Sé que debería poner el header, pero técnicamente no es un VP, es un juego digamos. Hace un tiempo, no diré cuánto, escribí algo y tiene dos truquitos que esconden el nombre del protagonista. ¿Quién lo encuentra? No, no es un pj del foro xD ...

Mientras converso contigo, quisiera preguntarte el tipo de música que escuchas cuando estás solo, tengo la esperanza que me digas que es un género que detesto y que jamás compartiría con alguien. Colocar eso como razón principal para dejar de conocerte y detener el pequeño enjambre de mariposas que siento cuando sé que voy a verte. Si es cuestión de insectos siempre preferí las libélulas, me parecen más divertidas, menos comunes, con esas alas tornasoladas y tan difíciles de observar en el día a día, pero no, las alas que podrían causarme una gastritis son de mariposa y son enteramente tuyas.

A veces me despierto muy valiente y acepto que me gustas, desde que te conozco ha sucedido muy poco, porque realmente lo que me da es un poco de miedo. Somos un ying y un yang, completamente distintos, conscientemente lo sé, cualquiera lo vería, sin embargo, si quito las máscaras y me quedo con las emociones, no hay distancia. Ese estar sin máscaras es lo que me da la valentía de pensarte a veces, de saber que conectamos, que reímos de chistes mentales que sólo nosotros entendemos, que buscamos esos minutos de conversación diaria. ¿Realmente son minutos? Siento que contigo he perdido el reloj y, aun así, extraño como suena, vivo pendiente del horario que nos tiene asignado el día.

Rara vez he sido la que toma el toro por los cuernos y confronto la situación, es más, generalmente creo que soy tan obvia con algunos gestos que considero esencial que seas tú quien dé el primer paso real. Porque te gusto, ¿cierto? Si el mariposario es tuyo significa que tú también las sientes, eso sería lo lógico, tú las enviaste. Sé que eres educado pero las sonrisas que me envías no son solamente por caballerosidad, sientes algo por mí, algo que hace que el día gris se llene de destellos y me la pase girando el cuello para ver si coinciden nuestras miradas, siempre lo hacen. ¿Por qué dudo ahora? Quizá tema que este escrito llegue a tus manos y sea yo quien, con esto, termine dando el primer paso. ¿Cómo me mirarías entonces? Más de quince segundos, seguro. Sonreirías o cambiarías el rumbo para no rechazarme con tanta fuerza.

Cuando tu camino y el mío se cruzan, si me quedo muy calladita puedo oír como apagas el sonido del mundo a mi alrededor, me obligas con tu presencia a concentrarme en ti. Mi mente, si está muy traviesa se pone a medir distancias, a ver si tengo que colocarme en puntillas para besarte o si te pesarán mis brazos sobre tus hombros. De tanto pensarte olvido el miedo que tengo de encerrarlo en una frase como “me gustas”, “me gusta lo que despiertas en mí”, podría poner algo un poco más intenso, sé que debería, pero no lo haré. Aunque pareciera, no soy tan directa como me gustaría en cosas como esta. Se vienen a mi cabeza más fácilmente los escenarios de rechazo que los de aceptación, son más naturales a la realidad de nuestros afectos. Recuerda que no debes volverte inolvidable —olvida que en todo lo anterior, resulta que ya lo eres—, mi emoción no lo aguantaría y terminaría escribiendo no solo esta carta sino cien.

En algún momento seguramente has pensado en las relaciones a distancia, yo siempre he creído en ellas, sé que son difíciles, pero no imposibles; de hecho, tienen un ingrediente importantísimo que se pierde en la mayoría de las relaciones tradicionales, cómo no tienes cerca a la persona de tu afecto, buscas maneras más creativas de hacérselo notar, las llamadas de teléfono no son tan simples, las cartas o mensajes largos toman especial importancia, no son un simple “buenos días”. Así lo siento contigo, no es posible tener una relación, no sería real, no sería tradicional, tengo que buscar nuevas formas para hacerte ver lo especial que eres, tengo que contar los segundos que le sonrío a mis amigos para que veas que contigo sonrío más tiempo, con más ganas, con mayor deleite. Detesto que me pongas tan cursi, amo que vuelva a sentir la necesidad de ponerme cursi con alguien; la ambivalencia de la ilusión me tiene así, ¿te lo agradezco o cierro el libro de un portazo? Ya no estoy para morderme el labio inferior por nervios.

Lo realmente curioso es que lo hago, evita que corra hacia ti, que me ponga en cuclillas y te converse de mil tonterías. Evita que te diga las canciones que me recuerdan a ti, porque poco a poco el cancionero se amplía más, los recuerdos divertidos van creciendo y los gestos recíprocos también. Leí que morderse los labios frente a la persona que te gusta a veces es una invitación a besarse y no quiero que me beses —bueno, si quiero, pero no debería querer que lo hagas, no es razonable, no es prudente—, así que no debo dar indicios mínimos de provocación. No debo indicar que tú me gustas, que podrías gustarme que, a lo mejor, sólo me siento atraída por las atenciones. Contigo en lugar de avanzar, retrocedo, ¿cómo puedo temerle tanto a algo tan tierno? Es algo demasiado dulce lo que provocas como para decir que sencillamente me atraes, puedo no ser valiente pero no soy injusta, no puedo reducirlo a algo tan pequeño que podrías tomar como insignificante. No me creas indiferente, créeme cobarde, piénsame nerviosa. Imagina que puedo incluso temblar cuando me abrazas y ocultar mi rostro en tu pecho.

O quizá sea más fácil pensarme desquiciada, alguien que no es capaz de diferenciar la realidad de la fantasía. Alguien que es feliz viviendo en su propia nube rosa, pensando que todas las historias tienen finales felices, aunque no hayan comenzado en el mismo punto. Piénsame como alguien que pasará por tu vida para intentar hacerte sonreír. Piensa en mí como alguien que te busca cuando necesita un abrazo, un guardia, una palabra. Porque aun cuando yo debería cuidarte, tú lo has sabido hacer muy bien conmigo. Guárdame en tu memoria como una de las personas que te quisieron mucho sin que lo hayas pedido, que vio un camino sencillo para buscar y crear tus sonrisas, para colarme en tus conversaciones, para pensarte un domingo por la tarde, un viernes por la noche. Recuerda que incluso si no llego a decirlo, si no llegas a afrontarlo, si no somos capaces de adivinarlo; también termino siendo “solo una chica parada frente a un chico, preguntándole si puede quererla”, ¿Serías capaz de recordar algo así y descubrirlo todo de un porrazo? Al final, resultará que he terminado siendo más temeraria de lo que creía, pero los chicos suelen ser despistados para esas cosas; en eso, sí que he perdido ya la esperanza.

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Sé que es lunes, pero romancear es una buena forma de iniciar la semana.