►—Castillo Crowley—◄

[Boss Elessar]

-- Aqueora -- invocó Boss, articulando de manera grave el hechizo. Y de inmediato una oleada mágica le cubrió por todos lados, rodeándolo como un caparazón. Le curó también de las heridas causadas por el absorvere, su muñeca estaba sana. Estaba ileso. Boss miró desde su fortaleza acuática como los mortífagos llegaban, cada vez eran más y más, su vipertooth peruano por su parte hacía su trabajo, sobrevolando el lugar y preparando nuevas llamaradas de fuego contra quien osara atacarle de alguna forma u otra. Sus estatuas seguían la orden inicial que les había dado, atacando ferozmente a su objetivo: Patrick Colt.

 

Elessar siguió en su posición, aparentemente inmaculado. Estudiando la distancia que le separaba de sus rivales, notando que si hacía ataques directos con certeza tendría éxito. Los mortífagos no seguían formaciones de batalla, eran muy indisciplinados y no tenían un verdadero comandante qué seguir. Los mortífagos de antaño que le había tocado enfrentar a Boss, ya no existían y eran algo bastante cercano a una leyenda urbana, que quedó en eso: el pasado. Sus años de gloria habían pasado, aunque muchos de ellos aún tenían la falsa idea de que estaban en su mejor momento, aunque visitaran todas las semanas San Mungo a manos de un miembro de la Orden del Fénix que le presentaba batalla por sus actos pecaminosos. Luego de unos instantes volvió a pensar -- Episkey -- sanado las heridas de su muñeca por completo.

[Helen Evans]

Aún iba meditando en las calles de Ottery si debía comprar o no un regalo para mañana, las cosas no andaban con ánimos de celebrar San Valentín, pero tampoco podía dejar pasar el día como si fuera uno más. ¡Qué tontería! No tenía porque comprar nada, me giré dispuesta a regresar a la mansión, era de noche, hacía frio y no tenía porque regalarle nada a nadie. Cuando ya estaba en la parte más alejada de la calle, un hermoso labrador se acercó, lo reconocí de inmediato me aseguré que no hubiera nadie cerca a la vez que asentía hacía el patronus.

 

-- ¡Demonios! – dije al escuchar el nombre del lugar al que tenía que ir

 

Coloqué una luz sobre mi rostro y giré sobre mis talones. Apenas unos segundos después me encontraba fuera del Castillo Crowley, ¿Por qué en ese lugar? Caminé hacía el interior del castillo, si lo pensaba bien nunca había estado antes allí como invitada, y después del aviso de presencia sospechosa, dudaba mucho que fuera alguna vez por mi cuenta. Sacudí mi cabeza para quitarme esas ideas tontas. Saqué la varita lista para atacar, atenta ante el menor ruido; escuché la voz que era dueña del patronus que nos había llamado, me dirigí hacía el lugar, para encontrarme a todos en las afueras del castillo, me acerqué a ellos.

[Amir Carrow]

— Iluso.

 

Rugió Patrick mientras veía los acontecimientos. Sonrió ampliamente mientras el dragón de Boss caía, junto a él. Estaban a metros de altura, como el mismo creador lo había notado, por lo tanto el líder había muerto producto de la caída.

 

¿Súper Boss?

Hubiera pensado el Cardenal de la muerte si conociera el nombre de ese líder que se encontraba tras los encantos de una cegadora luz.

 

Los miembros de la Orden del Fénix empezaban a aparecer. Patrick Colt sonrió, no le importaría lo que sucedería en consecuencia.

 

— Celerus Episkey — dijo sanando sus heridas de fuego a causa del dragón. — Episkey — pensó nuevamente. Esta orden sanando por segunda vez la bola de fuego del dragón. — Episkey. Pensó por ultima vez, sanando sus heridas en la visión a causa del strellatus.

[Pik Macnair]

Isaac Macnair

 

Los magos dormían, necesitaban descansar y, algunos, mantenían serias discusiones, para bien o para mal, pero las tenían y debían ser respetadas.

 

—¡Pero a la Orden del Fénix le sabe a mier** la comunidad mágica!

 

Espetó Isaac al llegar a las afueras del Castillo Crowley. La noche era avanzada y su antebrazo izquierdo había empezando a arder por segunda vez en el día ¡POR SEGUNDA VEZ! y, al igual que la primera, tendrían una mala racha contra los mortífagos. El Ángel Caído tenía ya la mascara de plata en su rostro, con la única intensión de proteger su identidad; su voz salía distorsionada debido al sortilegio que había colocado en esta.

 

Se acomodó la capa de viaje, abrochando el ultimo botón e ingresó a los terrenos del Castillo, cruzando los jardines y se detuvo, observando la imagen frente a él. Debía de ser Boss, ¿quien mas creaba dragones como si fueran perros callejeros? no le cabía duda, el Líder de la Orden del Fénix se encontraba en el lugar y listo para actuar. Miró de reojo las estatuas y a los fenixianos que llegaban al lugar. Isaac se colocó a ocho metros de sus rivales y a nueve de sus compañeros, de ser necesario, retrocedería para mantener la misma distancia en todo momento.

[Kraven Von Alexandros]

Detras de su silencius el auror no habia podido decir mucho salvo ordenar a su dragon ,demas solo decia palabras en silencio, el castaño movio rapido su varita en contra del fuego que venia en su direccion, el fuego impacto en el pero el castaño se estaria curando rapido de ello, conjuro mentalmente con su varita rapidamente << Episkey>> y asi rapido las eridas del ataque fuero curadas, dejando asi solo un poco de ropa mal trecha. — Cuando sera el dia entonces auror... Sectusempra— y de su varita salió un rayo verde, que de impactar provocaria unas heridas sangrantes en su cuerpo dejando casi con heridas mortales. todo se volveria un caso como siempre entre rayos y demas.

[Adryanie]

Adryanie

 

-Pero si...

 

Aich una vez más la morena se encontraba en medio de Callejón realizando unas negociaciones importantes con otros de sus amigos pero al parecer el deber de la orden podía aparecer en cualquier momento. Una luz reflejó todo el cuerpo de la morena indicándole que unpatronus se encontraba cerca de ella y efectivamente y para su sorpresa de su líder. Un labrados se acercó a ella moviendo su cola de un lado a otro emocionado de poder ir por todolado a avisar a los miembros de la orden, esta vez le dijo que había sospecha mortífaga en Ottery.

 

Salió de donde estaba y una vez fuera se concentró y cerró los ojos imaginándose en medio de las calles de Ottery allí fuera, no tenía que preguntar dónde se estaba llevando a cabo el enfrentamiento porque desde allí se veía dónde se estaba causando los estragos. Corrió hasta la mansión Crowley y saltó el portón, se alegró de haber llevado atuendo ligero unas tenis con una camiseta blanca y unos jeans eran el atuendo de aquel día. Era de noche pero la luna hacía de las suyas iluminándole el camino de piedra que conducía a la mansión rodeó la estatua dque se encontraba en el centro y siguió. La puerta al vestíbulo se encontraba abierta no había nadie allí, escuchó el tintinar de una fuente cerca pero no le dio importancia y continuó hasta dónde estaban sus compañaeros.

[Groter Shulton Granpié]

Era momento de trabajar, minutos antes estaba perdiendo el tiempo, acostado, mientras cuidaba a Brandon, pero era muy dolmilón para darse cuenta de que estaba por ahí, era tan peresozo, era como su padre, así que me gustaba que no causaba gran poblema, cuando decidí que era momento de levantarme cuando un patronus apareció.

 

Me necesitaban así que corriendo del lugar, no sin antes hacerle señas a Kronoterun de que cuidara al bebé, así podía irme sin ninguna preocupación, saliendo de la mansión me convertí en el pesado lobo marrón y corrí al castillo Crowley, así debía llegar, antes de llegar a una calle, en esa noche silenciosa volví a mi forma humana para poder ocultar mi rostro bajo la luz, pasando mi varita por mi rostro.

 

- Es hora de trabajar. - Dije con una sonrisa, caminando hacia el patio, dónde las luces ya volaban por el lugar, haciendo destellos de diferentes colores, era momento de desquitar toda la rabia del día anterior, estaba listo para patear el trasero de los morífagos que fueran necesarios, con una sonrisa y mi varita en mano decidí comenzar.

[Jank Dayne]

Me equipé, por decirlo así, bastante rápido. Mentalmente conjuré un Ardius Confundus ¨(primero verbal, luego en mi mentecita) que hizo desaparecer la concentración y el equilibro mental que tenía en posesión Isaac. Aquel simple hechizo logrò que se encimara hacia un río de confusiones que solo un milagro y bastante astucia podría detener. Al menos por un pequeño pero útil lapso de tiempo, estaría bien aturdido como para reaccionar libremente ante las acciones cotidianas o las que tenía planeado hacer antes de mi ataque.

Sin perder tiempo, conjuré en la mente un Confundus, con un pequeño grito mental. El encanto volvió a sumir a Isaac Macnair en un mar de enrredadera, aturdiendolo por otro tiempo bastante provechoso desde el punto que se observara. Tendría bastante en que no- pensar durante unos segundos que le costarian caro.

Aprovechando la situación y la estrategia del grupo, elaboré un fuerte y claro Sectusempra, que viajó directamente hacia la espalda del mortífago Isaac Macnair. El rayo sería tan letal que ni sabría qué lo golpeó, dada mi posición.

[Etoile Black]

- Qué tal… cuanto sin vernos – Soltó como un saludo y dio un giro a su varita entre sus dedos. – Morphos – Susurró apuntando directamente a uno de los zapatos de Isaac Macnair. Este comenzó a mutar lentamente hasta obtener una araña venenosa, la cual le picó de inmediato. Si no se curaba iba a salir envenenado de aquel lugar o posiblemente muerto.

- Morphos – Volvió a hechizar, esta vez una roca comenzó a ser transformada a su velocidad propia. Le comenzaron a salir unas patas traseras y delanteras las cuales llevaba filosas garras lo suficiente fuertes para desgarrar algo, un hocico con filosos dientes se formó en la parte de la cabeza, dando como resultado un feroz tigre de bengala. Teniendo como única orden el proteger a la Triviani.

[Mei Black Delacour]

¿Un patronus labrador? Pensó para sus adentros, lo recordaba vagamente, pero no podía lograr saber de quién era, hasta que habló. Reconoció la voz de pura chiripa, hacía tanto tiempo que no recibía un mensaje del propio líder que hasta se le hacía raro y un tanto incómodo. Qué va…

 

Con cuidado, sacó a Aukan de su vestido, la agitó e hizo que una capa de viaje cayera sobre sus hombros, cubriendo parte del corto atuendo y los zapatos de tacón. Acto seguido, una luz suave apareció en su rostro, evitando de aquella forma el ser reconocida. Observó hacia un lado: los gemelos dormían plácidamente y esperaba que todo continuase bien mientras ella salía a defender sus ideales, la única forma que tenía de luchar para poder brindarles un mundo mejor a sus hijos. Desapareció de la mansión, ahora con rumbo al Castillo Crowley.

 

Apareció lejos de los terrenos, y caminó con cuidado, aún sujetando a su compañera de combate para dirigirse hacia donde se hallaban los miembros de la Orden del Fénix. Con cuidado, atravesó las verjas ya abiertas por alguien más y caminó en busca del resto, tanto mortífagos como aurores, aunque aún no llegaba a donde estaban.