición puesta por el pelinegro hizo que dejara de alzar relajadamente sus piernas en el aire. ¿Obedecer? Ella no obedecía, y no es que se tratase de alguien rebelde, simplemente no se le daba de forma natural aquello de seguir instrucciones de alguien más, sobre todo si solo prometían “volver medianamente intactos”. Todo se reducía a una simple pregunta: ¿de verdad quería ir por ahí, sin saber exactamente a dónde, de aventura con su hermano?

 

—Lo haré— aceptó con un suspiro de rendición—. Mientras no te aproveches de mi promesa.

 

Justo entonces se dejó escuchar el ruidoso sonido característico de la aparición de Yö, con el elfo trayendo un pequeño bolso, en apariencia apenas lo suficientemente grande para guardar un par de cosas.

 

—Listo ama —aseguró ofreciéndolo a la Macnair—. Yö empacó todo lo que la señorita Joa pidió y un poco más.

 

—Gracias, pequeñito —sonrió colgándose el bolso en los hombros y volviéndose al hombre—. Lista.

[Claudia Crowley]

Nicolae Crowley [Rol con Guardianes]

La muchacha de melena rubia hablaba tanto como un pequeño de cinco años en etapa escolar. Sin dejar de sonreír, la escuchaba con gran atención ¿Esconder algo? Claro que lo hacían, los Crowley ocultaban a los ojos del mundo mágico infinidad de objetos, sucesos y secretos. Cosas que ambas mujeres nunca llegarían a imaginar en su pobre vida. Pero no lo diría, Nicolae era perfecto guardando las apariencias y ahora lo agradecía.

Con una leve inclinación de cabeza, indicó a Hades que era momento de dejarlos solo. Ante la mirada estupefacta de este, no hizo más que carraspear y señalarle la salida. Al principio de su llegada, le juró lealtad, pero el elfo resultó ser una criatura de doble rostro con gran capacidad de raciocinio. Se disculpó nuevamente, levantándose del asiento. Tomó al sirviente por la oreja, arrastrándolo hacia la puerta de roble.

—¡Suéltame!

—Calla y ve con los otros elfos.

—Tú no me mandas, Nicolae.

—Cállate o te corto las orejas ante las damas ¿quieres eso?

No esperó respuesta, cerrando la entrada. La sonrisa en su rostro se marchó, quedando en su rostro una expresión seria. El demonio apoyó su ancha espalda contra la pared, cruzando los brazos detrás de su cuello. En aquella posición se sentía más cómodo y seguro, las mujeres no le eran de confianza. Al igual que no lo era él para ellas.

—¿Llegaron a ver que sucedía con la familia?—enarcó una ceja—. Todo aquí se encuentra perfectamente, somos una familia realmente reservada. Días, meses e inclusos años, nos tomamos para permanecer ausentes. No hay de qué preocuparse, ¿desean un té o algo?

¿Quiénes eran ellas? No eran del Ministerio, en su ropa no distinguía ningún distintivo. La hora de la visita no era acorde a los horarios que manejaban; casi se golpea en la frente al caer en cuenta. Guardianes, Catt los nombró noches antes al arreglar su habitación.

—Tanto León como Claudia se encuentran de viaje. Lo repito. ¿Dónde? Lo ignoro, mí prometida está en Praga—volvía a mentir. La mortifago lo desollaría vivo cuando supiera eso—, y no escondemos nada. Si así lo desean pueden venir conmigo y recorrer el castillo.

Caminó hacia puerta de la estancia, dándoles la espalda.

—No lo escucharon de mi boca, pero mi nombre es Nicolae.

[Fokker]

Fokker con Nicolae, Alba, Darla (y todos los que quieran unirse xD)

Rol Guardianes

 

—Todos están bien, todo se encuentra muy bien. ¡Excepto tú! ¿quién eres Nicolae? ¿Y por qué te tomas atribuciones que no te corresponden?

 

Tenia la varita en la mano, pero solo por precaución. Se encontraba apoyado en la pared, en una parte de la parte de la estancia donde no se veía ninguna puerta. Era evidente que utilizo una de las tantos pasadizos secretos que existían en el castillo. Estaba ataviado como siempre, camisa, pantalones y zapatos oscuros

 

Desde hace mucho conocía la presencia del ¿Nuevo Crowley?, lo dejo moverse en el castillo para conocer mas de él. Por lo que pudo deducir, parecía tener alguna relación con Claudia. No creyó necesario encararlo hasta ese momento.

 

—Por cierto. Bienvenida Darla, un gusto verte después de tanto tiempo.

 

Saludo a la única de las personas que conocía, la recordaba de un duelo que tuvieron hace mucho tiempo. A su acompañante no recordaba haberla visto antes, la saludo —Fokker Crowley, un gusto...

 

—Disculpen por no recibirlas antes, pero tenia un asunto importante que atender. Como ven el castillo parece desierto, pero no es así, varios familiares están en este momento en sus habitaciones y eso incluye, como pueden ver, hasta personajes extraños.

 

—Y no me gusta su tono de acusación señorita— se dirigió a Alba —no es de tu incumbencia saber que es lo que hacemos en nuestro hogar, o si escondemos algo. Lo que ocurra en el castillo es de estricta privacidad.

 

Hablaba sin perder de vista a Nicolae, no iba estar desprevenido si es que hacia algo contra él, pero tampoco estaba preocupado, sabia que sea lo que sea que estuviera planeando, no lo iba a hacer en ese momento.

[Darla G Dumbledore]

Rol Guardianes

Tuvo que disimular la sonrisa en sus labios cuando el mago tomó de las orejas al elfo para sacarlo del lugar, bueno, en realidad no sabía por qué iba a disimular, después de todo el elfo las había tratado como a unas cualquieras. Presenció en silencio el espectácu.lo, observando la expresión del elfo y el mago, parecía que ellos tampoco se llevaban del todo bien. Cuando el elfo hubo salido, a regañadientes obviamente, Nicolae, como le habían llamado se acomodo como si tomara sol en plena sala y mostró su sorpresa ante los dichos de Alba.

--Bueno, Nicolae --dijo mientras se acercaba a él --debe entendernos, las familias podrían ser discretas pero siempre hay información que llega y además --sonrió encogiéndose de hombros con una sonrisa extraña en sus labios --en nuestro ambiente se suele avisar hasta cuando no informamos nada que nos vamos.

Levantó una ceja observando al mago aún con su sonrisa en los labios, pero antes que tuvieran chance de discutir sobre los viajes de León y Claudia, o sobre el hecho de que fuera "prometido" de alguien, una nueva voz surgió a sus espaldas. Darla la reconoció al toque pero eso no evitó que girara, sin dar la espalda del todo a Nicolae, adoptando una posición de guardia.

--Fokker, que sorpresa, no que no te esperara ver en tu hogar, pero así --dijo señalando con la varita al mago que acababa de aparecer a sus espaldas, así que no había sentido mal el deslizar de algo en la pared de atrás pero se había confiado en que Alba le cubría las espaldas.

No le pasó desapercibido la obvia tensión entre Nicolae y Fokker y carraspeó al escuchar las palabras que el segundo le dirigía a Alba, bajó la varita mientras se acercaba a Fokker.

--Sabrás disculpar nuestra postura Fokker, pero en estos tiempos, aunque la privacidad de las familias de vuestra alcurnia se respete la seguridad está ante todo y es nuestra obligación custodiar por esa seguridad, más cuando magos que no figuran en los registros familiares son los que nos reciben y tus elfos no se dignan abrirnos la puerta tras llamar por un buen rato habiendo rastros de presencia fenixiana en tus jardines.

Esperaba que aquello ayudara a bajar la tensión que parecía querer extenderse de la postura de ambos hombres hacia las guardianas que venían a cumplir con su deber. Editado 27 de Enero del 2015 por Darla Potter Black

[Alba Ryddleturn]

Rol Guardianes

 

Antes de decir algo, el mago saco de una oreja al elfo. Miré aquel acto sin mucho entusiasmo, solo esperaba sus respuestas. Era obvio que no diría nada si es que escondía algo, pero de igual forma no perdía nada con preguntar directamente, y ver cuál era su reacción. Rápidamente Darla le respondía a Nicolae, yo solo analizaba cada palabra del hombre.

 

En un instante apareció otro personaje. En un reflejo, me levante de la silla con la varita apuntando pero sin intenciones de hacer nada, por escuchar cada palabra que decía el hombre. Por lo menos era conocido por Darla, y al escuchar su nombre, ya me era un tanto más familiar, un patriarca de la instancia. – Alba Ryddleturn – salada mientras bajaba la varita.

 

Escuchar las palabras del nuevo Crowley llegado, tranquilizaban más que el primero, no tenía necesidad de mentir o si era así ya era problemas de ellos si querían protección de la marca o no. – Ciertamente Fokker, no me interesa lo que ustedes hagan en lo más mínimo – encogía los hombros – solo cumplo con lo que nos ordenan, tú sabes perfectamente de lo que habló – lo miraba desinteresadamente – y es como oyes a Darla, él por lo menos – me refería a Nicolae – no estaba en el registro que tenemos, por lo que nos hizo sospechar de él. Ya tenemos constancia al menos que están vivos – guardaba mi varita en la manga – muchos los creíamos muertos – colocaba mis manos tras mi cabeza.

[Roman A. Gaunt]

~En mi habitación...

Los días pasaban cortos, mientras que las noches eran largas, y aquélla había sido la más duradera de todas. Todo en su cabeza daba giros y giros, como si estuviese en un eterno viaje de traslador... o él mismo era el traslador. A tientas logró saltar y entrar a su habitación por la ventana; de entrar dentro del castillo habría tenido que usar puertas, pasillos, corredores y dar vueltas a tantas esquinas que de solo pensarlo le hacía sentir aún mas mareado. Pero no era posible.

Tenía el estómago revuelto, y el sabor de la carne cruda inundaba su paladar; odiaba cuando su instinto le ordenaba tomar bocadillos de última hora. La acidez le duraría hasta el mediodía, si conseguía algún zumo fresco que arrastrara todo aquél sabor amargo por la laringe. Sin embargo, no se sentía con suerte, y le era demasiado pedir que su elfo estuviese por allí para que le administrara un desayuno más apropiado; más solo pensar en volver a comer le hizo dar enormes zancadas hasta el cuarto de baño.

Cada músculo del cuerpo gritaba reclamando descanso; le dolían, como hacía mucho no pasaba, y no obstante, era un dolor que le agradaba y, entre tanto malestar, incluso le relajaba. Sabía que ese día dormiría como un bebé, sin malos sueños, sin interrupciones... tan solo se arrastró a la tina de baño, se metió en ella aún con la ropa que llevaba puesta y desgarrada, y tras abrir la llave del grifo cerró los ojos mientras toda ella se llenaba de agua...