Cuenta la fabula...
Hoy me apetecía escribir por estos lares y es que nunca he abierto una entrada a menos que fuera para el Profeta, así que voy a aprovechar.
¿Nunca os ha pasado de estar en la punta de la lengua de una persona siempre? ¿O en el punto de mira de alguien constantemente? ¿Qué a todo lo que se hace bien esa persona gira la cara pero cuando cometes un error, por más mínimo que sea, casi que sale de fiesta para celebrarlo? Y lo recalca en todas partes, una y otra vez, y se llena la boca con tu super error.
Pues el otro día pensando en este tema recordé una fabula, la serpiente y la luciérnaga
Cuenta la fábula que en una laguna cercana volaba una noche una joven y bella luciérnaga. Tras varios minutos observando las posibilidades que la charca le ofrecía se dio cuenta de que una astuta y vieja serpiente estaba acechando.
La luciérnaga, algo contrariada se acercó al reptil y le preguntó:
- ¿Acaso debo temer por mi vida por estar en tu ciclo alimenticio?
La serpiente le contestó que no estaba en su ciclo alimenticio, de hecho la serpiente sólo comía roedores.
Tras oír esa respuesta y notando la presencia de la serpiente más cerca la luciérnaga volvió a preguntar:
- ¿Entonces debo temer por mi vida por que llevas días sin comer y necesitas alimentarte urgentemente?
La serpiente contestó que no tenía hambre puesto que hace sólo un día había saciado sus necesidades para una semana. Sin embargo siguió acercándose a la luciérnaga.
- La única explicación entonces es que te he debido hacer algún mal ¿no?
Mientras contestaba a esa pregunta la serpiente, negando con la cabeza, la joven voladora se dio cuenta de que estaba a merced del reptil y mientras cerró los ojos esperando lo inevitable oyó como la serpiente le explicaba.
- Querida luciérnaga, simplemente voy a comerte porque me molesta que brilles tanto.
Y es que algunas personas no soportan ver brillar a otras. Muchas veces, cuando estamos en estas situaciones nos lo preguntamos, ¿y qué he hecho yo? O ¿qué te he hecho yo? ¿Por qué te molesto tanto?
Y la respuesta es simple. Si molestamos tanto, es porque brillamos de alguna manera u otra ante la otra persona y la envidia suele darse en situaciones que son vividas como una amenaza.
Explico esto porque hace poco viví algo similar y la verdad es que es una situación terrible. Lo peor de todo es que la mayoría de estas situaciones suelen darse en relaciones que son casi codo con codo, o deberían ser. De ahí que surjan competencias, rivalidadescuando lo que debería de surgir es trabajo en equipo (unidad).
Pero, ¿por esto hemos de dejar de brillar? Para nada, aunque siempre podemos intentar una y otra vez compartir algo de esa luz.
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